Capítulo #29: La decisión más difícil

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Narrador Externo

Días después de la tragedia, María Elisa fue dada de alta del hospital. Aunque físicamente estaba más recuperada, su corazón seguía roto en mil pedazos. De vuelta en su apartamento, trataba de encontrar consuelo en la rutina, pero todo se sentía vacío. Roberto se había quedado con ella para cuidarla, pero la distancia emocional entre ellos crecía con cada día que pasaba. Su frialdad era palpable, y María Elisa no podía soportarlo más.

Una tarde, mientras el silencio se hacía insoportable, María Elisa decidió que era el momento de enfrentar lo que había estado evitando.

Maria Elisa: Roberto... (con la voz suave, casi temerosa). Tenemos que hablar.

Roberto, que estaba en la cocina preparando algo de comer, se detuvo en seco. Sus hombros se tensaron, y por un momento, no respondió. Finalmente, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a la sala, donde María Elisa estaba sentada en el sofá.

Roberto: ¿Hablar de qué? (sin mirarla directamente).

Maria Elisa: De lo que sucedió... (sintiendo cómo su garganta se cerraba). No podemos seguir así, Roberto. Necesitamos... necesitamos enfrentarlo juntos.

Roberto se cruzó de brazos, su expresión era una mezcla de dolor y furia contenida.

Roberto: ¿Enfrentarlo juntos? (repitió con un tono sarcástico). ¿Cómo se supone que vamos a hacer eso, María Elisa? ¡Tú fuiste la que decidió hacer esa maldita escena, sabiendo que estabas en riesgo!

María Elisa sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente, pero esta vez no trató de contenerlas.

Maria Elisa: No sabía que esto iba a pasar... no quería que pasara...

Roberto: ¡Pero pasó! (gritó, perdiendo el control de sus emociones). ¡Perdimos a nuestro hijo por tu decisión! ¿Cómo se supone que viva con eso? (gritó más fuerte) 

Maria Elisa: (con la voz quebrada) ¡No me culpes, Roberto! ¡Yo también lo perdí! ¡Lo siento cada día, cada minuto! No fue mi intención, ¡nunca lo fue!

Roberto: No Maria Elisa, tu no querías a este bebé, desde un principio querías deshacerte de él. Quien sabe y hasta lo hiciste a propósito.

Maria Elisa: No jodas Roberto, no puedes estar hablando en serio. 

Roberto se pasó las manos por el cabello, desesperado. Sabía que estaba siendo cruel, pero el dolor y la rabia lo consumían.

Roberto: No puedo dejar de pensar en lo que pudo ser, en que si hubieras escuchado... (con la voz rota). Tal vez... tal vez nuestro bebé seguiría aquí.

El silencio que siguió fue denso, pesado, lleno de reproches no dichos y de culpa compartida.

Maria Elisa: Roberto, lo siento... de verdad lo siento... (sus lágrimas cayendo sin control). Necesitamos ayuda. No podemos seguir así, no podemos destrozarnos más el uno al otro.

Roberto la miró, y en sus ojos vio el reflejo de su propio dolor. Ambos sabían que, a pesar del amor que aún sentían, la herida que llevaban no sanaría tan fácilmente.

Roberto cerró los ojos, tratando de calmarse, pero cuando los abrió de nuevo, había una decisión firme en su mirada.

Roberto: No puedo más, María Elisa... No puedo seguir aquí, sabiendo que cada vez que te miro, solo veo lo que hemos perdido.

María Elisa sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Su corazón latía con fuerza, mientras las palabras de Roberto resonaban en su cabeza.

Maria Elisa: ¿Qué estás diciendo?

Roberto tragó saliva, luchando por mantener la compostura.

Roberto: Estoy diciendo que necesito irme... necesito alejarme de esto, de nosotros... de ti. No puedo seguir fingiendo que todo está bien cuando no lo está.

Maria Elisa: No puedes hacerme esto, no puedes alejarte cuando más te necesito, no después de lo que hemos pasado. (levantándose del sofá y acercándose a él)

Pero Roberto dio un paso atrás, negando con la cabeza.

Roberto: Lo siento, María Elisa... pero no puedo. Necesito tiempo para procesar esto, para sanar. Y no puedo hacerlo aquí, contigo... no mientras sigo sintiendo que te culpo por lo que pasó.

María Elisa se quedó en silencio, las lágrimas corriendo por su rostro mientras su corazón se rompía una vez más.

Maria Elisa: Bien, si eso es lo que necesitas... (murmuró con la voz quebrada) entonces vete. Pero eso sí, ni se te ocurra volver.

Roberto: Tampoco tiene que ser así, Maria.

Maria Elisa: (su voz cargada de rabia y dolor) ¿Entonces cómo? Tu decidiste irte para sanar, ¿no? Pues yo decido que no quiero... (tragó saliva) ... que no quiero volver a verte.

Roberto: Maria...

Maria Elisa: Ya, vete... no hagas esto más difícil.

Roberto la miró por última vez, su expresión llena de tristeza y dolor. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió del apartamento, dejando a María Elisa sola, con el corazón roto y el eco de sus pasos resonando en su mente.

Cuando la puerta se cerró, María Elisa cayó al suelo, abrazando sus rodillas mientras se derrumbaba en un mar de lágrimas. Su mundo, que ya estaba tambaleándose, finalmente se había desmoronado.

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Nota de la autora: 

No me odien... prometo que en algún punto todo va a mejorar. 

No olviden votar y dejar su comentario!! Gracias por leerme!!

XoXo, D

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