María Elisa llevaba horas en la sala de partos. El dolor se intensificaba con cada contracción, recorriendo su cuerpo con una fuerza indescriptible. Apretaba con todas sus fuerzas la mano de Roberto, aferrándose a él como si fuera su único ancla en medio del torbellino de dolor. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras gritaba.
María Elisa: (gritando, entre sollozos) Me duele mucho... no puedo más. (lo agarró por la camisa, con desesperación) ¡Es el primer y el último hijo que te doy, ¿me escuchaste?!
Roberto, a su lado, esbozó una sonrisa, más por nervios que por burla. Ver cómo María Elisa pasaba del llanto al enojo y luego a la ternura en cuestión de segundos le arrancaba una risa que no podía contener, aunque sabía que ella estaba sufriendo profundamente.
Roberto: (suavemente) Mi amor... luego hablaremos de eso, lo prometo.
María Elisa: (exhausta, respirando profundo) Claro, como tú no eres el que está pasando por esto...
El médico, viendo la situación, se preparó para dar la indicación.
Doctor: María Elisa, ya es el momento. Tienes que pujar.
María Elisa: (comenzando a llorar, con la voz temblorosa) No... no puedo... siento que me voy a morir.
Roberto, con ternura, le acarició la cabeza, apartando los mechones sudados de su frente.
Roberto: (en un susurro) Mi vida, mírame... tú puedes hacerlo. Eres la mujer más fuerte que conozco.
El pánico se apoderó de ella y comenzó a hiperventilar.
Maria Elisa: Tengo miedo, no puedo.... Roberto no puedo hacerlo, no puedo.
Roberto: Sí puedes, mi vida... aprieta mi mano fuerte.
La enfermera, al ver el terror en los ojos de Maria Elisa, se acercó, agarrando su otra mano con delicadeza.
Enfermera: Vamos, María... eres una guerrera, ya casi lo tienes, tú puedes hacerlo. Solo trata de respirar por la nariz.
La enfermera trató de tranquilizarla y la guió con las respiraciones para evitar que perdiera el conocimiento.
María Elisa: (entre lágrimas) Siento que me voy a partir en dos...
Doctor: ¡Puja, María Elisa!
Con un último grito desgarrador, María Elisa pujó con todas sus fuerzas, el cuerpo temblando de agotamiento y dolor.
María Elisa: (gritando) ¡¿POR QUÉ ME HICISTE ESTO, ROBERTO?! ¡TE ODIO!
El doctor sonrió bajo su mascarilla. Había escuchado esas palabras tantas veces, pero siempre terminaban de la misma manera, con un amor incondicional que todo lo curaba.
Doctor: Ya falta poco... ¡Ya veo la cabeza!
Maria Elisa: (se dejó caer en la cama) Ya no tengo fuerzas...
Doctor: Uno más María, es el último para que puedas conocer a tu bebé.
Roberto: (le dio un beso en la frente) Vamos mi vida, tu puedes hacerlo.
María Elisa reunió todo el coraje que le quedaba y, con un último esfuerzo, escuchó lo que tanto había esperado: el llanto de su bebé. El sonido era la melodía más hermosa que había oído. Al sentir el peso de su hija sobre su pecho, el dolor, la angustia y el miedo se desvanecieron como si nunca hubieran existido. Las lágrimas de sufrimiento se convirtieron en lágrimas de pura felicidad.
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Sin Querer
FanfictionSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...