Capítulo #9 - El adiós

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Narra María Elisa

Había sido una semana difícil. Llegué a la conclusión de que sí, había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que el dolor fuera menor. Miré alrededor de mi apartamento, viendo las pequeñas huellas de su presencia por todas partes. Fotos nuestras, libros que habíamos compartido, su chaqueta en el perchero.

El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos. Fui a abrir la puerta y ahí estaba él, con una expresión que mezclaba tristeza y resignación.

Roberto: (con una media sonrisa) ¡Hola, Mari!

María Elisa: (tratando de sonreír) ¡Hola, Robi! Pasa.

Entró y cerré la puerta detrás de él. Ambos nos quedamos parados en medio de la sala, sin saber qué decir ni cómo actuar. El ambiente estaba cargado de emociones no expresadas. Finalmente, él rompió el silencio.

Roberto: Como te había dicho, vine a recoger mis cosas. No quiero que sea más difícil para ti.

María Elisa: (casi en susurro) Lo sé

Lo acompañé a la habitación donde había dejado una maleta vacía para que pudiera guardar sus pertenencias. Mientras él empezaba a recoger sus cosas, me quedé observándolo, recordando cada pequeño detalle de nuestra vida juntos.

María Elisa: Recuerdo cuando compramos estos libros juntos (señalando una pila de libros en la esquina). Pasamos horas en esa pequeña librería, discutiendo sobre cuál llevarnos.

Él sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Roberto: Sí, y al final compramos casi todos. Fue un buen día.

Nos quedamos en silencio de nuevo, ambos inmersos en nuestros recuerdos. Después de un rato, él se detuvo y se sentó en el borde de la cama.

Roberto: (mirando al vacío) ¿Recuerdas nuestro primer viaje juntos? Fuimos a esa cabaña en las montañas y nos perdimos en el bosque.

María Elisa: (sentándome a su lado) Claro que sí. Fueron las primeras vacaciones después de terminar de grabar la novela.

Roberto: Así es, estábamos tan asustados, pero al mismo tiempo, fue tan...

María Elisa: ¿emocionante?

Roberto: Total, toda una aventura... y luego cuando nos acostamos resignados a mirar las estrellas.

María Elisa: (suspire) Sí, fue mágico.

Nos miramos y en sus ojos vi el mismo amor que todavía sentía por él. Ambos sabíamos que nos amábamos, pero había algo más grande que nuestro amor. Algo que no podíamos ignorar.

María Elisa: Roberto... (tomé un poco de aire)

Roberto: ¿Sí?

María Elisa: (puse mi mano sobre la suya) Quiero que seas feliz. Quiero que tengas la familia que siempre has soñado.

Roberto: (agarrando mi mano y posando un beso sobre ella) Yo también quiero que seas feliz, María. No puedo obligarte a algo que no quieres. No sería justo para ninguno de los dos.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y él me abrazó. Nos quedamos así, en silencio, abrazados, aferrándonos a lo que quedaba de nosotros. Después de un momento, nos separamos y él continuó recogiendo sus cosas.

Cuando terminó, se levantó y me miró por última vez.

Roberto: (acarició mi mejilla) Siempre te amaré, María Elisa.

María Elisa: (intentando sonreir) Y yo a ti, Roberto.

Lo acompañé hasta la puerta. Antes de salir, se giró y me miró con una intensidad que me dejó sin aliento. Lentamente, se acercó y tomó mi rostro entre sus manos. Sus labios encontraron los míos en un beso profundo, cargado de deseo y emoción. Sentí su amor y su desesperación en cada movimiento, como si ese beso pudiera contener todo lo que habíamos sido y lo que jamás podríamos ser.

Respondí al beso con la misma intensidad, dejando que mis manos se enredaran en su cabello, atrayéndolo más hacia mí. Era un beso que hablaba de años de amor, de sueños compartidos y de un doloroso adiós. Nos aferramos el uno al otro, sabiendo que era la última vez que estaríamos así.

Finalmente, nos separamos, ambos respirando con dificultad. Nuestras frentes se apoyaron una contra la otra, y en sus ojos vi las lágrimas que reflejaban las mías.

María Elisa: (casi susurrando) ¡Adiós, Robi!

Roberto: (posando un beso en mi frente) ¡Adiós, María!

Con un último suspiro, se giró y salió por la puerta, llevándose una parte de mi corazón. Cerré la puerta y me dejé caer al suelo, sollozando. Sabía que había hecho lo correcto, pero eso no hacía que doliera menos. Mientras las lágrimas caían, me prometí a mí misma que encontraría la manera de ser feliz, de encontrar mi propio camino, así como deseaba que él encontrara el suyo.

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Nota de la autora: 

Sé que no todos los que leen esta historia conocen a Maria Elisa y mucho menos su historia de amor con Roberto Urbina, pero para las que la conocen, sorry por re-abrir la herida de su separación. 

No olviden dejar sus comentarios, déjenme saber qué les parece hasta ahora y qué les gustaría que pasara después. Los leo! 

Xoxo, D

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