LXXI

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Mientras Alexia volvía a la cocina, decidida a cumplir su promesa de mimarme el resto del día, me quedé unos segundos en el salón, observándola en silencio. Verla tan concentrada en cada pequeño detalle, desde cómo preparaba el café hasta cómo vigilaba las tostadas, me hizo sonreír. Era en esos momentos cotidianos cuando más me daba cuenta de lo mucho que la quería, de lo afortunada que era de tenerla en mi vida.

Decidí acercarme a ella y apoyarme contra el marco de la puerta, cruzándome de brazos mientras la miraba de espaldas. Sabía que seguía dándole vueltas a lo del moratón, aunque yo ya lo había dejado atrás. Al fin y al cabo, ¿qué era un pequeño golpe comparado con todo lo que ella hacía por mí y por Mía?

—¿En qué piensas? —le pregunté, rompiendo el silencio.

Alexia se giró a mirarme, con una sonrisa de medio lado, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, terminó de servir las tostadas y me hizo una seña para que me sentara a la mesa.

—En lo que vamos a hacer hoy —respondió finalmente, mientras colocaba todo en la mesa—. Había pensado en ir a dar un paseo con Mía más tarde. Y… ya sabes, seguir el plan del día sin que tú hagas absolutamente nada.

Solté una risa y negué con la cabeza.

—¿De verdad piensas que me voy a quedar sentada sin hacer nada? Sabes que no soy buena en eso-Dije mirándola divertida.

Alexia se puso frente a mí y me miró con esa expresión traviesa que me hacía estremecer, como si ya hubiera planeado todo.

—Hoy sí. Hoy me toca a mí cuidarte a ti. No puedes decir que no-Suspiré, aceptando mi destino por hoy.

Era imposible decirle que no cuando ponía esa cara de "esto no es negociable". Empezamos a desayunar en silencio, disfrutando de la paz de la mañana antes de que la rutina del día nos atrapara.

—Por cierto… —dijo de repente, rompiendo el silencio mientras untaba mermelada en una tostada.

—Creo que tener a Prince va a ser algo genial para Mía. No solo porque siempre ha querido un perro, sino porque también la ayudará a entender más sobre responsabilidades, y… bueno, a sentirse más unida a nosotras como familia-Diji al pequeño perrito moviéndose en su manta.

La palabra "familia" resonó en mi cabeza, y me quedé observando a Alexia por un segundo. Era la segunda vez en dos días que usaba esa palabra. Y cada vez que la decía, me llenaba de una calidez que no podía describir.

—¿Familia, eh? —pregunté suavemente, tratando de captar su atención.

Alexia levantó la vista de su tostada y asintió, como si fuera lo más natural del mundo.

—Claro —respondió—. Somos una familia. Tú, yo, Mía… y ahora Prince.

Sonreí, sintiéndome increíblemente agradecida por lo fácil que hacía que todo pareciera. Después de todo lo que habíamos pasado, tanto ella como yo, ahora tenía esta vida que nunca habría imaginado. Me incliné un poco hacia adelante y tomé su mano sobre la mesa, acariciándola con el pulgar.

—Me gusta cómo suena eso —dije suavemente, tratando de contener la emoción que subía por mi pecho.

Antes de que pudiera seguir, el sonido de la puerta de la habitación de Mía abriéndose rompió el momento. Ambas levantamos la vista justo a tiempo para ver a la pequeña entrar en la cocina, todavía medio dormida, con su pijama arrugado y el cabello enmarañado.

—Mami… Alexia… —murmuró Mía, restregándose los ojos—. ¿Ya hay desayuno?

Alexia se levantó de inmediato, y en un par de segundos, ya tenía un plato de tostadas y un vaso de leche listo para Mía. Me incliné hacia atrás, observando cómo interactuaban. Alexia siempre había sido natural con ella, pero en ese momento, vi algo más. Vi la facilidad con la que había asumido el papel de figura importante en la vida de Mía. No solo como pareja mía, sino también como alguien en quien Mía confiaba plenamente.

𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora