Narra Maria Elisa
Cuando llegamos al canal, cada una se fue por su lado pues teníamos llamado en diferentes locaciones. Caminé hacia el elevador y presioné el botón para subir. Esperé unos segundos hasta que la enorme caja de metal se abrió, me dispuse a entrar y justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, una mano se asomó entre ellas, haciendo que volvieran a abrirse.
****: ¿Maria Elisa?...
Era él, era mi Robi. Mi corazón comenzó a latir con tanta rapidez que parecía caballo desbocado. Hacía una semana que no lo veía y para mi parecían años. Traía la barba un poco descuidada pero seguía igual de guapo que siempre.
María Elisa: Roberto... (le sonreí nerviosa)
Roberto: (dándome un corto abrazo) ¿Cómo estás?
María Elisa: Bien... ¿y tu?
Roberto: Bien...¿para cuál piso vas?
María Elisa: Piso 8
Apretó el botón número ocho, seguido del seis y ambos nos quedamos en silencio, esperando llegar con rapidez a nuestro destino, pero las luces se apagaron y el elevador se detuvo.
María Elisa: ¿Qué pasó?
Roberto: Parece que se fue la luz.
Las luces se volvieron a encender, pero el elevador no se movió. Comencé a presionar los botones con la esperanza de que las puertas se abrieran, pero fue inútil.
María Elisa: (respirando algo agitada) No puede ser, estamos atrapados
Roberto: Cálmate, ya vendrán a sacarnos
María Elisa: ¿Y si no saben que estamos aquí?
Roberto: Claro que lo saben, acabas de presionar el botón de emergencia
Saqué mi celular para llamar a Cristina, pero la pantalla me indicaba que no tenía señal. Comencé a sentir que la respiración me estaba faltando, mi cuerpo estaba sudando frío y estaba un poco mareada.
Roberto: ¿Maria?
Maria Elisa: (agitada, hice fuerzas y traté de abrir las puertas con mis manos) Necesito.... Salir.... De aquí
Roberto: Hey (me tomó del rostro) mírame, estás conmigo, estás bien, pronto saldremos de aquí
Maria Elisa: ¿Cuánto tiempo estaremos aquí?
Roberto: (acariciando mi mejilla) No lo se cariño, pero si te alteras el tiempo se hará eterno
Me senté en el suelo, me llevé las manos al rostro y comencé a llorar por la desesperación. Me sentía ridícula, como una niña cuando hace berrinches, pero la realidad es que acababa de descubrir que era claustrofóbica. Roberto se sentó a mi lado y me abrazó.
Roberto: Todo estará bien
Maria Elisa: (entre sollozos) Solo quiero salir de aquí
Roberto: ¿Tienes agua?
Maria Elisa: (con voz ronca) En mi cartera
Robertó sacó una pequeña botella de agua de mi cartera, sacó un pañuelo de su bolsillo, lo humedeció un poco y lo pasó por mi cuello, mejillas y frente.
Roberto: ¿Mejor?
Maria Elisa: (asentí con la cabeza) ¡Gracias!
Agarré una liga que traía en mi muñeca y recogí mi cabello. Cerré los ojos, por un momento, y comencé a hacer inhalaciones profundas para tratar de calmarme. Ambos nos quedamos mirando hacia las puertas, deseando que se abrieran. No sabíamos qué más hacer, estar en esta situación junto a Roberto era demasiado incómodo.
Media hora después, seguíamos encerrados y el silencio que había entre ambos se estaba convirtiendo en tortura. Así que Roberto decidió romper el hielo.
Roberto: ¿Cómo has estado?
Maria Elisa: Bien, todo bien. ¿Tu qué haces aquí?
Roberto: Me llamaron para casting
Maria Elisa: ¡Oh, qué bien! Supe que llamaste a Cristina para preguntar por mí, gracias por preocuparte.
Roberto: Siempre me preocuparé por ti
Sonreí, Roberto era el hombre perfecto, todo un caballero, ese que cualquier mujer desearía tener a su lado y al que yo había dejado ir para siempre. Levanté la mirada y me encontré con sus ojos, el espacio entre nuestros rostros comenzó a acortarse. Sentí cómo su respiración comenzaba a agitarse de a poco y entonces no pude contenerme más. Lo besé, pero no era un beso suave y mucho menos tierno. Lo besé con pasión, lo besé con deseo, mi cuerpo pedía a gritos que me hiciera suya allí mismo.
Él respondió al beso de la misma manera, bajó sus besos a mi cuello y en ese punto ya nada me importaba. Llevé mis manos al borde de su pantalón pero él me detuvo y en un movimiento rápido, me agarró de la cintura e hizo que ambos quedáramos arrodillados frente a frente, mientras mis brazos rodeaban su cuello. Volvimos a besarnos, con desespero, sus manos se perdieron bajo mi camisa para acariciar uno de mis pechos y justo en ese instante, las puertas del elevador se abrieron y el primer rostro que vimos fue el de Cristina.
Cristina: Vaya, vaya, vaya.... nosotros preocupados por ti y estabas muy bien acompañada
Me agarré del barandal para ponerme de pie pero todo comenzó a darme vueltas, y si no fuese por Roberto que se levantó rápido y me sostuvo, hubiese terminado en el suelo.
Roberto: (agarrándome por la cintura) ¡Te tengo!
No sabía si era por el calor, por los nervios de volver a ver a Robi, por el susto del encierro o por todo, pero me estaba sintiendo fatal.
Roberto: Flaca, ¿qué tienes? (acarició mi mejilla)
Maria Elisa: Estoy muy mareada (murmuré)...(miré a Cristina) ¿por qué tardaron tanto?
Cristina: Vinieron lo más rápido que pudieron, ¿estás bien? (con tono de preocupación)
Roberto: Está pálida, creo que es mejor llevarla al área de enfermería
Maria Elisa: No, no es necesario. Ya se me va a pasar...
Cristina: De ninguna manera, (mirando a Roberto) ¿la llevas, por favor?
Roberto: Claro
Eran dos contra uno, y la verdad no tenía ánimos de ponerme a discutir con ellos, así que no me quedó de otra que aceptar. Allí me revisaron, me tomaron signos vitales y como era de esperarse, estaba todo bien, mi malestar era producto de todo lo que acababa de ocurrir. Me regalaron una pastilla para los mareos y me dieron el visto bueno para regresar a mis grabaciones.
Roberto: Me alegro que todo esté bien
Maria Elisa: Te lo dije
Agarré mis cosas para salir de allí, pero él me detuvo.
Roberto: Maria, espera...
Maria Elisa: ¿Sí?
Roberto: Mis cosas todavía siguen en el apartamento, ¿te molestaría si paso esta noche a recogerlas?
No, no me molesta, me duele, me lastima, me arde, me hiere. En el momento en el que Roberto se lleve sus cosas, será oficial nuestro rompimiento y no estaba lista para eso, no estaba lista para verlo partir, no estaba lista para comenzar a imaginar mi vida sin él. En el fondo me preguntaba, si había hecho lo correcto al terminar con él... pero no se lo dejé saber y puse mi mejor cara.
Maria Elisa: (sonreí) ¡Claro, no hay problema!
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Nota de la autora:
Ahora sí!! A petición de la amiguis (J), capítulo completo!! Espero que les guste! No olviden dejar sus comentarios! Los leo!
Xoxo, D
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Sin Querer
FanfictionSamantha es una joven universitaria que sueña con ser actriz. Es fiel admiradora de la actriz ecuatoriana María Elisa Camargo. María Elisa está profundamente enamorada de su novio Roberto, a quien conoció en una de las producciones que trabajó. Amb...