Durante la madrugada, el dolor en la herida de Roberto se intensificó, un malestar tan agudo que le arrancó un gruñido involuntario. Intentó acallar sus quejidos, preocupado de despertar a María Elisa, pero el sufrimiento era evidente. Ella, con los ojos todavía cerrados por el sueño, murmuró:
Maria Elisa: ¿Qué pasó?
Roberto, esforzándose por mantener la calma en su voz, respondió:
Roberto: (con la voz ronca) Estoy bien amor, sigue durmiendo.
Sin embargo, María Elisa no se dejó convencer y se incorporó lentamente en la cama, mostrando un toque de preocupación en su expresión adormilada.
Maria Elisa: ¿Necesitas ayuda? (con ternura)
Roberto suspiró, sintiendo la frustración de su propia vulnerabilidad.
Roberto: Me duele mucho. (haciendo un gesto de dolor)
Maria Elisa: No te levantes, voy a buscar las pastillas para el dolor.
María Elisa, aún tambaleándose por el sueño, se levantó rápidamente. Buscó el frasco de pastillas para el dolor y un vaso con agua.
Roberto: Lamento haberte despertado.
Maria Elisa: No te preocupes mi amor, (dijo con un dulce sonrisa) para eso estoy aquí.
Después de tomar las pastillas, Roberto se recostó nuevamente y extendió un brazo, invitándola a acurrucarse junto a él. Ella lo hizo, dándole un beso suave en los labios, y pronto ambos volvieron a caer en un sueño profundo.
Cuando el sol ya había avanzado en el cielo, alrededor de las 8:00 a.m., Roberto despertó sintiendo una calidez familiar a su lado. Al voltear, sonrió al ver el rostro adormecido de María Elisa. Era la primera vez en mucho tiempo que despertaba junto a ella. Se levantó cuidadosamente para no despertarla, fue al baño a lavarse los dientes y, guiado por un aroma muy conocido, se dirigió a la cocina.
Roberto: (dándole un beso) ¡Buenos días, mamita!
Doña Pilar: ¡Buenos días! Estoy haciéndoles unas arepas.
Roberto: ¡Qué rico! Extrañaba tu comida.
Doña Pilar: ¿Y Maria Elisa?
Roberto: Sigue dormida...
Se sentó en el comedor con un gesto pensativo en el rostro. Doña Pilar lo miró con curiosidad.
Doña Pilar: ¿Qué pasa hijo?
Roberto dudó un momento, pero finalmente expresó su preocupación.
Roberto: Estoy preocupado por Maria Elisa. La veo pálida y ha perdido peso... temo que vaya a enfermarse.
La mirada de Doña Pilar se tornó más seria, pero trató de calmarlo.
Doña Pilar: No te preocupes mi amor. Maria Elisa pasó por un momento difícil, pero estoy segura que poco a poco, se irá recuperando.
Roberto: Eso espero... (suspiró inseguro)
En ese momento, los pasos suaves de María Elisa resonaron en el pasillo. Ella entró a la cocina frotándose los ojos, aún medio dormida.
Roberto: ¡Buenos días, hermosa! (la saludó con una sonrisa cálida).
Maria Elisa: ¡Buenos días! (con voz ronca, devolviendo la sonrisa).
Doña Pilar se volvió hacia ella con un gesto maternal.
Doña Pilar: Justo a tiempo, siéntate, que voy a servir el desayuno.
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Sin Querer
FanfictionSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...