LXVI

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Al terminar el entrenamiento, me encontré con Mapi en el vestuario, mientras las demás compañeras se iban despidiendo y cambiando rápidamente. La conversación sobre los cachorros seguía en mi mente, y cuando Mapi me hizo la oferta de ir a verlos, sentí una chispa de emoción.

—Oye, Alexia, si tienes un rato libre ahora, podríamos ir a ver a los cachorros —dijo Mapi con una sonrisa entusiasta.

Me detuve un momento, sopesando la idea. Sabía que debía coordinar con Mar, pero la posibilidad de ver esos pequeños cachorros y evaluar si uno podría ser un buen compañero para Mía era demasiado tentadora.

—Claro, Mapi—dije—. Déjame avisar a Mar y estaré lista en seguida.

Salí del vestuario y me dirigí al aparcamiento, donde normalmente me encontraba con Mar al final del entrenamiento. La esperé unos minutos hasta que llegó. Su coche apareció a lo lejos y me dirigí hacia él con una sonrisa. Mar se bajó del coche y se acercó a mí.

—Hola—dije, dándole un beso—. Tengo planes de última hora con Mapi, así que no llegaré a casa en un rato. Pero, como siempre, nos vemos en tu casa.

Mar sonrió, y una chispa de diversión brilló en sus ojos.

—Así que tienes planes con Mapi, ¿eh? —dijo con tono juguetón—. Bueno, recuerda que ahora es nuestra casa, no solo mía.

Me reí, apreciando su sentido del humor, y le di un segundo beso, más cálido.

—Lo tengo en cuenta —respondí, riendo—. Te veré en nuestra casa, entonces.

Mar me miró con ternura mientras me alejaba, y me dirigí de nuevo hacia el coche de Mapi. Subí al vehículo, sintiendo una mezcla de anticipación y emoción. Mapi estaba hablando animadamente sobre los cachorros, y yo me dejé llevar por su entusiasmo.

Durante el trayecto, no dejaba de pensar en cómo podría ser tener un pequeño cachorro en casa. La idea de Mía con un perrito se sentía cada vez más real y emocionante.

Cuando finalmente llegamos a la casa de la amiga de Mapi, me recibió una cálida bienvenida. Mapi me mostró el lugar donde estaban los cachorros, y al verlos, mi corazón se derritió con su dulzura. Los pequeños perritos salchicha, con sus ojos brillantes y sus patitas moviéndose con torpeza, me hicieron imaginar cómo encajarían en nuestras vidas.

Estaba segura de que este paso sería una gran adición a nuestra familia y un regalo maravilloso para Mía. Mientras observaba a los cachorros, sentí que todo encajaba de manera perfecta, y no podía esperar a compartir este momento con Mar y, por supuesto, con la pequeña de la casa.

Mientras Mapi y yo estábamos en la casa de su amiga, rodeadas de cachorros adorables, uno de ellos, un pequeño perrito marrón con manchas blancas, no dejaba de saltar y morderme la pierna juguetonamente. Cada vez que intentaba apartarlo, el cachorro se acercaba con más entusiasmo. Su energía y ternura eran contagiosas, y no podía evitar sonreír ante su persistencia.

—Parece que este pequeño te ha elegido —dijo Mapi con una sonrisa amplia—. Mira cómo no deja de seguirte

La amiga de Mapi, que observaba la escena con una sonrisa satisfecha.

—Este es uno de los pocos que aún no tiene dueño. Si te gusta, puede ser tuyo-Me dijo con una sonrisa.

Sentí un alivio y una alegría instantánea. No había duda de que ese perrito era el que Mía había imaginado, y la idea de llevarlo a casa me emocionaba enormemente. Me volví hacia la amiga de Mapi y le pregunté rápidamente qué debía hacer para adoptarlo.

—Perfecto —dijo ella—. Solo necesitas firmar algunos documentos para formalizar la adopción. Vayamos a la mesa y lo haremos rápido

Nos dirigimos a una mesa cercana, donde me entregó algunos formularios. Mientras los llenaba, Mapi me observaba con una sonrisa de complicidad. No podía dejar de pensar en la cara de sorpresa y alegría que pondría Mía al ver el nuevo miembro de la familia.

Una vez que terminé de firmar, la amiga de Mapi me entregó una pequeña bolsa con algunos artículos básicos para el cachorro: comida, una cama pequeña y unos juguetes.

—Todo listo—dijo con entusiasmo—. El perrito es todo tuyo.

Me sentí increíblemente aliviada y feliz. El perrito, que aún no tenía nombre, parecía igual de emocionado que yo. Lo coloqué suavemente sobre mí mientras Mapi conducía.

Mientras Mapi conducía de vuelta a casa, el cachorro ya acomodado en el transportín a mi lado, me miró curiosa y preguntó:

—Oye, Alexia, ¿qué te ha hecho querer un perrito de repente?-Preguntó confundí.

Sonreí, mirando hacia el transportín y luego a Mapi, mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas.

—La verdad es que todo empezó con Mía —dije—. Ella ha estado hablando sobre querer un perrito.

Mapi me miró con comprensión y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Ahora lo entiendo todo-Dijo mi amiga con una risa.

Asentí, sintiendo un alivio y una satisfacción inmensa.

Mapi sonrió y la conversación giró hacia otros temas, pero no podía dejar de pensar en cómo Mía reaccionaría al ver al nuevo miembro de la familia. La idea de ver esa mezcla de sorpresa y alegría en su rostro me llenaba de emoción. Sabía que este pequeño cachorro sería una adición perfecta a nuestras vidas, y estaba ansiosa por compartir esta noticia con Mar y Mía.

Cuando llegué a casa, sabía que Mía todavía estaba en el colegio, así que decidí no abrir la puerta de inmediato. En cambio, saqué mi teléfono y, con una mano, sostuve el perrito. Llamé a Mar, mi corazón palpitando con mezcla de emoción y nerviosismo.

—Mar, por favor, no me mates —dije con una risa nerviosa en mi voz.

—¿Qué has hecho ahora?-Preguntó confundida.

—Solo abre la puerta —le pedí—. Te prometo que no es nada malo.

No pasaron muchos minutos antes de que la puerta se abriera. Mar apareció con una expresión que mezcla sorpresa y diversión. Yo, con una sonrisa que no podía ocultar, me mantuve en la entrada, sujetando al cachorro conuna mano mientras a de darle la mejor sonrisa posible.

Mar me miró, su expresión cambiando entre divertida y exasperada.

—Alexia, si que es para matarte si—dijo entre risas.

Pero al decirlo, su tono era tan ligero y lleno de risa que supe que no estaba realmente molesta. Al contrario, parecía encantada, y eso me alivió profundamente.

—Solo pensaba que podríamos darle una sorpresa a Mía —dije, tratando de suavizar la situación.

Mar soltó una risita y, sin dejar de sonreír, se inclinó para mirar el perrito en el transportín.

—Está bien, está bien. No puedo estar enfadada con un cachorro tan bonito-Dijo mirando al perro.

Así que entramos juntos en la casa, y mientras Mar seguía riendo y me preguntaba sobre cómo había conseguido al perrito, sentí una oleada de satisfacción. Sabía que este pequeño gesto significaría mucho para Mía y que, a pesar de los nervios, todo saldría bien.
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Anda que ha tardado en conseguir al perro

Mía se va a volver loca

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora