VIII

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Desde el momento en que supe que tendría que tratar a Alexia, supe que la cosa iba en serio. No todos los días me llaman para atender a una de las estrellas del primer equipo, y aunque normalmente trabajo con los chicos del filial, esta situación requería que alguien estuviera ahí rápidamente. Así que, dejando todo lo demás a un lado, me dirigí a la sala de fisioterapia.

Cuando Alexia entró por la puerta, vi en su cara la mezcla de miedo y frustración que la estaba consumiendo. No era la misma jugadora confiada que solía ver en el campo. Lo primero que pensé fue que tenía que encontrar la manera de sacarla de ese estado, aunque solo fuera un poco. Siempre se me ha dado bien mantener el ánimo de la gente, así que decidí hacer lo que mejor sabía.

La hice sentarse en la camilla y comencé a examinar su rodilla, manteniendo la conversación en un tono ligero para distraerla. Sabía lo que debía estar pasando por su cabeza, la incertidumbre, el miedo a una nueva lesión. Lo había visto antes, muchas veces, y sabía lo importante que era mantener la mente ocupada.

—Trabajar con los chicos del filial me ha enseñado una cosa: la juventud puede ser genial, pero nada supera la experiencia —dije mientras palpaba suavemente la zona de la rodilla—. Así que, ¿cómo va todo en el primer equipo? ¿Me estoy perdiendo de algo interesante?

Ella sonrió un poco más y comenzó a hablar de sus compañeras, del último partido, de lo difícil que era a veces mantener la motivación durante la temporada. Mientras hablaba, yo continuaba con mi examen, presionando aquí y allá, buscando algún signo de inflamación, de rigidez, algo que me indicara qué podía estar mal. Pero, para mi desconcierto, no encontré nada fuera de lo normal.

El dolor que Alexia sentía debía de ser intenso, lo podía ver en la tensión de su rostro cada vez que movía la pierna. Pero, por más que buscaba, no había hinchazón, ni ningún signo evidente de lesión. Todo parecía estar en su lugar. La falta de cualquier hallazgo visible me preocupaba. Normalmente, cuando un jugador siente un dolor tan intenso, hay algo concreto que señalar, pero aquí, no había nada.

—Alexia—dije, intentando mantener mi tono ligero a pesar de mis propias preocupaciones—. Me tienes intrigada. Normalmente, cuando alguien siente tanto dolor, encuentro algo que lo explique, pero en tu caso, es como si tu rodilla se estuviera comportando como una actriz de cine, creando drama donde no lo hay.

Ella soltó una pequeña risa, pero vi cómo el miedo volvía a sus ojos, una sombra que no podía ocultar.

—Entonces, ¿no hay nada? —preguntó, la inseguridad en su voz evidente.

—No he dicho eso —respondí rápidamente, tratando de reconfortarla—. Lo que quiero decir es que tu rodilla, estructuralmente, parece estar bien. No veo nada fuera de lo normal a simple vista. Pero eso no significa que no haya algo ahí. Vamos a hacer unas pruebas más detalladas, imágenes, y veremos qué está pasando. Puede ser algo menor, un tirón, una inflamación interna, pero lo sabremos con certeza pronto. No te preocupes.

Continué conversando con ella, sacando a relucir cualquier tema que pudiera mantener su mente alejada del temor. Era parte de mi trabajo, no solo curar el cuerpo, sino también intentar aliviar el peso que llevaba en su mente. Mientras lo hacía, me di cuenta de lo importante que era mantenerla animada. Ella era fuerte, sin duda, pero incluso los más fuertes necesitan a alguien que los ayude a sostenerse de vez en cuando.

Cuando terminé la revisión, le sonreí y le di un ligero golpe en el hombro.

—No te preocupes, Alexia. Esto no es el final del mundo. Vamos a descubrir qué está pasando, y antes de que te des cuenta, estarás de vuelta en el campo haciendo lo que mejor sabes hacer-Dije sonriéndole.

Ella asintió, todavía con esa mezcla de preocupación y esperanza en su rostro. Sabía que las palabras no podrían borrar su miedo, pero si podía al menos darle un poco de consuelo, entonces estaba haciendo mi trabajo.

Aunque intentaba mantenerme optimista y transmitírselo a ella, sabía que no podía dejarlo todo en el aire. Necesitábamos hacer más pruebas para llegar al fondo de lo que estaba ocurriendo.

—Bueno, Alexia —dije mientras me enderezaba y le daba un par de palmaditas en la pierna—, por hoy hemos terminado, pero me gustaría verte otra vez mañana. ¿Te parece bien que nos veamos por la tarde? Quiero volver a comprobar tu rodilla y hacer esas pruebas que te he mencionado.

Alexia me miró con una mezcla de resignación y alivio. Sabía que no le hacía ninguna gracia tener que volver y enfrentar la posibilidad de malas noticias, pero también entendía la importancia de ser cautelosa.

—Claro, Mar —respondió, asintiendo con la cabeza—. Mañana por la tarde está bien. Es mejor asegurarnos de qué está pasando, ¿no?

—Exactamente. Quiero estar segura de que no nos estamos perdiendo de nada. Aunque hoy no haya nada evidente, prefiero ser meticulosa. Nunca se sabe con estas cosas —le dije, manteniendo mi tono ligero para no cargarla de preocupaciones—. Además, mañana tendrás más tiempo para recuperarte un poco del susto de hoy, y quién sabe, quizás tu rodilla decida portarse bien y nos dé una buena sorpresa.

Vi cómo una pequeña sonrisa se formaba en sus labios. Sabía que la situación seguía siendo delicada, pero al menos ella parecía más tranquila, y eso ya era un logro. No podíamos hacer más hoy, pero mañana, con un nuevo examen y las pruebas adicionales, tendríamos un panorama más claro.

—¿A qué hora te viene bien? —le pregunté, sacando mi agenda.

—¿Las cinco? —respondió, todavía con esa chispa de determinación que siempre había admirado en ella.

—Perfecto. Nos vemos aquí a las cinco entonces —le confirmé, anotando la hora—. Y no te preocupes demasiado, Alexia. Vamos a cuidar de ti.

Mientras se levantaba de la camilla, la acompañé hasta la puerta, manteniendo la conversación ligera, asegurándome de que saliera de allí un poco más tranquila de lo que había llegado. Sabía que la incertidumbre seguiría rondando en su mente, pero también confiaba en que mañana podríamos empezar a despejar las dudas.

—Hasta mañana, entonces—le dije con una sonrisa mientras ella se alejaba por el pasillo.

—Hasta mañana, Mar —respondió, girándose para devolverme la sonrisa antes de salir.

Me quedé un momento en la puerta, viendo cómo se iba. Sabía que los próximos días serían cruciales para ella, pero también confiaba en que, fuera lo que fuera, Alexia tenía la fortaleza necesaria para enfrentarlo. Mañana, tendríamos más respuestas, y haría todo lo posible para que fueran las mejores.
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Pasará algo al día siguiente por la tarde, algo que Alexia no se espera😬

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora