XXXIII

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Alexia

Me despedí de Mar y Mía con cierta nostalgia, a pesar de que sabía que no era más que un "hasta luego". Habíamos pasado la mañana juntas, charlando y riendo como siempre, pero ahora tenía que irme. Había quedado con mi madre y mi hermana en el bar de siempre, y no quería hacerlas esperar. Me levanté del sofá, aún sintiendo la calidez de la compañía de mis amigas.

—Nos vemos luego, chicas —les dije mientras me dirigía a la puerta.

Mar me lanzó una mirada cómplice, y Mía sonrió con esa expresión tranquila que tanto la caracteriza. Sabía que en cuanto cerrara la puerta, seguirían con sus bromas y confidencias. Me dolía un poco dejarlas, pero también sabía que esa despedida era temporal.

El trayecto hasta el bar fue corto, y al llegar, encontré a mi madre y a mi hermana ya sentadas en nuestra mesa habitual junto a la ventana. El ambiente del bar era acogedor, con luces cálidas y el murmullo suave de las conversaciones a nuestro alrededor. Me senté con ellas, y pronto estábamos inmersas en nuestras charlas de siempre: la semana que había pasado, anécdotas divertidas, planes para el futuro.

La tarde avanzaba con tranquilidad, llena de risas y momentos compartidos, cuando sentí que mi teléfono vibraba en el bolso. Al principio, pensé en ignorarlo, pero algo me impulsó a mirar. Era un mensaje de Mar. Al abrirlo, mi corazón dio un pequeño salto.

Era una foto, una foto de esa misma mañana. En la imagen aparecíamos Mía y yo, profundamente dormidas en el sofá, con las cabezas apoyadas una en la otra. La luz suave de la mañana entraba por la ventana, iluminando nuestros rostros relajados y tranquilos.

No pude evitar sonreír al ver la imagen. Había algo especial en esa foto, algo que capturaba perfectamente la esencia de mi amistad con Mar y Mía. Una mezcla de cariño, confianza y esos momentos sencillos que compartimos, que sin darnos cuenta se convierten en recuerdos imborrables.

—¿Qué es lo que te tiene tan sonriente? —me preguntó mi hermana, arqueando una ceja mientras notaba la expresión en mi rostro.

—No es nada —dije, intentando disimular y riendo un poco nerviosa. Sabía que esa respuesta no iba a convencerla, pero lo intenté de todos modos.

—Anda que no... —replicó mi hermana, esbozando una sonrisa traviesa mientras extendía la mano hacia mi teléfono—. Dame el móvil.

—¡Oye, no! —exclamé, echándome hacia atrás para alejar el teléfono de su alcance—. Mamá, dile algo —le pedí, buscando su apoyo mientras mi hermana se inclinaba más sobre la mesa, decidida a quitarme el móvil.

Mi madre, que hasta ese momento había estado observando la escena con una sonrisa divertida, se cruzó de brazos y fingió pensarlo por un segundo.

—¿Por qué? Si yo también quiero saberlo —dijo finalmente, riendo suavemente.

Rodé los ojos, sabiendo que estaba sola en esta pelea. Mi hermana aprovechó mi distracción y se lanzó hacia mí, tratando de agarrar el teléfono. Rápidamente me aparté, manteniéndolo bien lejos de su alcance.

—Ni lo sueñes —le dije, riendo más fuerte ahora, pero aún con esa sensación de nerviosismo. No es que la foto fuera algo comprometedor, pero me gustaba mantener ciertos momentos privados entre nosotras, como algo especial.

—Vamos, Alexia, no seas así —insistió mi hermana, poniéndose de pie también—. Solo quiero ver qué es lo que te tiene tan feliz, debe ser algo bueno si te pones así.

—Es que… no es nada, de verdad —dije, pero sabía que era inútil intentar convencerla. Mi hermana siempre había sido insistente, y una vez que se le metía algo en la cabeza, era imposible sacárselo.

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora