XII

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Mar

Después de dejar a Mía en su entrenamiento, aproveché el tiempo para visitar a Alexia en el hospital. Sabía que la operación era relativamente menor, pero quería estar allí para ofrecerle un poco de apoyo y, quizás, un poco de compañía reconfortante. La preocupación por cómo se sentiría después de la anestesia me motivaba a hacerle una visita y asegurarme de que estuviera bien.

Cuando llegué a la habitación de Alexia, me sorprendió ver que ya estaba bastante despierta, aunque todavía un poco adormilada por los efectos de la anestesia. La luz tenue de la sala y el sonido suave de los monitores creaban un ambiente tranquilo, ideal para una visita reconfortante. Me acerqué con una sonrisa y me presenté, aunque ella ya me reconocía claramente.

—Hola, Alexia —dije, con un tono cálido—. ¿Cómo estás?

Alexia me miró con una expresión de sorpresa y alivio al mismo tiempo. Aunque su voz era un poco tenue, su tono reflejaba un agradecimiento genuino.

—Hola, Mar —dijo—. Me siento un poco aturdida, pero bien, creo. ¿Qué estás haciendo aquí?

—He venido a verte —respondí, acomodándome en una silla cerca de su cama—.He aprovechado que Mía está en su entrenamiento para pasar un rato contigo. Quería asegurarme de que estés bien después de la operación, también eres mi paciente.

Alexia asintió, pareciendo satisfecha con mi presencia. La conversación fluyó con cierta ligereza, aunque su atención seguía en cómo se estaba sintiendo.

—Agradezco mucho tu visita —dijo Alexia, sonriendo débilmente—. Es agradable ver una cara conocida. ¿Cómo está Mía?

La pregunta parecía simple, pero cuando la escuché, me di cuenta de que había una especie de curiosidad genuina en su voz. Su pregunta sobre Mía me hizo sonreír, aunque una ligera incomodidad también me invadió al pensar en cómo explicar mi situación personal.

—Mía está bien —respondí, tratando de mantener un tono natural—. Ahira acabará de empezar el entrenamiento.

Alexia pareció satisfecha con la respuesta, pero luego preguntó algo que me tomó un poco por sorpresa.

—¿Está allí tu pareja? —preguntó, sin saber que el tema de Mía y su padre era algo más delicado para mí.

La pregunta hizo que mi rostro mostrara una pequeña mueca involuntaria. Aunque intenté mantener una actitud profesional y amigable, la mención de la situación con el padre de Mía me hizo sentir un poco incómoda.

—En realidad, el padre de Mía y yo estamos separados —dije con una ligera risa incómoda, intentando aligerar el tono—. Así que, no, no está con él.

Alexia me miró con una mezcla de sorpresa y comprensión.

—Lo siento si esa pregunta ha estado fuera de lugar —dijo Alexia, su voz llena de disculpas—. No quería hacerte sentir incómoda.

—No te preocupes —respondí, agradeciendo su amabilidad—. Entiendo que la pregunta ha surgido de manera natural. En realidad, es un poco raro hablar de esto a veces, pero estoy feliz de que Mía esté bien y disfrutando de su deporte.

La conversación continuó de manera ligera después de eso, y Alexia, a pesar de su estado postoperatorio, parecía sentirse reconfortada por mi presencia. Hablamos de cosas triviales, de cómo estaba manejando su recuperación y de cómo esperaba que todo mejorara pronto.

Cuando llegó el momento de irme, me sentí aliviada de haber podido ofrecerle un poco de compañía y tranquilidad. Aunque la visita había incluido un momento incómodo, la oportunidad de estar allí para ella, de escucharla y de ofrecerle apoyo en un momento tan vulnerable, me hizo sentir que había cumplido con lo que quería lograr.

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora