Capítulo #61: Lágrimas y sonrisas

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Narrador externo

El aire en el hospital se sentía denso, cargado de incertidumbre y angustia. Había pasado una semana desde que Roberto fue desconectado del respirador artificial, pero aún seguía sin despertar. Cada día era una prueba de paciencia y resistencia para quienes lo amaban. María Elisa había estado al pie de su cama desde entonces, sin moverse más que para ducharse y cambiarse de ropa.

El sonido constante de los monitores era lo único que llenaba la habitación, un recordatorio de que la vida seguía fluyendo a pesar de todo. Roberto parecía dormir, ajeno al mundo, mientras su madre, quien había volado desde Colombia al enterarse del disparo, velaba también por él.

Pilar, siempre con una actitud serena, ocultaba su angustia detrás de oraciones y gestos discretos de afecto hacia su hijo. María Elisa la veía rezar, invocando a Dios para que su hijo despertara, para que todo fuera una pesadilla de la que pronto saldrían.

Pilar: (tocando el hombro de Maria que se encontraba medio dormida en el sofá) María, mi niña...

Maria Elisa: (abriendo los ojos) ¿Mhm?

Pilar: ¿Por qué no te vas al hotel para que descanses?

Maria Elisa: (negó con la cabeza) No puedo, quiero estár aquí cuando despierte.

Pilar: Pero hija... no has dormido bien en toda esta semana, tienes que descansar, él te necesita fuerte cuando despierte.

María Elisa asintió en silencio, pero no hizo intención de moverse. No había descanso para ella mientras Roberto no abriera los ojos.

Maria Elisa: No se preocupe, estoy bien. (intentó sonreír)

Pilar: (sonriendo) ¡Gracias por amar tanto a mi hijo!

Maria Elisa: Roberto es un hombre maravilloso y yo... (comenzando a llorar) No he sabido valorarlo.

Pilar: ¡Oh cariño! (abrazándola) No digas eso, tú también eres una mujer maravillosa. De todas las novias que ha tenido mi hijo, tú eres a la única que quiero como a una hija.

*******

Las autoridades seguían buscando a Carolina, quien se había dado a la fuga tras el disparo. María Elisa se enteraba de las novedades solo a través de Dante y Cristina, quienes la visitaban cuando podían, tratando de animarla o al menos darle un respiro. Sin embargo, cada vez que María Elisa recordaba la mirada enloquecida de Carolina, el frío del cañón del arma apuntándole al rostro, el sonido del disparo que había transformado sus vidas, se llenaba de terror. Y ese terror, aunque no lo decía en voz alta, la mantenía despierta, con la mirada fija en Roberto.

Cristina trataba de convencerla de que se fuera a descansar más de una vez, pero María Elisa se negaba rotundamente. Solo iba al hotel por lo estrictamente necesario, volviendo al hospital lo más rápido posible, incapaz de estar lejos de él. Dante también le insistía, pero ambos sabían que no lo lograrían. Su vínculo con Roberto la mantenía anclada a ese lugar.

En cuanto a Patrick, ni siquiera se había dado cuenta de la ausencia de María Elisa. Todavía estaba en España, inmerso en uno de sus casos, ocupado en su propio mundo. La distancia emocional entre ellos era un abismo que, si bien siempre existió de alguna manera, ahora se hacía más evidente. Y mientras María Elisa pasaba sus días junto a la cama de Roberto, Patrick seguía sin saber nada de lo que estaba ocurriendo.

*******

Doña Pilar bajó a la cafetería para desayunar mientras Maria Elisa se quedaba con Roberto. Se sentó a su lado y comenzó a acariciarle el rostro:

Maria Elisa: (sonriéndole) Tenemos que afeitar esa barba, mi amor.

Besó su frente y sus mejillas, buscó un pedazo de papel donde, la noche anterior, había escrito una canción para él y comenzó a leerla.

Maria Elisa: ¿Sabes? Escribí una canción para ti... (sonrió y comenzó a leer)

"El día en que llegaste, yo aprendí a usar mi corazón completo,

tú me enseñaste que no hay nada mejor que sentir amor verdadero.

Cada vez que te beso siento que estoy en un mundo donde todo es perfecto

y tenerte tan cerca es lo que más necesito... (su voz se quebró)

Yo te necesito..."

Con la voz quebrada y comenzado a llorar intentó seguir leyendo.

"Y si te pierdo, yo le entrego mi alma al diablo

solo por tenerte un día más a mi lado.

Mi amor, tu eres mi razón, eres mi tesoro

y quiero pasar mi vida entera a tu lado,

pasarla junto a ti."

Apoyó su cabeza en su pecho, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin control. Era una mujer fuerte, siempre llena de fe y esperanza, pero ahora esa fe se tambaleaba. Roberto seguía sin mostrar señales de mejoría, y el miedo la consumía. Temía, con todo su corazón, que él nunca volviera a abrir los ojos, y la posibilidad de perderlo para siempre la envolvía en una desesperación que no sabía cómo manejar.

Maria Elisa: (entre sollozos) Te amo, mi amor.

***: ¿Maria?

María Elisa escuchó la voz familiar de Roberto y, sintió una suave caricia en su cabello. Creyó que era solo producto de su imaginación, una ilusión creada por el anhelo que sentía en su corazón, pero estaba equivocada. Levantó su cabeza lentamente y al encontrarse con esos hermosos ojos marrones que tanto había extrañado, una sonrisa radiante iluminó su rostro. Las lágrimas que brotaron de sus ojos eran diferentes esta vez; eran lágrimas de felicidad, llenas de alivio y gratitud.

Maria Elisa: ¡Reaccionaste, mi amor!

Roberto: (secando una de sus lágrimas con su pulgar) ¿Por qué lloras?

Maria Elisa: Pensé que te iba a perder para siempre.

Roberto: (sonriendo y hablando despacio) No te vas a librar de mí tan fácil.

Maria Elisa: Voy a llamar al doctor para decirle que despertaste.

Roberto: No, espera... (aguantando su brazo) Te estaba escuchando.

Maria Elisa: ¿Cómo? ¿Qué escuchaste?

Roberto: Dijiste que me amabas.

Maria Elisa: (sonriendo) ¡Te amo!

Roberto: (sonriendo) ¡Yo también te amo, mi vida!

Roberto trató de incorporarse un poco, pero el dolor en su pecho lo obligó a quedarse en la cama.

Maria Elisa: (tomando su mano) No sabes cuanto te he extrañado. He estado aquí todo el tiempo, rogando para que despertaras.

Roberto: (con una sonrisa tenue) Lo sé, sentí tu presencia. Cuando sentía que me iba, tu voz me traía de vuelta.

Ambos se miraron y se sonrieron, embobados en ese momento mágico que parecía atrapar todo su dolor y sus miedos. En ese intercambio silencioso de miradas, la conexión entre ellos se fortaleció, como si no necesitaran palabras para expresar lo que sentían. María Elisa podía ver en sus ojos que, a pesar de las dificultades que habían enfrentado, su amor era inquebrantable.

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Nota de la autora: 

La canción que Maria le escribió a Roberto se llama "Amor Verdadero"  de Chris Syler. (por si quieren escucharla) 

Eso es todo por hoy, espero actualizar pronto.

Gracias por leerme!

Xoxo, D


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