Capítulo #4 - La cena puede esperar

44 2 3
                                    

Narra María Elisa

Luego de saber que la chica estaba en perfectas condiciones, me sentí mucho más tranquila. Le pedí a Robi, así le decía de cariño, que me llevara a comprarle un detalle en la farmacia del mismo hospital. Me hubiese gustado regalarle otra cosa, pero no habían muchas opciones. Así que elegí un pequeño arreglo de flores y le escribí una nota para disculparme.

Al día siguiente...

Eran las 7:30pm, hora de irnos a la cena con la familia de Roberto, me llevaba muy bien con ellos pero odiaba sus reuniones, pues siempre tocaban temas que me hacían sentir incómoda. Terminé de colocarme el labial y sentí unos brazos rodeando mi cintura desde atrás.

Roberto: (pegando su cuerpo a mi espalda y posando un beso en mi cuello) Estás tan hermosa, que te quitaría ese vestido ahora mismo y me olvidaría de la cena.

María Elisa: (sonreí de forma coqueta) ¿Ah sí? ¿Y la cena?

Roberto: No importa si llegamos un poco tarde. (susurró en mi oído)

Me giró sobre mis pies, para quedar frente a frente. Me parecía excelente la idea de llegar tarde a la cena, así que me mordí el labio, le lancé una mirada de deseo y eso fue suficiente para provocarlo.

Me besó con desenfreno, me abracé a su cuello mientras él me levantó un poco, rodeé su cintura con mis piernas y sin dejar de besarnos, caminó hasta la cama y allí me lanzó. Comenzó a desabrochar su camisa, mientras yo lo miraba y volví a morderme el labio.

Roberto: (sonriendo) Eres terrible

María Elisa: ¿Yo? (le sonreí)

Roberto: Sabes perfectamente lo que provocas en mí cuando te muerdes el labio.

Intenté incorporarme para besarlo, tocarlo... pero él no me lo permitió. Me agarró de las muñecas para colocarlas a ambos lados de mi cabeza y me acostó de nuevo, posicionó su cuerpo sobre el mío y comenzó a besarme mientras seguía apretando mis muñecas.

Podía sentir su miembro erecto rozando mi intimidad por encima de la ropa. Me mordió el labio inferior y solté un pequeño gemido, comenzó a besar mi cuello, a darle pequeñas lamidas y caricias que me hacían desesperar.

María Elisa: (con la respiración agitada) Me vuelves loca

Roberto: (sonriendo) ¿Ah sí?

Mi cuerpo estaba deseoso por sentirlo, ese hombre sabía cómo volverme loca de deseo. Sus manos se posicionaron sobre mis pechos y aprovechó para liberarlos del vestido.

Comenzó a deslizarse hacía abajo, pasando sus manos por encima de la tela, levantó un poco el vestido y cuando se topó con mi tanga, se encargó de quitármela. Llevó su mano a mi zona más íntima y comenzó a acariciarla, cerré los ojos y suspiré. De pronto me sorprendió cuando sus manos fueron cambiadas por su lengua y su boca. Podía sentir el movimiento de su lengua saboreando toda mi humedad, repasando cada pliegue.

Robi comenzó a juguetear con la punta de su lengua en mi clítoris. Me agarré fuertemente a las sábanas, retorciéndolas cada vez que sentía mi cuerpo vibrar. Introdujo a su vez un dedo en mi interior, gemí, y metió un segundo dedo. Su boca se abría paso por mi intimidad y sus dedos entraban y salían con muchísima facilidad, de pronto un tercer dedo me sorprendió e hizo que arqueara todo mi cuerpo.

Él sonrió ante aquella respuesta y decidió meter un cuarto dedo. Me retorcí en la cama y aumentó la intensidad de sus lamidos. Mis piernas comenzaron a temblar a causa de lo que estaba por llegar, grité y mis jugos se deslizaron por toda su mano.

Mi respiración estaba agitada, estaba extasiada, agarré fuerza y me incorporé. Le desabroché el pantalón y me ayudó a quitarselo. En segundos, ambos estábamos completamente desnudos frente a frente. Lo besé, necesetiba sentir sus labios de nuevo y mientras lo hacía, bajé una mano por su pecho hasta llegar a su miembro para acariciarlo. Lo escuché soltar un gruñido y sonreí sobre sus labios.

Me arrodillé despacio en el piso sin dejar de mirarlo y vi cómo apretaba sus labios con solo imaginar lo que estaba por hacerle. Introduje su miembro en mi boca y comencé a succionarlo. Él soltó un gemido y enrredó sus manos en mi cabello para dirigirme. Mis ojos se volvieron a encontrar con los suyos, mientras mi lengua jugueteaba por toda su longitud. Echó la cabeza hacia atrás, sabía que estaba a punto de estallar. Recibí su líquido en mi boca para luego tragarlo.

Me puse de pie, me tomó de la cintura, me empujó hacia la cama y se colocó sobre mí. Me penetró, entrando con facilidad, solté un gemido y me agarré a su espalda. Robi, con un simple movimiento de cadera repartía mil sensaciones por todo mi cuerpo. Buscó mis pechos para chuparlos, mis pezones duros lo recibían con ansias. Me hizo girar, haciendo que quedara encima de él, cagalgando sobre su cadera.

Ahora él lo tenía mucho más fácil, podía ver y tocar mis pechos a la perfección. Moví mis caderas en busca de mi propio placer, mientras sus manos apretaban mis nalgas y gemíamos sin parar. En poco tiempo alcancé el clímax y él lo hizo segundos después. Me dejé caer sobre su pecho y él acarició mi espalda.

María Elisa: (posando un pequeño beso en sus labios) ¡Te amo!

Roberto: ¡Te amo más!

------------------------------------------------------------------

Aquí el capítulo que estaban esperando!! Gracias por leerme!! No olviden darle estrellita al capítulo, eso hace que la historia sea visible a más personas!! 

XoXo, D

Sin QuererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora