Capítulo 37

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Cuando llegaron al lugar, los copos de nieve que caían de aquel cielo oscuro los recibieron mágicamente. Christopher se quitó la chaqueta, Dulce hizo lo propio. Ambos las dejaron caer al suelo, sentándose sobre ellas, lanzándose por aquella ladera nevada mientras las risas colmaban el silencio protagonista de aquella noche primaveral. Bajaron la pendiente en repetidas ocasiones, con algún que otro tropezón a medio camino, hasta que agotados, terminaron tumbados sobre el suelo húmedo, sin dejar de observar la luna llena que sobresalía entre las tinieblas.

- ¿Por qué nos enamoramos siempre de la persona que menos nos conviene?; reflexionaba Dulce en voz alta mientras apoyaba su cabeza en el estómago de Christopher.

- Habla con tu corazón...; suspira el muchacho.

- El mío hace horas que se quedó mudo, ¿qué dice el tuyo?; pregunta la chica curiosa.

- Dice que está muy feliz de estar aquí y ahora contigo; sonríe el joven.

- Tonto...; susurra la pelirroja en una carcajada.

- ¡Oye, no me insultes!; bromea Uckermann mientras le lanza una bola de nieve, la primera de muchas que caerían en aquella improvisada guerra cuerpo a cuerpo.

Minutos después...

- ¡Tiempo muerto, tiempo muerto!; suplica Christopher agotado.

- ¿Te he dejado sin fuerzas, chiquito?; se ríe la pelirroja.

- Pequeña pero matona...; dice el joven guiñándole un ojo.

- Ven aquí, túmbate...; le indica Dulce, dando inicio a un masaje sobre su dolorida espalda.

- ¿Por qué no me habías hablado antes de tus habilidades con las manos?; bromea el chico.

- Y las que aún no conoces...; comenta la pelirroja de manera chistosa.

- Ay Dul, ¿por qué demonios no me he enamorado de ti? Todo sería más fácil...; suspira el muchacho.

- Y que lo digas...; exhala ella.

Before the moon...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora