Capítulo #1 - ¡CUIDADO!

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Narra Samantha

No hay nada como preparar un café perfecto. Y, desde luego, no hay nada como el café perfecto que prepara una de las cafeteras con aspecto de nave espacial que tengo delante.

Llevo días viendo cómo Sandra, la otra camarera, completa la tarea sin problemas mientras habla, coge otra taza y teclea el pedido en la caja. Pero yo solo consigo hacer un desastre de café.

Fuerzo el cacharro del filtro, maldiciéndolo y se me resbala, genial, ahora todo está lleno de café molido.

Samantha: No, no, no (murmuro para mis adentros mientras cojo la bayeta que llevo en el bolsillo de mi delantal)

El húmedo trapo está marrón, lo que delata las miles de veces que hoy he tenido que limpiar mis desastres.

Sandra: ¿Quieres que lo haga yo?

La voz divertida de Sandra se desplaza por mis hombros y los dejo caer. No hay manera. Por más que lo intente, siempre acabo igual. Esta nave espacial y yo no nos llevamos bien. Suspiro de forma dramática, me volteo y le paso a Sandra el gran cacharro de metal.

Samantha: Lo siento. Esta cosa me odia.

Sus labios de color rosa intenso se separan para formar una amable sonrisa, y su moño negro se mueve mientras niega con la cabeza. Tiene más paciencia que un santo.

Sandra: Ya la dominarás. ¿Quieres limpiar la mesa siete?

Me pongo en marcha, agarro una bandeja y me dirijo hacia la mesa recién desocupada con la esperanza de rendirme.

Samantha: Me van a despedir. (susurro mientras cargo la bandeja)

Sandra: ¡Claro que no!

Recojo las tazas, los platos, termino de limpiar la mesa y me dirijo a la cocina. Dejo la bandeja a un lado y comienzo a llenar el lavavajillas.

Pablo: ¿Estás bien, Sam?

Me volteo hacia la voz ronca de Pablo, el cocinero.

Samantha: Muy bien y ¿tú?

Pablo: De maravilla. (continúa silbando y fregando las ollas)

Sigo colocando los platos en el lavavajillas y me digo a mí misma que todo irá bien, siempre y cuando no me acerque a esa máquina.

Samantha: ¿Necesitas algo antes de que me vaya?

Le pregunté a Sandra al verla entrar por la puerta de vaivén. Envidio el hecho de que sea capaz de desempeñar todas sus tareas con tanta facilidad.

Sandra: No. (se seca las manos con el delantal) Vete tranquila. Nos vemos mañana.

Samantha: Gracias. (me quito el delantal y lo cuelgo) Adiós.

Tras zigzaguear hasta la salida entre las mesas de la cafetería, empujo la puerta y salgo a la calle. De pronto me acribillan unos enormes goterones de lluvia.

Samantha: Genial.

Sonrío, me cubro la cabeza con la chaqueta y echo a correr. El ruido de los carros me aturde y trato de cruzar la calle lo más rápido posible para llegar hasta mi apartamento. Escucho a lo lejos que alguien grita: ¡CUIDADO! y acto seguido siento cómo mi corazón salta del susto y todo se vuelve oscuro. 

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Nota de la autora: 

Les presento el primer capítulo con mucha ilusión, espero que les guste. El próximo capítulo será narrado por María Elisa pero todavía ando haciéndole unos arreglos, quizás lo suba esta misma noche! Es importante para mí que dejen sus comentarios, las críticas constructivas son bienvenidas! Los leo! 

XoXo, D

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