Capítulo #35: Lo que queda por decir

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Narrador Externo

María Elisa había pasado el día intentando concentrarse en su trabajo, pero su mente se negaba a dejar de pensar en Samantha. Las palabras que había pronunciado frente a Cristina, y la expresión de Samantha al escucharlas, la perseguían sin descanso. Había cometido un error, y lo sabía. No podía dejar las cosas así, no después de haberla visto salir corriendo entre lágrimas.

Cuando las grabaciones terminaron, no lo pensó dos veces. Fue directamente a buscarla. El peso de la culpa la aplastaba mientras caminaba hacia el pequeño apartamento que Samantha compartía con Erika. Sabía que tal vez ni siquiera la recibiría, pero no podía dejar las cosas de esa manera.

Erika le abrió la puerta, sorprendida de verla, pero no hizo preguntas. Solo asintió con la cabeza cuando María Elisa preguntó por Samantha, mostrándole el camino hacia su habitación.

Erika: Está en su cuarto. (su mirada era comprensiva, pero también un poco preocupada). Lleva todo el día ahí, no sé si querrá hablar contigo, pero inténtalo.

María Elisa agradeció y, con el corazón latiéndole con fuerza, caminó hasta la puerta. Inspiró profundamente antes de tocar, su voz era apenas un susurro.

Maria Elisa: ¿Sam? ¿Puedo pasar?

Dentro del cuarto, Samantha estaba acurrucada en su cama. La voz de María Elisa la tomó por sorpresa y, por un momento, sintió cómo el pánico se instalaba en su pecho. No quería verla, no después de todo lo que había escuchado. No sabía cómo enfrentarla, ni qué podría decirle. Se incorporó lentamente, tratando de recomponerse antes de responder.

Samantha: ¿Qué haces aquí? (preguntó con voz temblorosa, aunque intentó sonar firme)

María Elisa abrió la puerta despacio y dio un paso adentro. Sabía que no sería bienvenida, pero necesitaba hablar. Necesitaba que Samantha la escuchara.

Maria Elisa: Tenemos una conversación pendiente (dijo con suavidad, esperando que sus palabras pudieran suavizar la tensión)

Samantha la miró con los ojos llenos de dolor, pero su expresión se endureció. No quería mostrarle lo rota que se sentía por dentro.

Samantha: No tenemos nada de qué hablar, María Elisa (evitando su mirada). Ya quedó todo claro, ¿no? Lo que pasó no significó nada, ¿recuerdas? Ya lo dijiste.

Las palabras golpearon a María Elisa como una bofetada. Sabía que ella misma había dicho eso, pero escucharlo de labios de Samantha lo hacía mucho peor. Dio un paso más hacia ella, su voz suave, casi suplicante.

Maria Elisa: No, Sam... no fue así. No quise decirlo de esa manera.

Samantha soltó una risa amarga, sacudiendo la cabeza. La incredulidad en su rostro era evidente.

Samantha: ¿Y cómo quisiste decirlo entonces? Porque lo que escuché fue bastante claro. Dijiste que solo fue curiosidad, que no te gustan las chicas. Que lo disfrutaste, pero que no significó nada para ti.

La voz de Samantha se quebró al final, y aunque intentó mantenerse firme, las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Había contenido el dolor todo el día, pero ahora, frente a María Elisa, le resultaba imposible seguir fingiendo que no le importaba.

María Elisa sintió un nudo en la garganta al ver el daño que le había causado. Sabía que había hablado sin pensar, dejándose llevar por el miedo a sus propios sentimientos. Se acercó más, sentándose al borde de la cama, tratando de acortar la distancia entre ellas.

Maria Elisa: Sam, lo que pasó entre nosotras... me tomó por sorpresa. No sabía qué pensar. Pero no fue solo curiosidad, y no fue un error. Estoy confundida, pero no puedo dejar de pensar en ti. No sé qué significa todo esto, pero quiero averiguarlo.

Las palabras de María Elisa salieron con sinceridad, llenas de la confusión que también la estaba consumiendo. No sabía si serían suficientes para reparar el daño, pero necesitaba que Samantha supiera que no todo había sido un error.

Samantha la miró durante un largo rato, su expresión era un torbellino de emociones. Quería creerle, quería pensar que había algo más, pero el dolor todavía era demasiado fuerte. Las lágrimas, que hasta ese momento había logrado contener, comenzaron a caer por su rostro.

Samantha: No puedo hacer esto, María Elisa... (su voz quebrándose). No puedo seguir lastimándome por ti. Lo que escuché... me destruyó. Me hiciste sentir que no valía nada. Como si solo hubiera sido un experimento para ti.

María Elisa sintió su propio corazón romperse al escuchar esas palabras. Quiso acercarse más, abrazarla, decirle que todo estaría bien, pero Samantha retrocedió.

Maria Elisa: Lo siento tanto... (murmuró con la voz rota por la culpa y el remordimiento). No quería hacerte daño.

Samantha no podía soportarlo más. Se levantó de la cama, las lágrimas corriendo libremente por sus mejillas.

Samantha: ¡Solo vete, María! (gritó, su voz llena de desesperación). ¡No puedo seguir escuchándote! ¡Vete!

María Elisa intentó acercarse una vez más, pero Samantha dio un paso atrás, alejándola con un gesto tembloroso.

Samantha: ¡Por favor! (con los sollozos ya incontrolables). Solo vete... no puedo seguir viéndote.

El silencio que siguió fue insoportable. María Elisa sabía que había llegado al límite, que no había nada más que pudiera decir en ese momento. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se daba la vuelta, caminando lentamente hacia la puerta.

Antes de salir, se detuvo por un momento, mirando una última vez a Samantha, rota por el dolor. Quería decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no salían. Finalmente, salió de la habitación, dejando a Samantha sola con su llanto.

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Nota de la autora:

Soy tan pendeja que siendo Samantha, hubiese perdonado a Maria Elisa de una. 😂

No olviden votar y dejar su comentario!! Gracias por leerme!!

Xoxo, D

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