XXV

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Mar

Cuando llegué a casa, sentí que mi corazón iba a estallar de la emoción. Cada latido resonaba en mis oídos, como si mi cuerpo no pudiera contener toda la felicidad que me inundaba por dentro. Era una sensación que hacía mucho tiempo no experimentaba, una mezcla de alivio, sorpresa y euforia que me hacía sentir viva de una manera tan intensa que casi me asustaba.

Abrí la puerta con cuidado, tratando de mantener la calma exterior que sabía que no reflejaba lo que estaba ocurriendo dentro de mí. Pero en cuanto crucé el umbral, la cerré suavemente a mis espaldas y dejé que todo lo que había estado conteniendo se desbordara. Me apoyé en la puerta, sintiendo el frío de la madera contra mi espalda mientras cerraba los ojos y dejaba escapar una risa suave, casi incrédula.

Sonreí, y supe que esa sonrisa no iba a desaparecer pronto. Era la sonrisa tonta, la que te hace sentir vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo, increíblemente feliz. Volví a revivir el momento en mi mente, una y otra vez, cada detalle, cada segundo de ese beso que había estado esperando sin siquiera darme cuenta. Alexia… Alexia me había correspondido. Había sentido lo mismo que yo, lo supe en el instante en que sus labios se encontraron con los míos. No era solo un impulso del momento, no era un simple error. Había sido real, tan real como el calor que todavía sentía en mi pecho.

Me arriesgué, y había salido bien. Dios, había salido tan bien que todavía no podía creerlo. Había cerrado los ojos y me había lanzado al vacío, esperando lo mejor, pero sin saber realmente qué esperar. Y ahora, aquí estaba, de pie en mi casa, riendo sola como una idiota ilusionada. Lo sentía en cada fibra de mi ser, en cada latido de mi corazón.

Volví a recordar cómo la había mirado, cómo había sentido esos nervios justo antes de acercarme a ella. Había sido un momento tan vulnerable, tan lleno de incertidumbre, pero también de esperanza. Y cuando sentí sus labios sobre los míos, cuando ella respondió a mi beso con tanta dulzura, supe que todo lo que había temido ya no importaba. Todo lo que había querido decirle, todo lo que había estado guardando, se había manifestado en ese beso, y ella lo había entendido. Nos habíamos entendido.

Me quedé allí, apoyada contra la puerta, sintiendo una felicidad tan pura que casi me daba miedo. Pero no era miedo de lo que podría venir, sino miedo de lo que esto significaba para mí. Porque sabía que había cruzado una línea, una línea que había estado trazada durante tanto tiempo en mi mente, y que ahora, con un solo gesto, se había desvanecido. Y estaba bien, porque lo que había del otro lado era mucho mejor de lo que jamás había imaginado.

Finalmente, me separé de la puerta, todavía con esa sonrisa en mi rostro. Fui hacia la sala, casi flotando sobre el suelo, sin poder borrar la sensación de sus labios sobre los míos. Me dejé caer en el sofá, abrazándome a un cojín mientras una risa suave se escapaba de mis labios. Me sentía como una adolescente que acababa de vivir su primer amor, esa sensación de que todo es posible, de que el mundo está lleno de oportunidades.

Cerré los ojos por un momento, dejando que la paz de esa noche me envolviera. Sabía que esto era solo el comienzo, que habría mucho más que enfrentar, pero en este instante, no me importaba. Solo quería saborear la victoria, saborear el hecho de que me había atrevido a seguir mis sentimientos, y que había valido la pena.

A pesar de la felicidad que me invadía, mientras me dejaba caer en el sofá, abrazando un cojín con fuerza, una parte de mí no dejaba de recordarme que este no era un simple romance adolescente. Esto era real, y tenía consecuencias reales. Alexia no era solo una ilusión pasajera, no era alguien con quien podía permitirme soñar sin pensar en el mañana. Era una mujer increíble, alguien que, de alguna manera, había logrado abrirse paso en mi vida, y, lo que era más importante, en la de Mía.

Suspiré, dejando que la euforia inicial se asentara un poco, dándome espacio para pensar con claridad. Tenía que hacerlo bien. No podía permitir que esta felicidad momentánea me nublara el juicio. Esto no era un juego; ambas éramos adultas, con nuestras propias vidas, con nuestras responsabilidades. Yo no era solo Mar, una mujer que acababa de descubrir lo que era sentirse ilusionarse de nuevo. Era también la madre de Mía, y todo lo que hiciera o decidiera afectaba directamente a mi hija.

Mía era lo más importante para mí, y esa realidad nunca cambiaría. No podía dejar entrar a alguien en mi vida de esa manera, sin estar completamente segura de que era lo correcto, de que era algo que podría mantener a largo plazo. No solo por mí, sino por ella. La última cosa que quería era exponerla a un amor efímero, a un vaivén emocional que podría confundirla o hacerle daño. Si iba a permitir que Alexia se convirtiera en una parte más importante de nuestras vidas, tenía que ser porque estaba convencida de que esto era algo que podría durar, algo que no solo nos haría bien a mí y a Mía, sino también a Alexia.

Pensé en la relación que Alexia ya estaba formando con Mía, en cómo mi hija la miraba con esos ojos llenos de admiración y cariño. Había visto a Mía abrazarla, reír con ella, confiar en ella. Sabía que Mía también la había dejado entrar en su pequeño mundo, y eso me llenaba de ternura y orgullo, pero también de una gran responsabilidad. No podía permitir que el entusiasmo del momento me llevara a tomar decisiones impulsivas. Si esto iba a ser algo más que un beso, tenía que ser porque ambas estábamos dispuestas a construir algo sólido, algo real.

La realidad era que la vida no siempre se presentaba como en las películas románticas. Las relaciones eran complejas, especialmente cuando había hijos de por medio. Alexia tendría que entender y aceptar que mi tiempo y mi corazón estaban divididos, que Mía siempre sería mi prioridad. Y yo tendría que asegurarme de que estaba lista para abrirme a alguien de nuevo, para compartir mi vida de una manera que no había hecho en mucho tiempo.

Pensé en Alexia, en la dulzura de su sonrisa, en la calidez que emanaba de cada palabra que me había dicho esa noche. Había visto en sus ojos la sinceridad, el deseo de estar ahí para mí, pero también había sentido su nerviosismo, su vulnerabilidad. Esto no era fácil para ninguna de las dos, y eso lo hacía aún más real, más importante. Si íbamos a seguir adelante, tendríamos que hacerlo con los ojos bien abiertos, conscientes de lo que esto significaba.

Me levanté del sofá y caminé hacia la ventana, mirando hacia el cielo oscuro salpicado de estrellas. Sabía que había tomado un riesgo al besarla, un riesgo que podría cambiarlo todo. Pero también sabía que tenía que seguir adelante con precaución, sin dejarme llevar solo por la emoción. Tenía que hablar con Alexia, ser sincera con ella sobre mis miedos, sobre mis dudas. Teníamos que asegurarnos de que estábamos en la misma página, de que ambas queríamos lo mismo y estábamos dispuestas a trabajar para conseguirlo.

No podía permitir que este amor naciente se desvaneciera, pero tampoco podía permitirme caer en la trampa de idealizar lo que podría ser. Esto no era una fantasía; era la vida real, con todos sus desafíos y complicaciones. Y si íbamos a hacerlo, tenía que ser con todo el cuidado, el respeto y el compromiso que merecía.

Sonreí, esta vez con una mezcla de alegría y determinación. Sí, había sido un paso grande, uno que había llenado mi corazón de felicidad. Pero sabía que, para mantener esa felicidad, tendría que ser cuidadosa, tendría que asegurarme de que estábamos construyendo algo sólido, algo que pudiera soportar el tiempo y las pruebas que seguramente vendrían.

Cerré los ojos por un momento, permitiéndome disfrutar una vez más del recuerdo de ese beso. Luego, con una resolución tranquila, me alejé de la ventana, lista para enfrentar lo que viniera. Porque, aunque sabía que el camino no sería fácil, también sabía que estaba dispuesta a recorrerlo, siempre y cuando lo hiciera con la persona adecuada a mi lado. Y en ese momento, tenía la sensación de que Alexia podría ser esa persona.
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Más mona Mar😭

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora