Capítulo #11 - Volviendo al infierno

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ADVERTENCIA: Este capítulo tiene dos temas serios y fuertes. 

Narra Samantha

Luego de conocer a María Elisa me he sentido de maravilla, ha estado visitando la cafetería con frecuencia y aunque son pocas las palabras que logramos cruzar porque estoy en horas laborables, para mí son más que suficientes para alegrar mi día. Jamás en mi vida me había sentido así, así de feliz, solo me sentí de esta manera cuando mi madre estaba con vida y ahora esto me hace sentir fuerte, me vuelve a dar coraje y valentía.

Es domingo y estaba sola en el apartamento porque Erika tuvo que irse a casa de sus padres. Odio quedarme sola porque a los malos pensamientos les da con invadir mi mente y luego no puedo detenerlos. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando mi celular empezó a vibrar, fruncí el ceño, no suelo recibir llamadas, lo cual es extraño, me estiré del sofá de la sala para obtener el celular que estaba encima de la mesa, miré el número, número desconocido, luego de unos segundos contesté.

Samantha: ¿Hola?

Escuché cómo respiraban al otro lado de la línea sin decir una sola palabra.

Samantha: Hola (repito)

... : Hola hija

Mi cuerpo se tensó, mis manos temblaban, sentí cómo mis ojos comenzaron a nublarse, amenazando con dejar las lágrimas caer.

Samantha: Pa... ¿papá? (me mordí los labios para evitar llorar)

Mi respiración se aceleró, el pánico empezó.

Padre: (suelta una risa burlona) Cariño, ¿adivina? Necesito a alguien que satisfaga mis necesidades. ¡Así que te encontraré! (colgó)

Inevitablemente las lágrimas cayeron, me levanté desesperada, agarré mi cabello con fuerza mientras mi respiración se aceleraba cada vez más. ¿Qué acababa de pasar? Él no podía encontrarme, él no, él no va a tocarme. Caí al suelo, llorando con más intensidad, sintiendo cómo la ansiedad se adueñaba de mi cuerpo. Me levanté, me dirigí a la habitación, me acerqué a la mesa de noche, abrí el cajón, saqué un libro, busqué entre sus páginas y saqué la navaja. La pasé por mi brazo derecho una y otra vez. "Él... no... volverá... a... tocarme", repetí una y otra vez mientras me seguía cortando. Al ver que no cabían más cortes en mi brazo, inicié con el izquierdo. Miré al techo como si mírase al cielo, rogándole a mi madre que me cuide y me proteja.

***Flashback***

Estaba acurrucada en mi cama a punto de quedarme dormida, sentí que alguien acariciaba mi pie y me asusté. Abrí los ojos y ahí estaba él, ebrio y drogado. Quitó la manta que me cubría para dejar al descubierto mi tembloroso cuerpo. Acarició mis piernas y mientras lo hacía, las lágrimas bajaban por mis mejillas, rogando a Dios que se detuviera. Me sentía paralizada, no podía moverme y tampoco podía gritar.

....: Shhhh, todo estará bien

Se deshizo de mi pantalón y de mi diminuta ropa interior. Besó mis labios que seguían temblando de miedo y bajó a mi entrepierna para hacer lo mismo. Pasó su lengua por mi vagina y comencé a llorar más fuerte. Cubrió mi boca con su mano y con la otra abrió mis pequeñas piernas, bajó el cierre de su pantalón, sacó su miembro y me penetró. Sentí como si me estuvieran desgarrando por dentro. Él parecía estar disfrutándolo, pero yo estaba destrozada. Cuando terminó me dijo:

....: No le digas lo que hicimos a nadie, este será nuestro secreto.

***Fin del Flashback***

Observé mi brazo izquierdo y ya no había espacio para más cortes, miré mis piernas y quise trazar más cortes pero me detuve, el dolor me estaba consumiendo, mi padre, mi propio padre me violó siendo a penas una niña, el me hizo esto, el me dañó, el me convirtió en este terrible desastre, el empezó todo el caos de mi interior. Había logrado huir de él para comenzar una nueva vida, estaba comenzando a ser feliz, había dejado de autolesionarme, había recuperado mis ganas de vivir... ¿y ahora?, sentía que estaba volviendo al infierno.

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Nota de la autora: 

Como persona responsable, me siento en la necesidad de decir que si estás pasando o pasaste por algo similar, te recomiendo que no sigas leyendo la historia. Es muy fácil recaer en las autolesiones cuando no has logrado sanar del todo. Lamentablemente, el trauma te perseguirá toda tu vida pero es posible sanar, es posible volver a sonreír y es posible ser feliz.  

A mi me hubiese gustado hablar con alguien que estuviese pasando por lo mismo que yo en aquel momento y no lo tuve, así que si necesitas hablar con alguien sobre lo que te está sucediendo, mi inbox está disponible para leerte!!! No estás sola o solo! Un abrazo! 

Xoxo, D

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