[135]

10 1 1
                                    


— ¿Puedes encender las luces? — Preguntó, sabiendo ambos qué quería dar a entender. — ¿No estabas muy cansada? — Le cuestioné.

— ¿No hacías milagros con tus masajes? — Se burló, tocándome la fibra del orgullo, levantándome y encendiendo todas las luces qué había instalado.

— ¿Estás segura que no necesitas de lo que te dió Nayeon? — Cuestioné, queriéndome burlar ahora yo.

Negó. —Vas a comprobarlo en un instante, pero el masaje ayudó en muchos sentidos— Llevó sus manos por encima de la cabeza, dejandolas allí, dejandome una imagen de arte sobre la lujuria.

Sin más fuí quitándome algunas partes de ropa, ella esperando para que yo se las quitara a ella.

Y nuevamente iba recordando tanto lo blanca que podía ser, como lo suave que era su piel.

Si bien nuestras interacciones sexuales solían ser las de ella acercándose mucho y yo haciendo como que tenia que por alguna razón curiosa acercarme más, normalmente ella solía llevar la iniciativa, pero estaba siendo muy pasiva ante todo.

Después de un par de besos, besos se notaba claramente los usuales y la diferencia a cómo iban escalando hacia los llenos de lujuria y deseo.

Mas pronto que tarde ambos llevábamos nada, aprovechando ella para ir tocando, aunque yo lo estaba haciendo varias veces más que ella, incluso imposibilitando que siguiera con lo suya ya que como había dicho, tenía muchas ganas.

Al punto de que con no tanta estimulación estaba teniendo algún que otro espasmo.

—Déjame ayudarte mejor— Tal cual unos años antes, empujó mi pierna donde tenia apoyo, cayendo aunque de lado, pero a la vez ella moviéndose rápidamente en dirección contraria, quedando de lado y ella emoujandome para quedar boca arriba.

—Me habría gustado hacerte esto en el estudio antes… — Empezó a caminar en la cama, finalmente poniéndose cómoda cerca de mi entrepierna.

—Supongo que tengo que seguir tus consejos, debería ser simple… — Terminada su frase, empezó a lamer, recordándome bien lo que era ser humano, y sobretodo, sentir.

—Ey, no es justo, parece que lo disfrutas más que yo— Paró, quejándose por como estaba reaccionando, aunque no estaba actuando en lo más mínimo.

—Voy a tener que castigarte entonces— Cuando la miré, estaba admirandome más, ahora usando toda la boca en general.

Aunque algo que quizá se le estaba pasando por el momento es que estaba apoyando mucho de su peso en mis piernas, aunque el dolor de estar abierto de piernas prácticamente con su boca ahora estimulandome a mi parecía ser solo una gota en un mar.

Tenía meses y meses que no tenía esas sensaciones, no las extrañaba porque no eran de ella, pero sintiendo todo lo que ella podía causarme, incluso estaba empezando a arrepentirme de no haberlo hecho antes.

Ella iba sin más metiendo más y más, mientras sentía el calor y humedad de su boca ella iba pasando su lengua por medio.

Quería verlo, quería ver a la Dahyun que por tanto me imaginé como la imagen de la pureza en mi entrepierna, pero parecía que esperar tanto por algo que pensaba que iba a ser imposible no me dejaba hacer nada más que dejarla y cerrar los ojos.

—Ojalá fuera un poco más grande, me habría gustado tenerlo todo en mi boca— Dijo dándome un descanso, tomando aire ella también, aunque más pronto que tarde volvió a empezar.

Si bien había dicho lo de castigarme, o una de dos, o no sabía que en los hombros es más fácil llegar al orgasmo, o justamente lo estaba haciendo con esa intención.

Unos cuantos minutos después, fuera ya de todo mi control, y pareciendo no cansarse nunca, seguía y seguía, llegando al orgasmo yo, sin poder ver su reacción, ya que ella seguía teniéndolo en su boca.

Y ahora el de las contracciones era yo, por suerte ella paró al sentir que algo salía.

Una vez pude verla, noté como estaba sentada en la cama, con la cabeza hacia arriba, después de un momento, tragando lo que tenía en la boca.

—Ops… — Me miró actuando inocente. —Quería verlo, supongo que tendremos que hacerlo otra vez… — Sonrió ahora.

—Pero mientras, puedes hacerme lo mismo— Me levantó, y una vez estaba sentado, ella se dejó caer, abriéndose de piernas.

No estaba muy seguro de cómo lo sabía, pero de alguna u otra forma sabía que no podía empezar ni aunque quisiera.

Aunque no me quejaba en lo más mínimo, ahora era mi turno, ahora haciendo que de verdad tuviera unos cuantos orgasmos, la magia de conocerla mejor y usar más los dedos.

Después de unos cuantos minutos de aquello, parecía ya ser el momento.

—Dime si duele… — Bajé la vista, colocando todo en la posición exacta, Dahyun tal cual había dicho, estaba muy expectante viendo.

Yo solo podía verla a ella, en si, ver su placer me bastaba.

Y mientras iba entrando también podía ver su rostro adaptándose, sobretodo a la primera vez, aunque el primer segundo fuera una expresión de dolor, todos los demás solo eran de satisfacción.

Y con tantas cosas previas a eso, mucho no costó que su cuerpo se acostumbrara.

Finalmente, desde el primer momento que me había enamorado, éramos uno completamente.

Sombra - Dahyun & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora