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Durante un rato, mientras nos quedábamos en silencio en la habitación de Mía, no pude evitar notar cómo Alexia se tocaba el cuello repetidamente, con una mueca de dolor que se le escapaba a cada rato. Sabía que había pasado varios días durmiendo mal, en posiciones que claramente no ayudaban a sus músculos. Después de todo, con todo lo que habíamos pasado en las últimas semanas, no era sorprendente que el estrés se le estuviera manifestando físicamente.

La observé con preocupación. Alexia intentaba disimularlo, como siempre, poniendo buena cara, especialmente frente a Mía, pero yo la conocía lo suficiente para ver que estaba sufriendo más de lo que dejaba ver. No podía quedarme de brazos cruzados mientras ella se sentía así. Sin hacer mucho ruido, me acerqué por detrás suyo, decidida a ayudarla.

Cuando estuve justo detrás de ella, coloqué mis manos suavemente sobre sus hombros.

—Déjame ayudarte-Le susurré suavemente.

Ella se giró un poco, sorprendida al principio, pero no dijo nada, solo asintió, permitiéndome continuar. Sabía que confiaba en mí, que sabía que, como fisioterapeuta, tenía el conocimiento necesario para aliviar ese dolor.

Comencé a masajear su cuello con cuidado, sintiendo la rigidez en sus músculos bajo mis dedos. Estaba completamente lleno de nudos, casi como si su cuello fuera una cuerda enredada. Su piel estaba tensa y cada vez que aplicaba un poco de presión en los puntos clave, notaba cómo su cuerpo se relajaba poco a poco, aunque a veces emitía un pequeño suspiro de dolor.

—Tienes el cuello hecho un desastre —le dije en un tono suave, intentando que mis palabras fueran más una caricia que una reprimenda.

Alexia soltó una risa suave, aunque se notaba que le dolía un poco.

—Sí, lo sé... No he dormido bien en días —admitió, su voz un poco apagada—. Pero ha valido la pena, por estar aquí con vosotras.

Mi corazón se apretó un poco al escucharla. Sabía que decía la verdad, pero no podía evitar sentirme un poco culpable por todo lo que ella estaba sacrificando. Y a la vez, esa devoción que mostraba hacia nosotras me hacía querer cuidarla aún más.

Seguí trabajando en los músculos de su cuello, aplicando la presión justa para deshacer los nudos sin hacerle más daño del necesario. Sentí cómo su cuerpo se iba soltando poco a poco, como si todo el peso que llevaba encima se desvaneciera con cada movimiento de mis manos.

—Te estás pasando de buena conmigo, ¿sabes? —dijo ella en tono de broma, aunque había un toque de sinceridad en sus palabras.

—No estoy siendo buena, solo estoy cuidando a la persona que quiero —respondí con una sonrisa que ella no pudo ver, pero que estoy segura de que sintió en el tono de mi voz.

Alexia dejó escapar un suspiro profundo, más de alivio que de dolor, y se recostó un poco más contra mis manos, permitiendo que la tensión se fuera deshaciendo. Trabajé con paciencia, disfrutando del contacto, de la sensación de poder devolverle un poco de lo mucho que ella me había dado en estos días tan difíciles.

—Gracias, Mar... —murmuró finalmente, su voz suave, casi como un susurro.

—No hay de qué. Siempre que lo necesites, estaré aquí para ayudarte. Igual que tú estás para mí —le respondí, terminando con un pequeño masaje en la base del cuello, un toque final para aliviar cualquier resto de tensión.

Después de unos minutos, sentí que su cuello estaba mucho más relajado, aunque sabía que necesitaría más de una sesión para deshacer toda la tensión acumulada. Pero por ahora, había hecho lo suficiente para que se sintiera mejor.

Solté su cuello con un suave apretón final y me incliné hacia adelante, dejando un beso en la parte superior de su espalda, justo donde la piel se mostraba suave y cálida bajo la camiseta.

—Te quiero —le susurré, sin saber si era para calmarla a ella o para calmarme a mí misma.

Alexia giró la cabeza hacia mí, sus ojos encontrándose con los míos, y en su mirada vi el mismo amor y la misma devoción que yo sentía por ella.

—Yo también te quiero—me respondió, con esa sonrisa que siempre lograba deshacerme por completo.

Ese primer "te quiero" resonó en mi mente como un eco, cargado de un significado que iba más allá de las palabras. No era solo una declaración, era un punto de inflexión, una especie de confirmación de algo que ambas habíamos sabido desde hacía tiempo, pero que aún no habíamos expresado tan directamente. Sentí que, al decirlo, se abría un camino nuevo, uno en el que ya no habría espacio para las dudas, en el que el amor que habíamos estado cultivando finalmente podía florecer por completo.

Mientras la veía ahí, con su sonrisa un poco cansada pero sincera, supe que había dado un paso importante en nuestra relación. Era la primera vez que me permitía decir esas palabras con tal profundidad, con una certeza que venía de lo más hondo de mi ser. No era un simple "te quiero", era la suma de todo lo que habíamos vivido, de los momentos de apoyo mutuo, de las lágrimas compartidas y de las sonrisas robadas en medio de la tormenta. Era un "te quiero" que encerraba el dolor, la esperanza, la necesidad, y sobre todo, la promesa de estar ahí, una para la otra, sin importar lo que viniera.

Sentí que algo se deslizaba entre nosotras en ese instante, una conexión aún más profunda, una corriente de entendimiento mutuo que nos envolvía, casi como si el tiempo se hubiese detenido por un momento solo para nosotras. Alexia lo entendió, lo vi en sus ojos, en la forma en que me miró, con esa mezcla de sorpresa y ternura. Era como si ella también hubiese estado esperando este momento, quizás con la misma ansiedad que yo, y ahora que había llegado, ambas podíamos respirar un poco más aliviadas, sabiendo que estábamos en el mismo lugar, emocionalmente, espiritualmente.

El "te quiero" que ella me devolvió fue un bálsamo, una caricia al alma que necesitaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Y aunque había sido pronunciado con la misma naturalidad con la que uno respira, su peso era innegable, y su impacto, inmediato. Me sentí más conectada a ella que nunca, como si esas palabras hubiesen sido el hilo que terminaba de unir nuestras vidas en un solo tejido.

Mientras me quedaba allí, detrás de ella, viendo cómo sus hombros se relajaban poco a poco bajo el efecto de mis manos y mis palabras, supe que algo había cambiado entre nosotras. Ese "te quiero" había sellado algo, una promesa tácita de que lo que teníamos no era solo un capricho del momento, ni una reacción al caos que nos rodeaba, sino algo real, sólido, algo que ambas estábamos dispuestas a proteger y nutrir.

Por mi mente pasaron imágenes de todo lo que podríamos construir juntas: más momentos como este, pero también días felices, futuros que hasta hace poco no me había permitido imaginar. Me vi a su lado en todo tipo de situaciones, enfrentando lo que la vida nos lanzara, pero siempre con esa certeza renovada de que nos teníamos la una a la otra. Vi a Mía creciendo con nosotras, vi nuestras vidas entrelazándose hasta el punto de ser inseparables.

Y mientras seguía pensando en todo lo que ese "te quiero" implicaba, me di cuenta de que no había vuelta atrás, pero también de que no la quería. Estaba completamente entregada a esto, a ella, a nosotras. Por primera vez en mucho tiempo, no sentí miedo, ni dudas, solo una paz que me anclaba a la realidad, que me hacía sentir que, aunque las cosas no fueran perfectas, estábamos en el camino correcto.

Finalmente, cuando me incliné para besar su cabeza, fue más que un simple gesto de cariño. Fue mi manera de sellar ese compromiso, de dejar claro que mi "te quiero" no era una palabra lanzada al aire, sino una declaración de intenciones, una promesa de que estaría allí, para ella y para Mía, en lo que fuera que viniera después. Porque ahora sabía, con absoluta certeza, que no quería otra cosa que estar a su lado, compartir mi vida con ella, y construir algo hermoso juntas.

Ese primer "te quiero" había significado el inicio de algo nuevo, algo que me emocionaba y me llenaba de un calor que hacía tiempo no sentía. Y estaba más que lista para todo lo que viniera después.
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Y aquí llega el primer te quiero😝

No se cuánto durará esta historia pero ya estoy con los primeros capítulos de la siguiente😬

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora