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Mientras me reía con Mar y Mía, mi teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta. Al principio lo ignoré, disfrutando del momento, pero las vibraciones continuaban, así que finalmente lo saqué, curiosa por saber quién estaba intentando contactarme. Al desbloquear la pantalla, vi que había varios mensajes en el chat de mi grupo de amigas. El nombre del grupo de mis amigas brillaba en la parte superior, y debajo vi una serie de notificaciones que me hicieron sonreír de inmediato.

Abriendo la conversación, lo primero que vi fue una foto que había enviado Jana, era la foto exacta que acababa de hacerme Mar con Mía

Ahora nuestra capitana se deja poner coronas, pero cuando Pereira intentó hacerlo después de la final de la Copa de la Reina casi la mata

Después de ese mensaje de Patri llegó uno de Jana que me hizo seguir riendo.

A nosotras nos da collejas pero con Mía se transforma en una princesita

Más mensajes comenzaron a llegar en cascada, todas haciéndome burla de manera cariñosa.

Me reí en voz baja mientras leía los mensajes, sintiendo una mezcla de cariño y diversión. Mis amigas eran conocidas por no dejar pasar una oportunidad para meterse conmigo, pero siempre lo hacían con esa calidez que solo ellas podían ofrecer.

Mar, notando mi sonrisa mientras miraba el teléfono, me observó con curiosidad.

—¿Qué pasa? —preguntó, sus ojos llenos de interés.

—Que le has enviado la foto a Jana—respondí, tratando de contener la risa mientras levantaba la vista de la pantalla—. Y en el grupo de las chicas, están… bueno, burlándose de mí. Ya sabes, lo de la corona.

Mar alzó una ceja, evidentemente divertida.

—¿Y qué dicen?-Preguntó con una risa.

Me encogí de hombros, volviendo a mirar el teléfono.

—Dicen que cuando Jenni y Pereira intentaron ponerme una corona después de la final de la Copa de la Reina, me enfadé, pero que con Mía me transformo en una princesita-Mar soltó una carcajada, su risa cálida llenando la habitación.

—Tienen razón —dijo, su tono lleno de complicidad—. Parece que Mía tiene un toque especial contigo.

Mía, que estaba jugando con sus juguetes cerca, levantó la vista al escuchar su nombre, pero volvió a lo suyo sin mucho interés en nuestra conversación. Yo simplemente sonreí y respondí al chat, sabiendo que no tenía escapatoria de sus bromas.

Las respuestas a la foto no pararon de llegar, llenas de emojis de risas y réplicas ingeniosas que sabían perfectamente cómo hacerme reír. Mientras guardaba el teléfono de nuevo en el bolsillo, no pude evitar sentirme afortunada por tener a esas amigas en mi vida.

Volví mi atención a Mar y Mía, quien ahora jugaba con la pequeña corona, colocándola sobre la cabeza de una muñeca. El día había sido complicado, pero en ese momento, rodeada de personas que significaban tanto para mí, todo parecía un poco más fácil, un poco más ligero. Y aunque mis amigas me molestaban, sabía que también estarían felices de saber que estaba aquí, en un momento de alegría y calma, justo lo que necesitaba.

Después de pasar un rato jugando con Mía, la tarde se deslizó suavemente hacia la noche. Desde el salón, observé a Mar moverse hacia la cocina, sus pasos lentos y su expresión absorta en pensamientos. Aunque Mía estaba absorta viendo un partido grabado de la NBA, yo no podía apartar la vista de Mar. Había algo en su postura, en la manera en que se apoyaba en la encimera mientras preparaba la cena, que me hizo darme cuenta de que estaba cargando con mucho más de lo que quería admitir.

Finalmente, decidí acercarme. Le di a Mía una última mirada para asegurarme de que estaba bien y luego me dirigí a la cocina, moviéndome con cuidado para no interrumpirla de golpe. Mar estaba tan concentrada en sus pensamientos que no pareció notar mi presencia hasta que estuve a su lado.

—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja, queriendo no sobresaltarla pero al mismo tiempo ansiosa por saber qué pasaba por su mente.

Mar levantó la vista, un poco sorprendida al verme tan cerca, y sus ojos reflejaron un torbellino de emociones. Respiró hondo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, y luego dejó que todo lo que llevaba dentro saliera a la superficie.

—Tengo miedo, Alexia —comenzó, su voz temblando ligeramente—. No sé qué va a pasar ahora. Pablo me ha dicho que me lleve a Mía, pero… no sé qué hacer. Quiero protegerla, quiero que esté bien, pero al mismo tiempo no quiero alejarla de su padre. No sé cómo manejar esto.

Las palabras de Mar eran crudas, llenas de angustia y preocupación. Podía ver lo mucho que la estaba afectando todo, el peso que llevaba sobre sus hombros. Pero lo que más me golpeó fue cuando su voz se quebró.

—Y lo peor de todo es que me siento una mala madre por siquiera pensar en esto, en separarla de su padre, en todo lo que está pasando-Dijo mirando hacía arriba intentando evitar llorar.

En cuanto esas palabras salieron de su boca, no pude evitar reaccionar. Inmediatamente negué con la cabeza, sintiendo una punzada en el pecho al ver la culpabilidad reflejada en sus ojos.

—No, Mar —dije firmemente, sin dejar que esa idea tuviera tiempo de arraigarse—. Por nada en el mundo eres una mala madre.

Llevé mis manos a su rostro, sosteniéndolo con suavidad pero con determinación, obligándola a mirarme a los ojos. Quería que viera la verdad en mis palabras, que entendiera lo mucho que creía en lo que estaba diciendo.

—Todo lo que estás haciendo, todo lo que estás sintiendo, es porque amas a Mía más que a nada en este mundo —continué, mi voz suave pero llena de convicción—. Estás buscando lo mejor para ella, tratando de protegerla, y eso es lo que te convierte en una madre increíble. No dejes que la duda o la culpa te hagan pensar lo contrario.

Mar parpadeó, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas, pero en su mirada vi algo más: alivio, tal vez, o al menos un atisbo de comprensión de que no estaba sola en esto, de que no estaba equivocada por querer lo mejor para su hija.

En ese momento, quise hacer algo más que solo palabras. Con un movimiento lento, incliné la cabeza y dejé un suave beso en sus labios, un gesto de consuelo, de cariño, y de promesa. Sentí cómo Mar se relajaba un poco, sus manos encontrando su camino hacia mis brazos, buscando apoyo en mi cercanía.

Nos quedamos así por un momento, en silencio, dejando que la conexión entre nosotras hablara más de lo que cualquier palabra podría expresar. Sabía que los días por venir no serían fáciles, que habría decisiones difíciles que tomar, pero también sabía que estaríamos juntas en esto, y que Mar no tendría que enfrentarlo sola.

Finalmente, me aparté solo lo suficiente para mirarla de nuevo, mis manos aún descansando en sus mejillas.

—Estaremos bien, Mar —le aseguré, mi voz tranquila—. Lo resolveremos, paso a paso, pero ahora mismo lo más importante es que Mía sepa que la amas y que estás aquí para ella. Lo demás lo enfrentaremos juntas.

Mar asintió lentamente, su expresión todavía un poco perdida pero con una chispa de esperanza comenzando a encenderse en sus ojos. Sabía que le esperaba un camino complicado, pero también sabía que el amor que sentía por su hija sería su guía, y yo estaría allí para ayudarla en cada paso del camino.
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Una Alexia en mi vida por favor

En el siguiente habrá felicidad otra vez😝

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora