Capítulo #64: Tormenta en el paraíso

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Roberto había logrado recuperarse completamente y había regresado a trabajar en la serie. No había tiempo para descansos. Tuvo que salir de viaje a Nueva York por unos días para cumplir con otros compromisos. A pesar de la distancia, se comunicaba con María Elisa a diario por videollamadas, pero a veces eso no era suficiente. La echaba tanto de menos que cada conversación dejaba un vacío aún mayor en su pecho. Deseaba con desesperación que esos días pasaran volando para reunirse con ella en Miami, donde podría finalmente sentirla cerca de nuevo.

Por su parte, María Elisa estaba en un momento de quiebre. Patrick acababa de regresar de España y ella sabía que era hora de poner fin a su relación de una vez por todas. Una felicidad tenue se cernía sobre ella, pues hasta ahora Roberto no había descubierto su mentira. Se sentía aliviada al pensar que pronto podría dormir en paz, sin el temor de ser descubierta. Pero nada podía prepararla para lo que Patrick tenía que decirle.

Esa tarde, lo citó en el hotel. Cuando lo vio llegar, su corazón se detuvo por un instante. Patrick se veía realmente mal, demacrado y con los ojos enrojecidos, como si hubiera estado llorando.

Maria Elisa: ¿Todo bien? (envolviéndolo en un abrazo que pretendía ser reconfortante).

Patrick: Te necesito... (sollozó, dejando escapar una marea de lágrimas en sus brazos).

María Elisa sintió como la alegría de su plan se desvanecía ante la realidad del dolor de Patrick. La última cosa que quería era herirlo en ese momento tan vulnerable. Ella lo invitó a entrar y, aunque intentaba estar presente para él, su mente se debatía entre la culpa y el deseo de libertad.

Maria Elisa: ¿Qué ha pasado? (tratando de ocultar su creciente angustia).

Patrick: Michael, mi mejor amigo... (respiró hondo). Murió.

Ella sintió como todos sus planes se echaban a perder, Patrick acababa de recibir una de las peores noticias y ese no era un buen momento para terminar con él. Él necesitaba su apoyo y ella no se sentía capaz de negárselo.

Patrick pasó toda la tarde con Maria Elisa, intentó hacerla suya, pero ella se negó, poniendo de excusa que estaba muy cansada. Aunque no tuvieron sexo, esa noche durmieron juntos en su cama porque él se lo pidió.

***

Roberto, por su parte, no podía aguantar un día más sin María Elisa. Su corazón anhelaba su presencia y decidió que debía sorprenderla. Compró un pasaje y viajó hasta Miami, imaginando la felicidad en su rostro al verlo aparecer. Cuando llegó al hotel, buscó la llave extra que Maria Elisa le había dado, subió y cuando abrió la puerta de su habitación, el mundo se detuvo. Lo que vio le destrozó el alma. María Elisa, su amor, estaba en la cama abrazada con otro hombre. El dolor fue tan intenso que le costó respirar. Tragó saliva, intentando encontrar palabras, pero el grito de su corazón fue más fuerte que su razón.

Roberto: ¡MARÍA ELISA!

Ella se despertó con el grito, y su mirada se llenó de terror al ver la rabia en sus ojos.

Maria Elisa: ¿Q...q...qué haces aquí? (tartamudeó, sintiéndose atrapada en un torbellino de emociones).

Roberto: Soy tan imbécil que viajé hasta acá para verte, pensando que me extrañabas, pero ya veo que no, andas revolcándote con otro. (sus palabras eran como dagas que la atravesaban).

Roberto salió de la habitación como un huracán, su corazón desgarrado en mil pedazos. Ella lo siguió, temblando de miedo y culpa.

Maria Elisa: ¡Por favor, escúchame! No es lo que parece. Te lo juro. (su voz temblaba, llena de pánico).

Roberto: No quiero que me expliques nada, María Elisa. Ya me quedó todo claro: jugaste conmigo, te burlaste de mí todo este tiempo. (cada palabra era un golpe en su corazón).

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Roberto, una mezcla de rabia y dolor que lo dejaba sin aliento. María Elisa lo agarró del brazo, su voz quebrándose en súplica.

Maria Elisa: Roberto, no te vayas, escúchame, te lo ruego.

Roberto: No quiero escuchar más mentiras.

Y con eso, él se marchó, dejando a María Elisa con el corazón en llamas, atrapada entre el dolor y la rabia que sentía por sí misma.

Con lágrimas en los ojos, corrió por el pasillo, para regresar a la habitación. Al entrar, inmediatamente, despertó a Patrick, que se veía perdido en su propio dolor.

Maria Elisa: Tienes que irte... (dijo, sin rodeos).

Patrick: ¿Qué? ¿Por qué? (confundido, buscó respuestas en su mirada).

Maria Elisa: Quiero terminar contigo y quiero que te vayas de aquí en este instante. (las palabras salieron con una mezcla de furia y tristeza).

Patrick: ¿Qué? ¿Te volviste loca? (su voz estaba llena de incredulidad).

Maria Elisa: Ya me escuchaste, por favor vete.

Patrick: No me voy a ir. Eres mi novia y quiero estar contigo.

La rabia comenzó a burbujear en su interior, una tormenta de emociones que la consumía.

Maria Elisa: ¿No me estás escuchando? Acabo de terminar contigo.

Patrick: ¿Cómo puedes ser tan insensible? (la decepción destilando en su voz).

Maria Elisa: Patrick, lo siento mucho, pero.... (cerró los ojos y tomó aire antes de proseguir)  no te amo, y no puedo seguir con esta farsa.

Patrick: Eres una malagradecida. Te tendí la mano cuando más lo necesitaste.

Las palabras de Patrick la hirieron como cuchillos. Agradecía todo lo que había hecho por ella, pero en su corazón sabía que no podía vivir en una mentira.

Maria Elisa: Agradezco todo lo que hiciste por mí, pero... (empezó a decir, pero él no la dejó continuar).

Patrick la agarró por los brazos y comenzó a sacudirla, la desesperación brillando en sus ojos.

Patrick: ¿Es por Roberto, verdad? Aprovechaste que estaba lejos para revolcarte con él. Maldita zorra.

La violencia en su voz la paralizó, y ella sintió cómo el miedo le llenaba el pecho. De repente, él estiró su brazo y la abofeteó. Ella se quedó atónita, el dolor latiendo en su rostro mientras intentaba zafarse de su agarre.

Maria Elisa: ¡Suéltame, por favor! (suplicó, con lágrimas en los ojos).

Patrick: ¡HABLA! ¿TE ACOSTASTE CON ROBERTO? (gritó, su ira desbordándose).

Maria Elisa: ¡SÍ! ¡SÍ, LO HICE! (su voz era un grito de dolor y desafío).

La revelación encendió una furia incontrolable en Patrick. Comenzó a golpearla sin piedad, cada golpe era un recordatorio de su traición y su desesperación.

Maria Elisa: ¡BASTA, POR FAVOR!

Ella se quedó inmóvil en el suelo, abrazándose las piernas, sintiendo cómo su mundo se desmoronaba.

Las lágrimas brotaron de sus ojos, y ella rogaba en silencio para que él dejara de golpearla. Pero al verla inmóvil, Patrick se acobardó y salió corriendo de allí.

Con esfuerzo, ella extendió un brazo hacia su teléfono y marcó el número de Roberto, pero él no respondió. 

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Nota de la autora: 

Se sospechaba que las cosas con Patrick no terminarían bien...

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Xoxo, D

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