XXII

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El ambiente en el Palau era electrizante. Las luces brillaban intensamente sobre la cancha mientras los jugadores corrían de un lado a otro, y el sonido de los zapatos deportivos rechinando contra el suelo de madera resonaba en el aire. Mía, sentada al borde de su asiento, estaba completamente absorta en el partido. Sus ojos seguían cada movimiento del balón con una concentración tan intensa que parecía como si todo lo demás hubiera desaparecido para ella.

Jana, sentada a su lado, compartía la emoción. Se inclinaba hacia Mía para comentar cada jugada, señalando con entusiasmo cuando uno de los jugadores hacía una canasta espectacular o cuando se desarrollaba una jugada particularmente emocionante. Las dos parecían estar en su propio mundo, disfrutando del partido con una energía contagiosa.

Mientras tanto, me encontré sentada junto a Alexia, y aunque el partido era emocionante, no podía evitar que mi atención se desviara hacia ella. Al principio, hablamos sobre el juego, comentando las jugadas y los momentos destacados, pero pronto nuestras conversaciones comenzaron a desviarse hacia otros temas. Con cada palabra que Alexia pronunciaba, cada risa suave que escapaba de sus labios, sentí cómo mis sentimientos por ella empezaban a intensificarse de una manera que no esperaba.

Era la primera vez que realmente me daba cuenta de cuánto me afectaba su presencia. Había algo en la manera en que hablaba, en cómo sus ojos brillaban cuando sonreía, que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido. Las pequeñas cosas que decía, la forma en que hacía que todo pareciera más ligero y alegre, me atrapaban cada vez más. Era como si, con cada conversación, me acercara más a ella, no solo físicamente, sino emocionalmente.

Pero no era solo lo que sentía por ella lo que me hacía experimentar estas emociones tan intensas. Ver cómo Alexia interactuaba con Mía, cómo se preocupaba por ella y se aseguraba de que estuviera disfrutando del partido, me llenaba de una calidez indescriptible. La manera en que se tomaba el tiempo para explicarle algo del juego o para compartir una risa con ella, mostraba una paciencia y un cariño que me conmovían profundamente.

Mía, por su parte, parecía cada vez más cómoda con Alexia. Verlas a las dos juntas, compartiendo ese momento tan especial, hizo que mis sentimientos se profundizaran aún más. Sabía lo importante que era para mí que Mía se sintiera segura y feliz, y ver cómo Alexia estaba ayudando a crear esos momentos de felicidad en su vida me hacía quererla aún más.

A medida que el partido avanzaba, me di cuenta de que ya no podía negar lo que estaba sintiendo. Cada palabra de Alexia, cada risa, cada gesto de cariño hacia Mía, solo hacían que mis sentimientos crecieran. Sentía una mezcla de emoción y vulnerabilidad que me recordaba lo maravillosa y aterradora que puede ser la posibilidad de enamorarse.

Mientras el marcador seguía cambiando y la emoción del partido llegaba a su punto culminante, no pude evitar pensar que, en ese momento, lo que más me importaba no era el resultado del juego, sino lo que estaba sucediendo entre Alexia y yo, y la relación que ella estaba formando con Mía. Ese día, en el bullicio del Palau, rodeada de la energía del partido y la risa de Mía, sentí que algo nuevo y hermoso estaba comenzando a florecer entre nosotras.

Cuando el partido finalmente terminó, la energía en el Palau comenzó a disminuir, pero la emoción seguía presente en el aire. Mía había estado completamente absorta en cada minuto del juego, siguiendo las jugadas con tanta intensidad que era como si hubiera estado en la cancha con los jugadores. Sin embargo, ahora que la emoción del partido se había disipado, la fatiga comenzó a hacer mella en su pequeño cuerpo.

Me giré hacia Mía, que estaba frotándose los ojos con las manos, luchando por mantenerse despierta. Su energía inagotable finalmente comenzaba a desvanecerse, y pude ver que estaba agotada.

-Mami, estoy cansada- me dijo con una voz suave, llena de sueño. Sus ojitos ya estaban medio cerrados, y su tono de voz revelaba lo agotada que estaba.-¿Me puedes aupar?

No lo dudé ni un segundo. Me agaché para que pudiera subirse a mí, pero Mía, en su estado de somnolencia, se acurrucó contra mi pecho cuando la levanté. La sostuve firmemente en mis brazos mientras sus pequeños brazos rodeaban mi cuello y su cabeza descansaba sobre mi hombro. Sentí cómo se relajaba casi de inmediato, su respiración volviéndose más lenta y tranquila.

Mientras Mía se aferraba a mí, nos dirigimos hacia la salida del Palau junto a Alexia y Jana. Mía, aún abrazada a mi cuello, estaba en su propio mundo, medio dormida, completamente confiada y segura en mis brazos.

-Ha sido un día largo para ella- comentó Alexia, observando a Mía con una sonrisa cálida. Sus ojos brillaban con una mezcla de ternura y comprensión.

-Sí, pero lo ha disfrutado muchísimo- respondí, acariciando suavemente la espalda de Mía mientras hablaba. Sentir su pequeño cuerpo relajado y seguro contra el mío me llenaba de una profunda sensación de paz y satisfacción.

-Estaba tan emocionada durante el partido, no paraba de comentar cada jugada. Es adorable verla tan entusiasmada-Añadió Jana con una sonrisa.

Nos reímos suavemente, compartiendo el mismo sentimiento de satisfacción al ver a Mía disfrutar tanto del día. A pesar del cansancio, saber que ella había tenido un día tan especial y lleno de nuevas experiencias me hacía sentir que todo había valido la pena.

Mientras hablábamos, me di cuenta una vez más de lo afortunada que me sentía en ese momento. Tenía a mi hija en brazos, agotada pero feliz, y estaba rodeada de personas que la querían y la cuidaban. Ver a Mía abrazada a mí, tan tranquila y confiada, mientras compartía risas y palabras con Alexia y Jana, me llenaba de un calor que no podía explicar.

A medida que nos acercábamos a la salida, las luces del Palau comenzaron a atenuarse, y la multitud se dispersaba lentamente. Mía estaba cada vez más adormilada, su pequeño cuerpo pesando más en mis brazos mientras luchaba por mantenerse despierta. Pero no importaba. En ese momento, con Alexia a mi lado, su voz suave y reconfortante mezclándose con la mía y con la de Jana, supe que habíamos creado un recuerdo que Mía y yo atesoraríamos siempre.

El día había sido perfecto, y mientras caminábamos hacia el coche, con Mía dormida en mis brazos y Alexia sonriendo a mi lado, sentí que todo estaba en su lugar. El cansancio de Mía era un recordatorio de lo especial que había sido este día para ella, y para nosotras.
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Me las como😭

En el siguiente va a pasar algo😝

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora