Las semanas pasaban y cada día estaban más cerca de darle la bienvenida a la pequeña Isabella. María Elisa estaba en la habitación de la bebé, ajustando los últimos detalles. Estaba concentrada en cada pequeño objeto que organizaba con esmero. Roberto entró en silencio, se acercó por detrás y la abrazó suavemente, rodeando su cintura y dejando que su cabeza descansara en el hueco de su cuello, donde podía sentir su calidez.
Roberto: ¿Qué haces, mi amor? (preguntó en un susurro).
María Elisa se recostó suavemente contra su pecho, sintiendo su calidez, y con una sonrisa respondió:
Maria Elisa: Dando los últimos toques. ¿Te gusta cómo está quedando?
Roberto: Está quedando preciosa, como tú (murmuró, depositando un suave beso en su cuello, haciéndola estremecer).
Maria Elisa: Estoy tan ansiosa... (admitió, con un brillo de emoción en sus ojos). No puedo esperar más, ya quiero tenerla aquí, conmigo.
Roberto la abrazó con más fuerza, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono. Ambos compartían ese temor dulce que acompaña a la espera del primer hijo, una mezcla de felicidad y miedo.
Roberto: Ya falta muy poco (le dijo susurrando en su oído, intentando calmar esa impaciencia que también sentía).
Aunque en el fondo, a él le dolía un poco. Le dolía pensar que pronto esa pancita desaparecería.
Roberto: Voy a extrañar verte así... (admitió con una mezcla de nostalgia y amor, acariciando su vientre redondeado).
María Elisa, sorprendida por el comentario, se volteó para mirarlo a los ojos, envolviéndolo en un abrazo.
Maria Elisa: ¿Estás loco? ¡Parezco una ballena! (bromeó)
En el fondo, también compartía un poco de esa nostalgia anticipada. Sabía que estos momentos eran únicos, y que una vez que pasaran, nunca volverían.
Roberto negó con la cabeza, sonriendo con ternura.
Roberto: Te ves hermosa, y sí, estás llena... pero llena de amor. Cada vez que te miro y sé que llevas dentro un pedacito de nosotros dos... mi corazón se acelera. No tienes idea de cómo me haces sentir, es algo que no puedo explicar. (sus ojos brillaban con una intensidad que solo ella podía comprender).
María Elisa sonrió, rozando su nariz con la de él.
Maria Elisa: Se llama felicidad. Y sé exactamente cómo te sientes, porque yo también me siento así. Soy la mujer más feliz del mundo a tu lado, Roberto.
Roberto sonrió y le dio un beso suave en la mejilla.
Roberto: Este es solo el principio de la vida que nos espera juntos. (le guiñó un ojo y se dirigió hacia la puerta, pero ella lo detuvo).
Maria Elisa: ¿A dónde vas? (preguntó, intrigada).
Roberto: Espérame aquí, ya vuelvo. (le guiñó un ojo, saliendo de la habitación).
Unos minutos después, Roberto regresó con un hermoso ramo de rosas rojas en las manos, su sonrisa era radiante, como si ocultara un gran secreto.
Maria Elisa: ¿Y eso? (preguntó, con una sonrisa sorprendida).
Roberto: Son para la única dueña de mi corazón... bueno, no la única, porque ahora tengo dos: tú y nuestra pequeña Isabella.
María Elisa rió con ternura, sus ojos se humedecieron al ver el gesto. El embarazo había sensibilizado sus emociones, y cualquier detalle la hacía llorar con facilidad.

ESTÁS LEYENDO
Sin Querer
FanfictionSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...