Alexia
Después de un rato de pasión, cuando el aire se volvía cada vez más suave y las respiraciones se calmaban, nos quedamos envueltas en una atmósfera de tranquilidad y ternura. Los suaves rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, iluminando el salón con una luz dorada que parecía hacer el momento aún más íntimo.
Mar y yo estábamos tumbadas en el sofá, nuestras pieles aún cálidas al contacto. Ella me abrazaba con una mano en mi cintura, su respiración acompasada con la mía. La suave textura de sus dedos deslizándose por mi piel me daba una sensación de seguridad y amor que no había experimentado antes.
Nos miramos a los ojos, esos ojos grises que solían parecer tan inalcanzables y misteriosos. Ahora, en la serenidad del momento, se volvían claros y vulnerables, reflejando una profundidad que me absorbía por completo. Sentía que, al mirarla, podía perderme en sus pensamientos y emociones, como si sus ojos fueran un océano en el que quería zambullirme sin reservas.
—¿Cómo es que siempre me dejas sin palabras? —le susurré, acariciando su mejilla con el dorso de mi mano. Su piel era suave bajo mis dedos, y el contacto me llenaba de una calidez reconfortante.
Mar sonrió, una sonrisa que iluminaba su rostro y que reflejaba la misma intensidad que sentía por dentro. Sus labios se curvaron de una manera que solo hacía que la amara más. No necesitaba decir mucho; su mirada ya decía todo lo que había que decir.
—Porque te quiero, Alexia —dijo suavemente, con un tono que hacía que cada palabra se sintiera como un hechizo—. Y en ti encuentro todo lo que siempre he buscado.
Me incliné hacia ella, acercando mi frente a la suya. Podía sentir el latido de su corazón bajo mi mano, un ritmo constante y reconfortante que me hacía sentir conectada a ella de una manera indescriptible. Cerré los ojos por un momento, dejándome llevar por la profundidad de nuestros sentimientos.
Las caricias se volvieron más suaves, más lentas, mientras nos perdíamos en el abrazo y en el calor de la proximidad. No había prisa, solo el deseo de permanecer en ese instante, de saborear la tranquilidad y el amor que compartíamos.
Finalmente, abrí los ojos y me perdí de nuevo en esos ojos grises, sintiendo cómo todo el estrés y la preocupación se desvanecían en su presencia. Estaba segura de que no había lugar en el mundo donde quisiera estar más que en ese sofá, en esos brazos, rodeada por ese amor que, en su forma más pura, me hacía sentir completa.
—Te quiero, Mar —susurré, sin necesidad de añadir nada más. Era una frase simple, pero en ese momento, en ese susurro, llevaba consigo todo el amor y la devoción que sentía.
Ella me miró, su mirada llena de ternura, y se inclinó para darme un beso suave en los labios. Era un gesto tan delicado, tan lleno de significado, que lo sentí como una promesa silenciosa de que siempre estaríamos allí la una para la otra, sin importar lo que viniera.
Nos quedamos así, abrazadas y en silencio, dejando que el tiempo se deslizara a nuestro alrededor. Los momentos de calma eran tan preciosos como los de pasión, y en ese estado de amor tranquilo, supe que, sin importar lo que pasara en el futuro, teníamos lo que realmente importaba: la una a la otra.
Después de un rato de estar tumbadas en el sofá, el tiempo se volvió más tangible, y la realidad comenzó a llamar. Nos vestimos lentamente, tomando nuestro tiempo para recuperar la compostura y volver a la rutina. Mar estaba en el proceso de ponerse la camiseta, distraída por una serie de pequeños movimientos, mientras yo observaba con una sonrisa en el rostro.
De repente, sentí una necesidad irresistible de estar más cerca de ella, de mantener ese contacto que acabábamos de compartir. Me acerqué sigilosamente y, sin que ella se diera cuenta, la abracé por detrás, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Mi cabeza encontró un lugar cómodo en su hombro, y me apoyé allí, cerrando los ojos y dejando que el calor de su cuerpo me envolviera.
Mar se sorprendió al sentir mi abrazo repentino y, tras un momento de silencio, comenzó a reír suavemente. El sonido de su risa era una melodía que me llenaba de una paz profunda.
—Estás increíblemente cariñosa hoy —dijo con un tono que mezclaba diversión y ternura.
No podía evitar sonreír más al escucharla. Mi abrazo se hizo un poco más apretado, y sentí cómo su cuerpo reaccionaba a mi cercanía. Sus risas suaves y su calidez eran exactamente lo que necesitaba para sentirme completa en ese instante.
—Solo necesito estar cerca de ti un poco más —murmuré contra su hombro, mi voz casi un susurro en la tranquilidad de la mañana.
Mar giró ligeramente su cabeza para mirarme por encima del hombro, sus ojos llenos de esa chispa especial que siempre lograba derretirme. Se inclinó un poco hacia atrás para ajustarse a mi abrazo, su risa desvaneciéndose en una expresión de satisfacción y cariño.
—Bueno, no puedo decir que me importe —respondió ella, con una sonrisa que reflejaba lo feliz que estaba en ese momento—. Es un cambio agradable después de todo el caos que hemos tenido últimamente.
Mientras permanecíamos así, el mundo exterior parecía desvanecerse. El abrazo se convirtió en un refugio de calma y amor, un espacio donde todo estaba en su lugar y donde, en ese instante, no había lugar para las preocupaciones. La sensación de tenerla cerca, el contacto de su piel contra la mía, me hizo sentir que estábamos en el lugar perfecto.
Finalmente, Mar rompió el abrazo con una pequeña risa, y me dio un beso en la frente antes de girarse para mirarme completamente. Sus ojos grises estaban llenos de una ternura que me hacía sentir amada y apreciada.
—Deberíamos salir de aquí y prepararnos para el resto del día —dijo con una sonrisa—, pero por favor, sigamos manteniendo este nivel de cariño.
____Me las como😭
Tengo una cosa muy bonita preparada para esta historia😝
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𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐈 𝐅𝐎𝐔𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
De TodoAlexia y Mar se conocen de una manera repentina, una máquina expendedora estropeada hace que ambas se conozcan, las vidas de ambas aunque puedan parecer similares al estar en el ámbito futbolístico son completamente diferentes.