Before the moon...

Capítulo 127

Frente a las cámaras, sus verdaderos sentimientos podían salir a la luz:

- Hoy me di cuenta de algo. Lo estoy haciendo todo mal. Quiero estar con Roberta, quiero estar con ella, pasarme el resto de mi vida con ella; se sinceraba Diego con sus cuates.

- A ver, Diego, ¿te sientes bien? ¿Por qué estás haciendo esto si te choca la Chucky?; preguntaban Giovanni y Tomás asombrados.

- Yo antes la rechazaba porque era la única que me podía bajar de la nube en la que yo vivía. Pero ahora, adiós miedo. Voy a jugármela por ella. Y tampoco me miren así. Ustedes piensan que Roberta está loca, que es insoportable, pero yo la quiero, y siempre la he querido, siempre...; anunciaba Diego dispuesto a reconquistar a su amor.

- ¿Y tú crees que ella te quiere a ti?; preguntaba Tomás aún incrédulo.

- Sí... Fue muy valiente y lo reconoció; respondía Diego dubitativo.

Y así, sus amigos lo ayudaron a preparar aquel cuarto, creando una atmósfera romántica que derritiese a la mujer que los traía loco, a Diego y a Christopher.

Dulce entró, nerviosa. Sabía qué ocurriría en aquella toma. Lo rechazaría, una vez más, y en el fondo sabía que ninguna de las dos lo deseaba. Decidió olvidarse de todo aquello, diría sus líneas tal y como estaban, se movería tal y como le habían indicado. Implicaría su mente, nunca su corazón, aunque a lo mejor ya era demasiado tarde...

Allí estaba él, acompañado de una guitarra y una rosa, cantando a capela aquella canción que aún dolía en su maltrecho corazón. Él no dejaba de entonar mientras ella recorría el camino de pétalos de rosa que lo llevaba a un inmenso corazón que presidía aquella habitación. Mariposas revoloteaban en su estómago, en el de Dulce. Su piel se erizaba, la de Dulce. No era Roberta la que se estremecía al ver a Diego. Era Dulce la que tiritaba al ver a Christopher.

Él dejó la guitarra para adentrarse en su corazón, en el que se encontraba en el suelo, pero también el que se escondía bajo su pecho.