XXXXIV

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La sensación de tener a Mía en mis brazos era un bálsamo para el dolor y la angustia que había sentido en las últimas horas. Sus pequeños brazos se aferraban a mí con fuerza, y su cabeza descansaba en mi hombro. El alivio de encontrarla, de tenerla de vuelta, era inmenso, y la única cosa que deseaba en ese momento era salir de esa casa y llevarla a un lugar seguro.

Mientras me giraba para salir de la habitación, mis pasos estaban llenos de prisa y determinación. Solo podía pensar en volver a casa, en envolverla en la seguridad y el amor que había estado esperando. Pero, al llegar a la puerta, la voz de Alexia me detuvo en seco.

—Mar, espera —dijo Alexia con una firmeza que no dejaba lugar a dudas—. No podemos irnos todavía.

Me volví para mirarla, mi preocupación y agotamiento reflejados en mi rostro. Alexia estaba en el umbral, su expresión grave y preocupada. Los agentes estaban en la sala principal, y podía escuchar el murmullo de voces y el movimiento de los policías en el pasillo. La preocupación en su mirada hizo que mi corazón diera un vuelco.

—¿Qué pasa? —pregunté, mi voz temblando de ansiedad—. Solo quiero irme, llevar a Mía a casa.

Alexia dio un paso hacia adelante, su mirada sincera y preocupada.

—Mar, Pablo está siendo detenido en este momento —explicó—. La situación es complicada, y no es algo que Mía debería ver. Ellos están manejando la detención ahora, pero necesitamos que ella no se exponga a esto.

Las palabras de Alexia resonaron en mi mente, y por un momento, el impulso de salir de allí se encontró con la realidad de la situación. La idea de que Mía viera algo tan perturbador como la detención de su padre era insoportable. Consciente de la necesidad de proteger a mi hija, me detuve y asentí lentamente.

—¿Qué hacemos entonces? —pregunté, la voz llena de resignación y frustración—. No quiero que esté aquí, pero tampoco quiero que esto la afecte más de lo necesario.

Alexia se acercó, su mano tocando suavemente el brazo de Mía para tranquilizarla.

—Vamos a encontrar un lugar más tranquilo —sugirió—. Los agentes pueden llevarnos a un área donde Mía no tenga que ver lo que está sucediendo. Podemos esperar allí hasta que todo se resuelva.

El alivio en su propuesta era evidente. Asentí nuevamente, consciente de que era la mejor opción para proteger a Mía. Con Alexia a mi lado, comenzamos a movernos hacia una de las habitaciones laterales de la casa, lejos de la escena de la detención. Mientras lo hacíamos, me sentía dividida entre la necesidad urgente de proteger a mi hija y la preocupación por el caos que aún se desarrollaba.

Una vez en un rincón tranquilo, me acomodé en una silla con Mía en brazos, tratándola con el mayor cuidado posible. El sonido de las voces y los movimientos en la casa se redujeron a un murmullo distante, y me centré en calmar a Mía. La miraba con ternura, intentando asegurarme de que, aunque el mundo a nuestro alrededor estuviera en caos, ella pudiera sentir algo de tranquilidad en este momento tan crítico.

Alexia estaba a mi lado, observando con una mezcla de preocupación y apoyo. Sabía que, aunque la situación no era ideal, estábamos haciendo lo mejor que podíamos para asegurar que Mía estuviera a salvo. La fortaleza que Alexia mostraba en esos momentos era un pilar de apoyo crucial, y me sentía agradecida por tenerla a mi lado mientras atravesábamos esta tormenta.

El tiempo parecía pasar lentamente en ese rincón de la casa, pero mientras Mía descansaba en mis brazos y Alexia mantenía su vigilante compañía, sabía que lo que quedaba era esperar a que la situación se resolviera y, finalmente, llevar a mi hija a un lugar donde pudiera sentirse segura y amada.

Alexia

Mientras esperaba en la habitación con Mar y Mía , intentando calmarlas y ofrecerles un rincón seguro en medio de todo el caos, no pude evitar sentir un creciente nerviosismo. Mar estaba a mi lado, su preocupación palpable y su deseo de salir de la casa y proteger a su hija claro en cada movimiento. Mi preocupación por Mía y por Mar era constante, y el peso de la situación era abrumador.

De repente, uno de los agentes se acercó a Mar, su expresión seria mientras le decía algo que no podía oír con claridad desde donde estaba. Mar asintió, su rostro tenso mientras miraba a Mía. Con un esfuerzo evidente, se agachó y le dijo a Mía que se quedara conmigo por un momento.

—Quédate con Alexia, cariño —le dijo Mar, su voz llena de una mezcla de cariño y ansiedad—. Mami necesita hablar con alguien un momento.

Mía, aún algo confundida pero obediente, pasó de los brazos de su madre a los míos. Su pequeño cuerpo se acomodó en mis brazos con una familiaridad que, en medio del tumulto, era reconfortante. La miré a los ojos, tratando de ofrecerle una sonrisa tranquilizadora mientras Mar se alejaba de la habitación.

Desde mi posición, seguí a Mar con la mirada mientras se dirigía hacia la sala principal. La vi hablar con Pablo, sus gestos tensos y su postura rígida. Mi preocupación se intensificó mientras observaba la conversación desde la distancia, el silencio en la habitación que compartía con Mía amplificado por la tensión que sentía en el aire.

De repente, sin previo aviso, vi cómo la mano de Mar se alzaba y golpeaba la cara de Pablo. El impacto resonó en la habitación, y la escena se volvió caótica en un instante. Los agentes se movieron rápidamente para separar a Mar de Pablo, la rapidez con la que intervinieron haciendo que la situación se calmara de inmediato.

Mi corazón latió con fuerza mientras observaba la escena. La expresión en el rostro de Mar era una mezcla de furia y desahogo, mientras que Pablo se mantenía inmóvil, sorprendido por la acción inesperada. Los agentes comenzaron a apartar a Mar con suavidad pero firmeza, mientras le decían que regresara a donde estaba Mía.

Mar, aunque visiblemente agitada, comenzó a regresar hacia la habitación donde Mía y yo estábamos. Mientras la veía acercarse, una oleada de satisfacción y orgullo me invadió. Sabía que el gesto de Mar no era solo un acto de rabia, sino una expresión de la angustia y el dolor que había estado guardando. Verla tomar una acción que claramente había sido emocionalmente liberadora me hizo sentir que, a pesar de la situación, había una forma de justicia en todo esto.

Cuando Mar volvió a nuestra habitación, se acercó a Mía y a mí con una mezcla de emociones en su rostro. La vi tomar a Mía en sus brazos nuevamente, envolviéndola con un cuidado renovado y una ternura palpable. En ese momento, la tensión y el caos que habían definido la noche se desvanecieron un poco, y el vínculo entre madre e hija parecía ser el punto de enfoque en medio del desorden.

Mientras observaba a Mar abrazar a su hija, sentí que el acto de valentía y desahogo que había presenciado era algo significativo. A pesar del tumulto y la confusión, había una chispa de resolución y coraje en Mar que, de alguna manera, me daba una sensación de esperanza en medio del caos.
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El primero de hoy😝

Si termino haciendo la siguiente historia muy posiblemente irá más lenta, subiré menos capítulos por día, así os dura más, ya que es probable que sea la última que escriba😁

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora