Capítulo #48: Necesito que confíes en mí

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Narra Maria Elisa

Al regresar a mi hotel, la presión de la jornada aún pesaba sobre mis hombros. La mezcla de emociones que había experimentado, desde la tensión con Roberto hasta el malentendido con Patrick, era abrumadora. Cuando abrí la puerta de mi habitación, la vi: la cama deshecha, las luces tenues y la televisión apagada. Patrick ya estaba allí, con una expresión que oscilaba entre la alegría y la preocupación.

Patrick: Hola, amor (dijo con una sonrisa tenue, aunque sus ojos reflejaban una inquietud que no pasé por alto).

Maria Elisa: Hola (respondí, tratando de sonar más animada de lo que me sentía).

Ambos sabíamos que teníamos que hablar. Así que, después de un breve momento de silencio, propusimos pedir algo para cenar. La cena se convirtió en una especie de tregua. Mientras esperábamos, la tensión en el aire era palpable.

Cuando finalmente la comida llegó, nos sentamos frente a la mesa, y fue entonces cuando la conversación seria comenzó. Patrick miró mi brazo y se tensó al ver la marca que había dejado su mano.

Patrick: María Elisa... (comenzó, su voz temblando ligeramente). Lo siento tanto. Nunca quise que eso sucediera.

No podía evitar sentir una punzada en el corazón al ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Era difícil ver a alguien que se preocupaba por mí llorar así, y al mismo tiempo, sentía que era lo que necesitaba. La vulnerabilidad de su expresión rompió la coraza que había estado levantando.

Patrick: No quería asustarte, ni hacerte daño (dijo, secándose las lágrimas con el dorso de la mano). Al ver esas marcas, me siento horrible. Te prometo que jamás volveré a tocarte de esa manera.

Lo miré a los ojos, tratando de leer la sinceridad de su promesa. Sabía que todos cometemos errores, pero las cicatrices emocionales no se curan tan fácilmente. Aun así, quise creerle.

Maria Elisa: Está bien, Patrick. Solo necesito que confíes en mí y que lo que pasó hoy, jamás vuelva a suceder.

Asintió, y sentí que ambos estábamos en un punto de inflexión. La conversación fluyó entre nosotros, una mezcla de arrepentimiento y esperanza. Había una chispa de conexión que aún persistía, a pesar de las nubes de la confusión que nos rodeaban.

Después de cenar, decidimos ver una película. Era una comedia romántica que elegí para aligerar el ambiente. Me recosté en el sofá mientras Patrick se acomodaba a mi lado, su brazo rodeándome en un gesto protector. Mientras la película avanzaba, la tensión se disipaba lentamente. La familiaridad de su presencia me era reconfortante, y comencé a dejar de lado el peso de la conversación anterior.

Sin embargo, el cansancio me superó, y poco a poco, mis ojos comenzaron a cerrarse. Antes de darme cuenta, me quedé dormida.

Cuando abrí los ojos, la película había terminado. Lo primero que vi fue el rostro de Patrick mirándome con una ternura que me desarmó por completo. Estaba tan cerca, y antes de que pudiera decir algo, me besó suavemente en la frente. Luego en la mejilla. Y después, lentamente, en los labios. Cada beso era una confesión silenciosa, como si quisiera decirme más de lo que sus palabras podrían expresar.

Patrick: Hola mi bella durmiente. (dándome un beso en la cabeza)

Maria Elisa: Perdón, me quedé dormida.

Patrick: No te preocupes, preciosa. Debes estar agotada.

Maria Elisa: Un poco...

Patrick: Te extrañé mucho (susurró).

En un instante, el mundo exterior se desvaneció. Sus labios se posaron suavemente sobre los míos, y sentí que la calidez de su beso me envolvía. Todo lo que había sucedido pareció desvanecerse por un momento, y me dejé llevar por la intimidad que compartíamos. Sus manos comenzaron a acariciar mi cabello y mi espalda, y por un instante, todo se sentía bien.

Patrick: Cada día sin ti ha sido un vacío... (susurró contra mi piel). Nunca imaginé que te necesitaría tanto. ¿Será que te quedan energías para darme cariñito? (dijo en tono coqueto)

Maria Elisa: (le sonreí de forma pícara) Para eso siempre hay energías.

Los besos se volvieron más profundos, y el deseo que habíamos contenido brotó entre nosotros. Me dejé llevar, sin pensar en lo que había pasado, solo disfrutando del momento. Todo lo que quería era sentir esa conexión de nuevo.

Nos movimos hacia la cama, donde los besos se convirtieron en caricias y susurros suaves. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo con delicadeza, como si quisiera memorizar cada rincón, cada curva. Mis dedos buscaron los suyos, y cuando nuestras miradas se encontraron, no hizo falta decir nada más. En aquel instante, me sentí viva, deseada y comprendida. A pesar de las marcas en mi brazo, a pesar de la confusión que nos rodeaba, todo lo que podía sentir era la cercanía de Patrick, el calor de su cuerpo junto al mío.

Patrick me besó más intensamente, y pude sentir la urgencia en sus movimientos, la forma en que su deseo por mí iba creciendo con cada segundo. Mi cuerpo respondió al suyo de inmediato, como si ambos hubiéramos estado esperando este momento desde hacía mucho tiempo.

Nos dejamos caer lentamente sobre la cama, mientras su cuerpo se entrelazaba con el mío. Todo era suave y apasionado a la vez. Sus caricias eran lentas, pero cargadas de una intensidad que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera bajo su toque.

Perdimos la noción del tiempo, cuando finalmente todo terminó nos quedamos abrazados, respirando juntos, nuestros corazones latiendo al unísono. Sentí el peso de su brazo sobre mí, y supe que, al menos por esa noche, estábamos en paz. 

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Nota de la autora: 

El próximo capítulo sale en unos minutos. 

No olviden votar y dejar su comentario!! Gracias por leerme!!

Xoxo, D

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