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— ¿Jihyo? — Pregunté una vez que la línea conectó. — ¿Si? — Escuché en respuesta. — ¿Puedo ir a llorar contigo? — Dije cómo si nada.

— ¡¿TN?! — Escuché como parecía levantarse, debido a la hora principalmente. — ¿Dónde estás? — Preguntó nuevamente una vez estaba más despierta.

—Estoy en el parque que solíamos ir de pequeños— No terminaba de encajar mis palabras. — ¿El que está entre el edificio viejo de la compañía y nuestra casa? — Interrogó, asintiendo sonoramente.

— ¿Puedes pedir un taxi? — Intentó relajarse ella, se notaba en su tono de voz. —Creo que si— Miré a la luna, iluminando a su máximo potencial, aunque era abusivamente opacada por el sistema eléctrico del ser humano.

—Olvidalo, te iré a buscar en auto yo— Colgó después de aquello. Simplemente dejé caer mi rostro contra el tubo metálico, haciendo perfecto contacto con mi mejilla, no siendo la posición más cómoda en aquel tobogán.

Quizá unos diez minutos, probablemente menos, apareció un auto, estacionándose a mi vista, quizá más lejos que cerca.

Era indudablemente Jihyo, principalmente porque era su auto, en segundo punto, porque se había bajado del auto, buscándome ferozmente con la mirada.

Tardó quizá cinco segundos en encontrarme, pese a que estaba en una línea recta desde su campo de visión, quizá instintivamente caminó recto a mi aunque iba mirando a todos lados menos delante.

Pese a que venía con una actitud de fiereza, paró a un paso de mi.

Me ofreció su mano, tapando todas las luces, estando ahora a contraluz en la noche.

—Estoy aquí— Dijo después de un segundo con la mano estirada, finalmente tomándola y levantándome.

— ¿Cuánto has llorado? — Me limpió las pocas lágrimas que habían estado saliendo por inercia.

—Ven— Tomó mi mano, haciéndome caminar a su ritmo y adónde ella quisiera.

No respondí, no sentí que pudiera hacerlo allí, si me iba a terminar de quebrar, lo haría en un sitio que no le preocupara tanto.

Más rápido que tarde llegamos a su auto, metiéndome en el lado del pasajero, dándose la vuelta y metiéndose.

—Oh, ya tienes el cinturón puesto— Dijo al intentar ponermelo.

Se volvió a acomodar en el puesto de piloto, empezando a conducir, por suerte sin preguntar nada, solo viéndome ocasionalmente, también poniendo su mano encima de la mía en cada semáforo en rojo.

Luego de unos cuantos minutos llegamos a la residencia de las chicas.

Ya podía al menos bajarme yo, siguiéndola sin necesidad de que me guíase.

Al entrar allí, nuevamente sentí el calor de un hogar, además de mucha más seguridad.

— ¿Dahyun? — Escuché que preguntó, sin ganas de ver, solo cerré los ojos y tomé uno de los cojines del sofá, dándole un abrazo.

— ¿Ese es TN? — Preguntó la nombrada. —Si, me pidió venir porque se sentía mal— Resumió Jihyo, quizá dando a entender que si quería podía irse de allí y dejarnos con aquello.

Segundos después sentí como el sofá tenía más peso encima.

— ¿Quieres desahogarte? — Preguntó Jihyo. —Estamos aquí para ti— Respondió Dahyun.

Abrí los ojos con desgana. — ¿Qué piensan ustedes realmente de mi? — Les cuestioné.

Sombra - Dahyun & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora