Capítulo 143

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En el interior de aquel jacuzzi, Dulce María se aferró al cuello de Uckermann, ofreciéndole pequeños mordiscos que lo hacían estremecer. Ella lo haría al sentir las manos del joven sobre sus nalgas, alzándolas hasta lograr que su vagina rozase su pene endurecido. La pelirroja comenzó a moverse lentamente, deslizándose sobre su verga hasta sentirla dentro de sí.

- Ssh... Despacio, nos pueden escuchar; susurraba la muchacha.

- ¿Serás capaz de contenerte?; preguntaba Christopher sugerentemente.

- Cállate; decía ella, silenciándolo con un beso apasionado.

Dulce, lentamente, meneaba su pelvis, sintiendo cómo el miembro de su hombre llenaba su interior, apretando los músculos de su vagina, aumentando el placer que ya recorría su cuerpo. Uckermann, por su parte, dejó sus manos sobre las turgentes posaderas de la chica, empujando fuertemente, penetrándola lo más profundo posible.

Se abrazaban con mayor intensidad, aprisionando sus músculos, notando cómo sus huesos chocaban entre sí. Arriba y abajo, fuerte pero despacio, muy despacio para que ninguno de sus compañeros sospechase lo que estaba ocurriendo en ese cuarto...

Tiempo después, un par de golpes de cadera bastaron para notar cómo Christopher se corría en su interior mientras, tal y como había prometido, un «Oh...» muy ahogado salía de su boca. Un último movimiento necesitó ella para que un orgasmo poseyese su cuerpo mojado, aferrándose al cuello de su compañero, clavando sus dientes en su hombro para así impedir que aquel gemido tomase vida en forma de grito.

Allí, abrazados en aquel jacuzzi burbujeante, permanecieron hasta lograr que aquellos pequeños espasmos que recorrían sus cuerpos desapareciesen por completo.

- ¿Te estás tomando la píldora, verdad?; preguntó Uckermann cuando había vuelto en sí.

- A veces me abruma tu romanticismo... Claro que la he tomando; decía ella con falso enojo.

- Ya, no te pongas así, por el momento no quiero un bebé; reía el joven mientras le ofrecía un tierno piquito.

- Yo sé, eres más de intentar hacerlos una y otra vez; carcajeaba la pelirroja.

- Eso no te lo puedo negar, pero también tengo mi lado romántico; decía él sugerentemente mientras la acurruca sobre su pecho, besando su cuello, su barbilla, sus labios, su nariz, sus mejillas, sus párpados, su frente...


Before the moon...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora