Cuando llegué al hospital, sentí una mezcla de alivio y ansiedad. No había podido dejar de pensar en Mar y Mía mientras ayudaba a Alba. Sabía que Mar estaba preocupada y agotada, y todo lo que quería era estar a su lado, apoyándola en lo que necesitara.
Subí las escaleras hasta la habitación de Mía, y cuando empujé la puerta suavemente, lo primero que vi fue la pequeña figura de Mía en la cama, con los ojos medio abiertos, todavía adormilada por la anestesia. Pero estaba despierta, y eso ya era un gran alivio.
—Hola, peque —susurré, sonriendo mientras me acercaba a su cama.
Mía me miró con sus grandes ojos oscuros, parpadeando lentamente, como si estuviera tratando de enfocar su visión.
—Hola, Alexia —respondió con una voz suave y algo rasposa, que me recordó lo frágil que era en ese momento.
Me incliné sobre ella, acariciando suavemente su cabello, contenta de verla consciente, aunque algo aturdida. Pero mientras la observaba, me di cuenta de que había algo que no encajaba. Miré alrededor de la habitación, notando la ausencia de Mar. Mi corazón dio un pequeño brinco, una punzada de preocupación atravesándome.
—¿Dónde está mami? —le pregunté a Mía, tratando de mantener mi tono calmado.
Mía frunció el ceño, como si estuviera tratando de recordar, y luego señaló vagamente hacia la puerta.
—Mami salió hace un ratito —dijo, su voz arrastrada—. Dijo que iba a hablar por teléfono y a tomar aire.
Asentí, aunque no pude evitar sentirme un poco inquieta. Sabía que Mar estaba agotada, que había pasado por un torbellino de emociones en las últimas veinticuatro horas, pero esperaba encontrarla junto a Mía, incapaz de despegarse de su lado.
—Ah, ya veo —dije, esforzándome por sonar despreocupada mientras le dedicaba a Mía una sonrisa—. Seguro que no tarda nada en volver.
Mía asintió ligeramente, sus párpados pesándole de nuevo. Se veía tan pequeña y vulnerable en esa cama de hospital, con las sábanas cubriéndola hasta el pecho. Mi corazón se llenó de ternura y preocupación, queriendo protegerla de todo lo que pudiera asustarla o hacerle daño.
Me senté en la silla al lado de su cama, manteniéndome cerca por si necesitaba algo. Mientras observaba su respiración suave y constante, no pude evitar pensar en Mar. Me preocupaba cómo se estaría sintiendo. Sabía que ella tenía la costumbre de aguantar todo, de ser fuerte por su hija, pero en ese momento, deseaba poder estar a su lado, compartir con ella el peso de todo lo que estaban viviendo.
Pasaron unos minutos en los que solo el suave sonido de la respiración de Mía llenaba la habitación. Me dediqué a acariciar suavemente su mano, esperando que Mar regresara. Quería estar allí para ella, ofrecerle consuelo, pero también necesitaba saber que ella estaba bien, que no estaba dejando que el miedo y la ansiedad la abrumaran.
Finalmente, me levanté y me dirigí hacia la ventana, mirando hacia afuera en un intento de distraerme. Pero mi mente seguía volviendo a Mar, a cómo debía sentirse, a si estaría bien ahí afuera, en algún rincón del hospital, tratando de recuperar el control sobre las emociones que seguramente la estaban desgarrando.
Mía se movió ligeramente en la cama, atrayendo mi atención de vuelta hacia ella. Se acomodó en las sábanas, soltando un pequeño suspiro antes de quedarse completamente inmóvil de nuevo. A pesar de que seguía medio dormida, no podía evitar notar la pequeña mueca de dolor que cruzaba su rostro de vez en cuando, lo que me recordaba lo valiente que estaba siendo.
Mar
La llamada que acababa de recibir me dejó en shock, con una mezcla de alivio y un nudo en el estómago que no lograba deshacer. Era mi abogado, y sus palabras resonaban en mi mente como un eco: "Por la detención de Pablo, el juez está considerando otorgarte la custodia total de Mía".
No sabía cómo reaccionar. Parte de mí había soñado con este momento, con la idea de que Mía estaría a salvo conmigo, lejos de las manipulaciones y los caprichos de su padre. Pero otra parte no podía evitar sentir un profundo pesar, no por Pablo, sino por lo que esto significaría para Mía. Ella amaba a su padre, y por más que me costara admitirlo, sabía que él también la amaba a su manera, aunque sus acciones demostraran lo contrario.
Colgué el teléfono, todavía asimilando lo que eso podría significar para nosotras. El abogado había dicho que no era definitivo, que todavía tenía que seguir un proceso, pero saber que el juez estaba considerando esa opción ya era un gran paso.
Decidí que necesitaba un momento para respirar, para procesar todo. Salí de la pequeña área de descanso del hospital, donde me había refugiado para recibir la llamada, y me dirigí hacia una ventana cercana. El aire fresco de la mañana me golpeó la cara, y tomé una profunda bocanada, intentando centrarme, ordenando mis pensamientos. No podía permitirme perder el control ahora, no cuando Mía me necesitaba fuerte y centrada.
Después de unos minutos, me sentí lo suficientemente calmada como para regresar a la habitación de Mía. Necesitaba estar con ella, ver su carita para recordar por qué estaba luchando tanto. Me preparé mentalmente para poner buena cara, para no dejar que las emociones me superaran delante de mi hija.
Abrí la puerta con cuidado y, para mi sorpresa, la primera imagen que vi fue la de Alexia, sentada junto a la cama de Mía. No me esperaba verla aquí tan pronto, sobre todo porque cuando desperté esa mañana y noté su ausencia, leí un mensaje suyo diciéndome que había ido a ayudar a Alba con unas cosas. Mi corazón se aceleró al verla, una sensación de alivio y calidez me invadió de inmediato. Su presencia me daba una calma que pocas veces había experimentado.
Me acerqué a ella en silencio, sin querer interrumpir el momento, y me incliné para darle un suave beso en los labios como saludo. Alexia me devolvió el beso con una sonrisa, y noté cómo sus ojos brillaban al verme. Era un brillo que me recordaba que, a pesar de todo lo que estaba pasando, no estaba sola.
—Hola —susurré, sin querer despertar a Mía.
—Hola —respondió ella, su voz baja y cálida—. ¿Cómo ha ido todo?
Suspiré, sintiendo cómo una parte del peso que llevaba encima se aligeraba solo por hablar con ella.
—Fue una llamada de mi abogado —empecé, mirando brevemente a Mía para asegurarme de que seguía dormida—. Me dijo que, debido a la detención de Pablo, el juez está considerando otorgarme la custodia total de Mía.
Vi cómo los ojos de Alexia se agrandaron ligeramente por la sorpresa, pero también por algo que parecía ser alivio. Ella sabía lo que esto significaba para nosotras.
—Mar... eso es... bueno, es un paso importante, ¿no? —dijo, su tono lleno de apoyo y comprensión.
Asentí, aunque todavía sentía la carga de la noticia.
—Sí, es un gran paso. Pero no puedo evitar sentirme... no sé, conflictuada. Mía ama a su padre, y aunque sé que esto es lo mejor para ella, me preocupa cómo lo va a tomar-Alexia se acercó más a mí, tomando mi mano entre las suyas.
—Lo sé, pero recuerda que Mía necesita estar con quien la cuide y la proteja de verdad. Y esa eres tú. Siempre lo has sido. No estás quitándole nada, estás asegurándote de que esté segura y feliz-Sus palabras, aunque simples, eran exactamente lo que necesitaba escuchar.
Me ayudaron a aclarar el caos emocional que se estaba formando en mi interior. Saber que Alexia estaba de mi lado, que veía las cosas desde esa perspectiva, me dio una nueva fuerza.
La miré con agradecimiento, sintiendo una conexión aún más profunda entre nosotras. A veces, todo lo que necesitaba era una mirada suya para recordar por qué estaba luchando tanto. Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de esa paz compartida, hasta que Mía se movió ligeramente en la cama, recordándonos que ella era el centro de todo lo que estábamos haciendo.
—Gracias por estar aquí, Alexia. No sé qué haría sin ti —dije finalmente, rompiendo el silencio.
Ella me apretó la mano con suavidad.
—Siempre estaré aquí, Mar. Siempre-Dijo para después dejar un pequeño beso en mis labios.
Y en ese momento, lo supe con certeza. Pase lo que pase, con Alexia a mi lado, podría enfrentar cualquier cosa. Y juntas, cuidaríamos de Mía como la familia que estábamos formando, con todos los retos y alegrías que eso conllevara.
____Más bonitas😭
¿Conseguirá Mar la custodia de Mía?
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𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
RandomAlexia y Mar se conocen de una manera repentina, una máquina expendedora estropeada hace que ambas se conozcan, las vidas de ambas aunque puedan parecer similares al estar en el ámbito futbolístico son completamente diferentes.