Después de la sesión de fisioterapia, me sentí increíblemente relajada, casi como si me hubieran quitado un peso de encima. Mar me ayudó a sentarme en la camilla, asegurándose de que todo estuviera bien. Me ofreció un vaso de agua, que acepté con gratitud, y ambas intercambiamos algunas palabras sobre cómo me sentía y los próximos pasos a seguir en mi tratamiento. La conexión que habíamos construido durante la sesión me hacía sentir más cómoda, y aunque todavía sentía una ligera tensión emocional, me parecía que algo dentro de mí se estaba abriendo.
Cuando finalmente llegó el momento de irme, me levanté de la camilla y recogí mis cosas, lista para despedirme. Mar me acompañó hasta el salón, donde Mía seguía entretenida con sus dibujos animados. La niña levantó la vista de la pantalla cuando me vio entrar, y su rostro se iluminó con esa sonrisa dulce que parecía tener el poder de desarmar cualquier defensa.
—Alexia, ¿te vas? —preguntó con un tono de voz que me hizo detenerme justo antes de llegar a la puerta.
Asentí con una sonrisa, aunque sentí una leve punzada de tristeza al ver su expresión. No quería decepcionarla.
—Sí, Mía. Ya es hora de que me vaya-Dije mirándola y ella hizo un puchero.
Justo cuando estaba por girarme hacia la puerta, Mía me sorprendió con una pregunta que no esperaba en absoluto.
—¿Te quieres quedar a cenar con nosotras?-Preguntó bastante directa.
Me quedé de piedra, completamente sorprendida por su propuesta. No sabía qué decir. No había planeado quedarme tanto tiempo, y la espontaneidad de su invitación me tomó completamente desprevenida. Mi mente comenzó a correr, buscando una respuesta adecuada, pero nada coherente venía a mi boca. Instintivamente, miré a Mar en busca de alguna pista o explicación, tratando de entender si aquello era una broma o si realmente querían que me quedara.
Mar, que había estado observando la interacción, soltó una pequeña risa. Fue un sonido tan suave y genuino que resonó dentro de mí, como si hubiera tocado una fibra profunda que no sabía que existía. Esa risa, tan ligera y despreocupada, causó un efecto que no podía explicar; algo en mi pecho se calentó, y sentí una mezcla de alegría y algo más, algo que no lograba identificar del todo.
Mar se acercó a su hija, acariciándole el cabello con ternura, y luego se giró hacia mí con una sonrisa que no pudo ocultar.
—Parece que Mía te ha puesto en un aprieto —dijo Mar, todavía con esa chispa de diversión en sus ojos—. Pero si te quieres quedar no hay problema.
La situación me hizo sonreír a mí también, y sin poder resistir el impulso, decidí seguirle el juego, disfrutando de la ligereza del momento.
—Bueno, antes de aceptar una invitación así, debería saber qué hay para cenar —dije, fingiendo estar muy seria, aunque una sonrisa traicionera asomaba en mis labios.
Mar arqueó una ceja, haciéndose la ofendida, pero sus ojos brillaban de diversión.
—Que interesada—contestó, poniendo las manos en las caderas, como si estuviera evaluando si merecía la invitación—. Pues hoy tenemos sopa de letras, la comida favorita de Mía ¿Te parece suficiente para convencerte?
Solté una carcajada sincera, y el ambiente se llenó de esa risa compartida que, de alguna manera, hacía que todo fuera más fácil, más ligero.
—¿Sopa de letras? —dije, tratando de sonar pensativa, como si estuviera considerando seriamente la oferta—. Suena delicioso, creo que no puedo rechazarlo.
Mía, que había estado siguiendo la conversación con sus grandes ojos atentos, se unió a nuestras risas. Parecía estar encantada con la idea de que me quedara a cenar, y su entusiasmo era contagioso.

ESTÁS LEYENDO
𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
AléatoireAlexia y Mar se conocen de una manera repentina, una máquina expendedora estropeada hace que ambas se conozcan, las vidas de ambas aunque puedan parecer similares al estar en el ámbito futbolístico son completamente diferentes.