Mar
La noche fue interminable, una serie interminable de horas que parecían alargarse infinitamente mientras intentaba, en vano, encontrar algún respiro en el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, el dolor y la desesperación se hacían más intensos, y las imágenes de Mía seguían acosándome como fantasmas. Mi mente no dejaba de girar en torno a la pregunta angustiosa de dónde podría estar mi hija, y el cansancio se mezclaba con un terror frío que no podía sacudirme.
Alexia había sido una roca durante toda la noche, tratando de consolarme y mantenerme a flote, pero también notaba su agotamiento. La preocupación en su rostro era evidente, y aunque había intentado dormir, su propia inquietud y el esfuerzo por calmarme habían impedido que descansara más de una hora. Estábamos atrapadas en un ciclo interminable de angustia y preocupación, donde el sueño se convertía en una memoria distante.
De repente, el sonido del teléfono rompió el silencio de la madrugada. El timbre, que en otro momento habría sido una molestia, en ese instante me pareció como una posible señal de esperanza. Mi corazón dio un salto cuando escuché la vibración, y me levanté de la cama con una rapidez que me sorprendió. Las sábanas se arrugaron a mi alrededor mientras me incorporaba, el sueño y la desesperación luchando por controlar mis movimientos.
El teléfono seguía sonando, y Alexia se giró en la cama, su mirada aún nublada por el cansancio pero llena de preocupación. Su voz era suave, pero cargada de ansiedad.
—¿Quién es? —preguntó, su tono una mezcla de esperanza y miedo.
No podía perder ni un segundo. Cogí el teléfono, mis manos temblando levemente mientras aceptaba la llamada. Mi respiración era irregular, mi mente centrada únicamente en la esperanza de que esta llamada significara algo bueno, algo que pudiera aclarar la situación. Cuando la voz del agente se escuchó al otro lado de la línea, mi corazón se aceleró aún más.
—Mar, lamento la hora, pero Valeria quiere hablar con usted.-Dijo la voz de uno de los agentes.
La noticia era como un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Aunque Valeria había sido un misterio hasta ahora, la idea de que pudiera tener información relevante sobre el paradero de Mía me dio una chispa de esperanza. No me lo pensé dos veces. Sin dudar, me preparé para salir, impulsada por la necesidad urgente de obtener respuestas.
Me movía con una rapidez casi automática. Cada prenda de ropa que me ponía parecía ser una capa de determinación, un paso más cerca de descubrir lo que había sucedido. La noche había sido un torbellino de emociones y el cansancio apenas me dejaba pensar con claridad, pero la promesa de hablar con Valeria era suficiente para darme fuerzas. Alexia estaba a mi lado, ayudándome a vestirme con una paciencia infinita, a pesar de su propio agotamiento. Sus gestos eran suaves, pero llenos de una comprensión profunda.
Me vestí con rapidez, mi mente tambaleándose entre la esperanza y el miedo. Cada segundo que pasaba me acercaba a una posible respuesta, pero también me llenaba de una ansiedad creciente. Las palabras del agente resonaban en mi mente, y mientras me preparaba para salir, cada pensamiento estaba centrado en lo que Valeria podría decir.
Finalmente, con mi abrigo puesto y una determinación renovada, me dirigí hacia la puerta. Alexia me acompañó hasta el umbral, su presencia una mezcla de consuelo y tristeza. Su mano en mi brazo era un pequeño ancla en medio de la tormenta emocional que estaba experimentando.
—Mar, por favor, ten cuidado —dijo Alexia, su voz suave pero cargada de preocupación—. La situación es difícil, pero por favor, mantén la calma y trata de obtener toda la información que puedas. Estoy aquí contigo, siempre.
Sus palabras, aunque llenas de apoyo, no podían mitigar completamente la intensidad de la esperanza y la angustia que sentía. Me despedí con un leve asentimiento y salí de casa, el aire fresco de la madrugada golpeando mi rostro y trayendo consigo una mezcla de alivio y ansiedad. El amanecer comenzaba a despuntar en el horizonte, una promesa de un nuevo día, y con él, la esperanza de que esta conversación con Valeria pudiera acercarnos a la verdad sobre el paradero de Mía.
Cada paso que daba me acercaba a la posible resolución de esta pesadilla. A medida que me alejaba, la preocupación y el dolor seguían presentes, pero había un atisbo de esperanza en el aire. La noche había sido larga y difícil, pero al menos ahora, había una oportunidad de obtener respuestas, y estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para encontrar a mi hija.
El camino hacia la estación de policía se sintió interminable, cada minuto arrastrando una mezcla de ansias y nerviosismo. La conversación con el agente había sido breve pero suficiente para intensificar mi esperanza. Ahora, me encontraba frente a la sala de interrogatorios, mi corazón latiendo con una fuerza que casi me impedía respirar. Valeria estaba allí, detrás de esa puerta, y la idea de finalmente enfrentarla me llenaba de una mezcla de temor y anticipación.
Cuando me hicieron entrar, Valeria estaba sentada al otro lado de una mesa de metal. Su rostro mostraba signos de cansancio y preocupación, pero también había una tristeza que no podía ignorarse. La habitación estaba iluminada por una luz fría y dura, creando un ambiente que solo aumentaba mi ansiedad. Me acerqué lentamente, tratando de mantener la calma, aunque las lágrimas amenazaban con desbordarse en cualquier momento.
Al verme, Valeria se levantó de su silla con movimientos lentos y pesados, sus ojos encontrándose con los míos. La tristeza en su mirada era palpable, y su voz temblaba ligeramente cuando empezó a hablar.
—Mar, lo siento muchísimo —dijo, con una sinceridad que parecía desgarradora—. Esto ha ido demasiado lejos, más allá de lo que cualquiera podría haber imaginado.
Sus palabras fueron como un golpe en el pecho. Intenté mantenerme firme, contener las lágrimas que se acumulaban en mis ojos. Me esforzaba por no dejar que el dolor y la desesperación me abrumaran. Sabía que esta era mi oportunidad para obtener respuestas, y no podía permitir que mi angustia interfiriera.
—Por favor, Valeria —dije, mi voz quebrándose mientras intentaba controlar las lágrimas—. Necesito saber dónde está Mía. Por favor, dime dónde está mi hija.
Valeria bajó la mirada, su expresión llena de una pena que parecía difícil de soportar. La habitación estaba cargada de una tensión pesada, y cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad. Yo esperaba, casi conteniendo el aliento, mientras Valeria luchaba con sus propios sentimientos.
—Mar —empezó Valeria, levantando la vista nuevamente—. Lo que voy a decirte no es fácil. Mía está… está en la casa de campo de los padres Pablo. Tuve que seguir las instrucciones de Pablo para evitar problemas mayores. Están allí ahora.
El impacto de sus palabras me dejó sin aliento. Cada sílaba era como un peso que caía sobre mis hombros. La desesperación que había sentido en la noche parecía intensificarse al escuchar que Mía estaba en un lugar tan familiar, pero a la vez tan inaccesible en ese momento. Mi mente se llenó de imágenes de la casa de campo, y la urgencia de salir de allí me golpeó con una fuerza renovada.
Finalmente, cuando Valeria terminó de darme toda la información que tenía, me levanté de la silla con una mezcla de alivio y ansiedad. Sabía que el tiempo era esencial, y no podía perder ni un segundo más. Agradecí a Valeria por su ayuda, aunque el dolor de la situación seguía presente.
____Va que nos acercamos al momento😬😬
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𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
RandomAlexia y Mar se conocen de una manera repentina, una máquina expendedora estropeada hace que ambas se conozcan, las vidas de ambas aunque puedan parecer similares al estar en el ámbito futbolístico son completamente diferentes.