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Escuché el timbre sonar varias veces, cosa que me sorprendía, no esperaba visitas, tampoco me avisaron por el teléfono del departamento.

Terminé de secarme, poniéndome una camiseta blanca, yendo finalmente a abrir.

—Vaya, vivías en un buen sitio después de todo— Miró por encima de mi lo poco observable de mi casa. — ¿Qué haces aquí? — Cuestioné con algo de asco.

— ¿Me invitas a pasar? — Preguntó. —Supongo que no tendrás mucho por hablar— Le dejé pasar. Le señalé mi sofá, yendo a sentarse.

—No eres un alma de paz y tranquilidad como para venir a verme solo porque si— Pregunté sentándome en en espaldar del sofá pequeño.

—Venía a advertirte— Alzó sus hombros. —Creo que es obvio que en las premiaciones de hace una semana querías dar un mensaje, se entendió— Expresó.

—Están buscando pruebas y uniendo puntos para incriminarte y desacreditarte, básicamente quieren desaparecerte— Explicó, haciendome reír. —Es la cosa más estúpida que he escuchado en un buen tiempo— Le respondí.

—Tú y ellos saben bien que tengo pruebas más que de sobras para meterlos a la cárcel, si no lo hago es por mantener la paz— Advertí. — ¿Crees que vendría sabiendo eso? — Cuestionó.

—Planean hacer todo eso para que todo lo que hagas nadie lo crea, piensan hacerte ver como un loco, cualquiera que vea tu ficha psiquiátrica pensaría que eres un psicópata— Me señaló.

—Da igual si solo quieren mancharme, tengo pruebas tangibles y comprobables, si yo caigo, caeremos todos, la diferencia es que yo soy el ángel que ustedes convirtieron en demonio— Respondí con algo de odio por dentro.

— ¿No piensas darme ni un poco de café? — Insinuó, entendiendo en asunto, levantándome y dándole la espalda.

—Hagan lo que quieran, si voy a morir, lo haré con estilo— Dije mientras iba caminando. —Ustedes van a morir siendo la lacra más grande que haya existido en el entretenimiento en Asía— Indiqué, bajando un momento a buscar una capsula, poniéndola y esperando a que estuviera.

Luego de un minuto, serví y se lo di.

—Esto no es un blanco y negro— Tomó un sorbo. —Hay muchos grises, yo estoy entre esos— Intentó acercarse a mi. —No hay blancos ni negros, hay niveles en cuánto a lo asqueroso que ustedes son— Respondí, denegando cualquier intento.

—Podré ser lo que tu quieras, pero al menos estoy intentando parar todo esto, también voy a caer a este paso— Volvió a tomar del café. —Ustedes se lo buscaron— Respondí, señalando a una esquina, mirando el, viendo la cámara de seguridad.

—Tampoco puedes matarme y hacer como que me suicidé, y aunque curiosa y mágicamente muera en un accidente de tránsito, hay cinco personas con cinco dispositivos con todas las pruebas para hacerlos caer, si me muero, solo seria explotar la bomba al instante— Indiqué.

—Bien, supongo que no tengo mucho más que decir— Se levantó. Le Indiqué la salida, caminando.

Abrió la puerta. —Espera un segundo— Le Indiqué, alzando una ceja. Me enderecé, busqué donde se había sentado él, buscando debajo de la mesa, encontrando en dispositivo, quitándolo y viéndolo mientras iba caminando hacia él.

—Creo que se les olvida con quién tratan— Lo acomodé, poniéndoselo en el bolsillo de su chaleco. —De todos modos no serviría escucharme, no digo nada importante aquí— Le toqué el área, dándole un pequeño golpe, regresando dentro.

—Espero verte en los juicios, caigamos juntos, ¿Si? — Lo miré sonriendo.

Sombra - Dahyun & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora