A la mañana siguiente, mientras María Elisa ajustaba el último botón de su blusa, un toque repentino en la puerta la sobresaltó. Una pizca de curiosidad y desconfianza se asomó en su mirada mientras preguntaba con voz firme: "¿Quién es?". La respuesta llegó rápidamente, y el tono masculino, cargado de un toque de misterio, contestó: "Entrega especial para la señorita Camargo".
Al escuchar esas palabras, María Elisa sintió una mezcla de sorpresa y emoción. Abrió la puerta lentamente, y sus ojos se iluminaron al instante al ver el deslumbrante arreglo de flores que el mensajero sostenía con delicadeza.
Maria Elisa: ¡Wow! ¿Quién lo envía?
Mensajero: Lo siento, pero no estoy autorizado a dar esa información. ¡Qué tenga un excelente día!
Maria Elisa: ¡Gracias, igualmente!
María Elisa cerró la puerta con suavidad, sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía el arreglo de flores. Era hermoso, con una mezcla de rosas rojas y lirios blancos que desprendían un aroma dulce y fresco. Colocó las flores sobre una mesita y, con cierta curiosidad, sacó la tarjeta que acompañaba el arreglo.
Cuando sus ojos se posaron en las primeras palabras, no pudo evitar un leve escalofrío. "Para la mujer más hermosa, valiente, inteligente, talentosa y futura madre de mi hijo." Su corazón dio un salto inesperado. Continuó leyendo, y a medida que sus ojos recorrían la letra impresa, su expresión cambió, primero a sorpresa y luego a una mezcla de ternura y tristeza.
"Perdóname por el escándalo de anoche y perdóname por ser un cobarde. Entiendo si no quieres volver a saber de mí, pero quiero que sepas que no me daré por vencido."
María Elisa se encontró sonriendo, casi sin darse cuenta. La parte de ella que había intentado endurecerse, protegerse para no volver a caer, se sintió un poco más blanda con esas palabras. Recordó la manera torpe en que Roberto había cantado fuera de su puerta la noche anterior, cómo la desesperación y la culpa se habían filtrado en cada una de sus notas desafinadas. Su amor por él seguía allí, latente, vivo.
"PD. El osito es para el bebé."
Miró el osito de peluche que acompañaba las flores, uno pequeño y suave, con un lazo azul alrededor del cuello. Lo tomó entre sus manos y lo acarició, sintiendo una calidez inesperada. No podía evitar imaginarse a su bebé abrazando ese osito en algún momento en el futuro, y la idea la llenó de una dulzura tan profunda que sus ojos se humedecieron.
Se sentó en la cama con el osito en su regazo, acariciando su vientre que comenzaba a notarse más. Sus pensamientos estaban llenos de emociones encontradas. Por un lado, deseaba abrazar a Roberto, decirle que todo estaba bien, que lo perdonaba. Pero por otro, aún estaba dolida por todo lo que habían atravesado, y temía que volver con él la hiciera caer en el mismo ciclo de promesas rotas y arrepentimientos.
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María Elisa se encontraba todavía con la tarjeta en las manos, leyendo y releyendo las palabras de Roberto. Una sonrisa involuntaria se dibujaba en sus labios mientras acariciaba el osito de peluche. Estaba absorta en sus pensamientos, cuando de repente, volvieron a tocar a la puerta. Su corazón dio un vuelco. Se levantó con un ligero temblor en las manos y se dirigió hacia la entrada. Al abrir la puerta, allí estaba él.
Roberto la miraba con nerviosismo. María Elisa le sonrió, un gesto lleno de dulzura, y dio un paso atrás para invitarlo a pasar. Cerró la puerta tras de él, y por un momento se quedaron allí, frente a frente, en el pequeño espacio de la habitación.
Roberto: Perdóname, María (con la voz temblorosa, pero sincera). Sé que he sido un idiota. Sé que te he hecho pasar por mucho, y he sido injusto contigo. Me dejé llevar por el orgullo... pero no quiero perderte. No otra vez.
El tono de su voz se quebró al pronunciar esas últimas palabras. María Elisa sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, y no pudo evitar que una solitaria lágrima resbalara por su mejilla.
Maria Elisa: Roberto... (susurró, con la voz entrecortada). ¿Sabes cuánto tiempo esperé que dijeras esas palabras?
Roberto: Lo sé, mi vida. Soy un tonto.
Él avanzó un paso, acortando la distancia entre ambos, y levantó una mano para secarle la lágrima con el pulgar. Su toque era delicado, casi temeroso, como si no estuviera seguro de merecerla. Pero entonces, ella dio el paso definitivo, se lanzó hacia él y lo abrazó con fuerza. Sintió la calidez de su cuerpo y el latido acelerado de su corazón.
Roberto: María, yo...
Maria Elisa: (lo interrumpió) ¡Cállate y bésame!
Sus palabras rompieron cualquier duda, y sin pensarlo más, sus labios se encontraron en un beso que no dejaba lugar para las palabras.
El beso fue ardiente, apasionado, cargado de todo el amor y el dolor acumulado. Las manos de Roberto se deslizaron por la espalda de María Elisa, acercándola más a él, como si temiera que si la soltaba, ella podría desaparecer. Ella, por su parte, se aferraba a su cuello, sintiendo el sabor salado de sus propias lágrimas mezclarse con el dulzor de sus labios. Era un beso de reconciliación, pero también de re-descubrimiento, de dos almas que se habían perdido y finalmente volvían a encontrarse.
Cuando se separaron para tomar aire, se miraron a los ojos, ambos con sonrisas que hablaban más que cualquier palabra. Roberto acarició su mejilla con ternura.
Roberto: No quiero volver a separarme de ti. Quiero estar contigo, apoyarte y luchar por nosotros. Por nuestro bebé. Por nuestra familia.
María Elisa asintió, su sonrisa se ensanchó al escuchar esas palabras, sintiendo que el peso que llevaba en su pecho comenzaba a disiparse.
Maria Elisa: Entonces quédate conmigo, Roberto.
Él la abrazó con fuerza, como si su abrazo fuera una promesa de que no habría más despedidas ni más incertidumbres. En ese pequeño cuarto de hotel, rodeados de la intimidad de su amor y del eco de su reconciliación, sellaron su compromiso con un nuevo beso. Y en ese instante, María Elisa supo que estaban listos para enfrentar juntos lo que viniera.
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Nota de la autora:
Ven? Se los dije, no era tan malo como parecía!!
No olviden votar y dejar su comentario!! Gracias por leerme!!
Xoxo, D
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Sin Querer
FanfictionSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...