Narra Samantha
Hoy fue un mal día que terminó muy pero muy bien, contra todo pronóstico. Un hermoso rayito de alegría que nunca cae mal y que me obliga a escribir en mi diario esta noche, a pesar del sueño y del cansancio. Siento que si no lo escribo, mañana despertaré pensando que solo fue un sueño. Ahí les va.
Me desperté tardísimo por quedarme estudiando hasta la madrugada y para acabar de completar, había olvidado poner la alarma. Fue Erika quien logró sacarme de la cama esa mañana.
Erika: Hey, ¿estás viva? (me decía mientras me sacudía de lado a lado)
Samantha: Mmh (solté un quejido ronco)
Erika: Despierta dormilona, se te hace tarde.
Me senté en la cama algo fastidiada, moría de sueño pero este se esfumó de inmediato cuando mis ojos se clavaron en el reloj. Dios, eran las siete y media de la mañana y mi clase comenzaba a las ocho. Tuve que bañarme a las carreras, comer cualquier cosa y ponerme la primera sudadera que encontré. Típico de mí y mi torpeza, derramé mi café sobre mi ropa. Cómo detesto la ropa manchada. Luego tuve que cruzar la calle corriendo, como siempre, para subirme al bus que me llevaría hasta la universidad.
Cuando por fin llegué, el profesor no me dejó entrar.
Profesor: (con seriedad) Estas no son horas de llegar, señorita (dijo mientras intentaba cerrarme la puerta en la cara)
Samantha: ¿Qué? Pero no es justo.
Profesor: (alzó los hombros) Las reglas son reglas y hay que seguirlas, por favor, retírese.
Ni modo. Me fui a la cafetería, arrastrando los pies, muerta del sueño y con un poco de dolor de cabeza. Hoy me tocaba trabajar pero en la tarde, así que me senté sola en una mesa, pensando en cuánto odiaba esa mancha de café y en lo fácil que es decepcionarme a mi misma. A veces siento que no soy capaz de hacer las cosas mejor, así me lo proponga o lo intente. Quizás no lo estoy intentando con la suficiente fuerza.
El día transcurrió muy rápido y por suerte me fue mejor que el día anterior con la nave espacial, alias, cafetera. Solo faltaban diez minutos para cerrar, así que comencé a limpiar las mesas y acomodar las sillas. Conecté mi teléfono en las bocinas y coloqué música. Fue inevitable no ponerme a bailar y cantar, por un momento olvidé que estaba en el trabajo y me dejé llevar por el ritmo. Cuando de repente...
***: (con voz ronca) Interesante.
Escuché una voz femenina y dirigí mi vista hacia la puerta.
Samantha: Hola, perdón, pero ya hemos cerrado. (me encogí de hombros)
***: Lo sé, es que me he quedado sin batería y necesito hacer una llamada.
Apagué la música y caminé un poco para acercarme. Al verla de cerca, me di cuenta que había estado llorando, pues traía corrido el maquillaje. Pero... había algo familiar en ella. Me parecía haberla visto antes.
Samantha: ¿Te sientes bien?
***: (bajó la mirada) Solo necesito un teléfono.
Samantha: Eh... pues... si quieres puedes utilizar el de la cafetería. (le sonreí)
***: Gracias, eres muy amable.
Samantha: Disculpa, pero es que creo que te conozco. ¿Nos hemos visto antes?
***: Perdón, no me he presentado. (extendió su mano) Soy María Elisa, mucho gusto.
La miré a los ojos, sus ojos color café, esos ojos que reflejaban melancolía pero aun así brillaban y eran hermosos. Su cabello castaño, no era largo pero tampoco corto. Miré sus labios y eran perfectos, rosados, hidratados y carnosos. Miré su cuerpo, traía un vestido corto color rojo que hacía resaltar su cintura. Miré sus manos, sus brazos, su tatuaje y tragué grueso cuando me di cuenta de quién era la mujer que tenía en frente. Su tatuaje lo confirmaba, era ella... María Elisa Camargo.
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Sin Querer
FanficSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...