Capítulo #44: Heridas abiertas

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Narra Maria Elisa

El silencio entre nosotros era espeso, casi insoportable. El pasillo se había convertido en una burbuja donde solo estábamos él y yo, rodeados por recuerdos que preferiría olvidar, pero que en ese momento parecían más vívidos que nunca.

Roberto me miraba, con esa mezcla de culpa y algo que no lograba descifrar. Quizás arrepentimiento. O tal vez solo una sombra del hombre que una vez pensé que conocía. Sus labios se separaron, como si fuera a decir algo, pero ninguna palabra salió. Y yo tampoco sabía qué decir. Había esperado este momento durante tanto tiempo, me había imaginado mil veces lo que le diría si lo volvía a ver. Pero ahora que estaba aquí, frente a mí, me sentía vacía, como si las palabras se hubieran escapado por completo.

Finalmente, él rompió el silencio.

Roberto: María Elisa... me alegra volver a verte. (su voz era baja, casi inaudible, como si temiera que el simple hecho de hablarme pudiera romper el frágil equilibrio en el que ambos nos encontrábamos).

Yo respiré hondo, buscando fuerzas en algún rincón de mi ser. No iba a mostrarle lo vulnerable que me sentía, no iba a permitir que él viera cuanto me afectaba su presencia. Pero, por otro lado, no podía fingir que nada había pasado. No podía simplemente hacer como si fuéramos dos compañeros de trabajo más.

Maria Elisa: Lástima que no pueda decir lo mismo. (mi tono era más frío de lo que pretendía, pero no lo corregí, él no merecía mi calidez en ese momento)

Lo vi tragar saliva, su mirada bajando hacia el suelo por un instante, como si mis palabras lo hubieran herido de alguna manera. Pero luego volvió a mirarme, sus ojos oscuros intentando encontrar algún resquicio de comprensión en los míos.

Roberto: No me voy a disculpar por estar aquí, pero sé que mi presencia no es fácil para ti.

Maria Elisa: No, no lo es. (respondí con frialdad, intentando mantener el control sobre mis emociones)

Roberto: Tenemos que hablar, pero no sé ni por donde empezar... (admitió, su voz temblando ligeramente)

Y ahí estaba, esa misma vulnerabilidad que una vez me había hecho enamorarme de él. Pero ya no me conmovía de la misma manera.

Maria Elisa: No creo que haya un lugar por dónde empezar, Roberto. No tenemos nada de qué hablar. (mi voz se endureció, mientras los recuerdos dolorosos pasaban como ráfagas en mi mente. Las noches llorando, el vacío que sentí cuando se fue, cuando más lo necesitaba)

Él dio un paso hacia mí, pero yo retrocedí instintivamente, manteniendo la distancia. No podía permitir que se acercara demasiado, no después de todo lo que pasó.

Roberto: Sé que te hice daño, María... (con la voz rota) Sé que te abandoné en el peor momento, pero...

Maria Elisa: ¿Pero qué, Roberto? (lo interrumpí, sin poder contener el dolor que empezaba a filtrarse en mi voz). Me dejaste sola. Perdimos a nuestro hijo, y te fuiste. ¿Cómo puedes justificar eso?

Mi pregunta quedó suspendida en el aire. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero me negaba a dejarlas caer. No quería ser débil frente a él, no otra vez.

Roberto suspiró, pasándose las manos por el cabello como si intentara encontrar alguna explicación, alguna excusa que pudiera hacer que todo lo que hizo tuviera sentido. Pero yo sabía que no la había.

Roberto: No hay justificación para lo que hice (admitió finalmente con su voz temblorosa). Entiéndeme Maria, estaba ilusionado con ser padre, con tener un hijo, un hijo tuyo, nuestro. Perderlo me devastó, y no supe cómo manejarlo. Perdí el control de todo... de nosotros, de mi vida. Y en lugar de quedarme y enfrentarlo contigo, me fui. Fui un cobarde. Pero eso no cambia lo que siento por ti, lo que sentí entonces. Perdóname, por favor.

Las palabras que había esperado oír durante tanto tiempo llegaban demasiado tarde. Tal vez en otro momento, hubieran significado algo. Pero ahora, solo sentía vacío.

Maria Elisa: (con la voz quebrada) ¿No crees que es demasiado tarde para esto? Me acusaste de haber perdido a nuestro hijo a propósito... ¿tienes idea del dolor que me causaste?

Roberto: Tienes toda la razón... fui un completo idiota. No tengo excusas para lo que te dije, y cada día me arrepiento de haberte hecho sentir de esa manera. Sé que mis palabras te lastimaron profundamente y que no puedo borrar lo que pasó, pero quiero que sepas que nunca he dejado de amarte, ni un solo segundo. Lo siento tanto, María Elisa.

Roberto dio un paso más hacia , su rostro reflejando el arrepentimiento profundo. Sus ojos buscaban los míos, desesperados, queriendo alcanzar algo que ya no estaba allí. Pero el vacío entre nosotros no era algo que se pudiera llenar con palabras.

Maria Elisa: ¿Me amas? Ja... (solté una carcajada sarcástica) ¡Qué bonita forma de amar! ¿no?

Roberto: (estirando su brazo para agarrar mi mano) Maria...

Maria Elisa: No me toques... y por favor, limítate a hablarme solo lo necesario. Y por necesario, me refiero a todo lo relacionado con el proyecto.

Roberto: Lo siento tanto... (susurró, sus palabras llenas de un arrepentimiento profundo)

Maria Elisa: Espero que encuentres la manera de perdonarte algún día, Roberto. Pero el tiempo pasó. Tú seguiste tu vida y yo tuve que seguir la mía. Ya no podemos volver atrás.

Roberto asintió, sus ojos bajando hacia el suelo una vez más. Sabía que nuestras palabras no arreglarían nada, pero al menos había algo de cierre en ellas. Habíamos dicho lo que necesitábamos decir, aunque ninguna disculpa pudiera cambiar lo que había ocurrido.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Roberto levantó la mirada una última vez. Había tristeza en sus ojos, pero también aceptación.

Roberto: Te deseo lo mejor, María Elisa (dijo suavemente, dándose la vuelta para marcharse).

Me quedé allí, mirando cómo se alejaba, sintiendo el peso de los años y el dolor desvanecerse poco a poco. No era un alivio completo, pero era un paso hacia adelante.

Y en ese momento, supe que podía seguir adelante sin él. Que las heridas, aunque aún dolieran, finalmente estaban sanando.

Me di la vuelta para regresar a la sala, donde mis amigos me esperaban. Estaba lista para el siguiente capítulo de mi vida.

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Nota de la autora:

Amo el regreso de Roberto pero que ni crea que Maria se la va a poner tan fácil. 

No olviden votar y dejar su comentario!! Gracias por leerme!!

Xoxo, D


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