Capítulo 31: Deseos reprimidos

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Narrador externo

El ambiente en la fiesta estaba lleno de risas y alegría, la música vibraba en cada rincón y los amigos se movían al ritmo de las canciones que resonaban en el bar. María Elisa, recibió a Samantha con un abrazo efusivo cuando llegó. Se notaba la emoción en sus ojos; hacía tiempo que no se veían, y ambas habían extrañado la compañía de la otra.

Maria Elisa: ¡Qué alegría verte, Sam! (dándole un fuerte abrazo).

Samantha sonrió, sintiendo el calor y la energía de su amiga que, aunque tenía sus preocupaciones, parecía más libre y despreocupada en ese momento.

Samantha: ¡Igual yo, María! Esta fiesta está increíble.

La noche avanzó entre bailes, canciones de karaoke y tragos. María Elisa, conocida por su resistencia a las bebidas, parecía estar excediéndose esta vez. Su risa se volvía más fuerte y sus pasos más inestables a medida que la noche continuaba. Maria Elisa se disculpó para ir al baño pero, Juan Fernando, al ver cómo se tambaleaba, le pidió a Samantha que fuera tras ella.

Juan Fernando: Samantha, ¿puedes acompañar a María al baño? Está muy ebria, no quiero que se caiga o le pase algo peor.

Samantha asintió rápidamente y siguió a María Elisa, quien apenas lograba mantener el equilibrio. Cuando llegó, María Elisa ya estaba saliendo del baño, pero en cuanto la vio, se tambaleó y se agarró del brazo de Samantha para no caerse.

Samantha: María, tienes que sentarte un rato.

Maria Elisa: ¿Por qué? Si estoy bien.

Samantha: Bien borracha... vamos

Pero antes de que pudiera reaccionar, María Elisa la haló del brazo, llevándola al interior del cubículo del baño y cerrando la puerta con seguro. Samantha, confundida y sorprendida, la miró a los ojos.

Samantha: ¿Qué estás haciendo, María? (su voz mezclada con preocupación y desconcierto)

María Elisa estaba apoyada contra la puerta, con el corazón latiéndole en el pecho como si fuera a salírsele. Sus ojos se encontraron con los de Samantha, que la miraban con una mezcla de deseo y preocupación. El espacio entre ellas parecía encogerse cada vez más, hasta que finalmente Maria dio el primer paso, acercándose lentamente hasta que sus cuerpos casi se tocaban. Podían sentir la respiración acelerada de la otra, el calor de sus cuerpos, la electricidad en el aire.

Samantha levantó una mano temblorosa y la colocó suavemente en la mejilla de María Elisa, acariciándola con ternura. María Elisa cerró los ojos, disfrutando del toque cálido. No fue necesario decir nada; ambas sabían lo que querían en ese momento. Con un suspiro, María Elisa inclinó la cabeza hacia adelante, y sus labios finalmente se encontraron en un beso apasionado.

El beso fue intenso, profundo, y ambas se perdieron en la sensación de estar finalmente tan cerca. Las manos de Samantha se deslizaron hasta la cintura de María Elisa, acercándola más a ella, mientras que María Elisa envolvía sus brazos alrededor del cuello de Samantha, profundizando el beso. Era como si todo el mundo hubiera desaparecido, y solo existieran ellas dos en ese momento.

Pero de repente, un fuerte golpe en la puerta del cubículo las sacó de su burbuja.

*** : ¿Chicas? ¿Están ahí?

La voz de Cristina, sonó al otro lado de la puerta. Ambas se congelaron, sus labios aún tan cerca que podían sentir la respiración de la otra.

Samantha: Eh... ¡sí! ¡Ya salimos! (con la voz entrecortada, tratando de recuperar el aliento mientras intentaba que su corazón dejara de latir tan rápido).

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