Before the moon...

Capítulo 125

Horas después, los rayos del sol hacían despertar a Christopher, quien ya alargaba su brazo en busca de la mujer que no se encontraba a su lado. En su lugar había una nota doblada a la mitad: «No sé cómo ha ocurrido esto. No se lo cuentes a nadie, olvídalo, no volverá a suceder. Lo siento». El joven no entendía nada, menos después de la noche que habían pasado. Uckermann reía irónicamente, a sabiendas de tener más que trastocado el maltrecho corazón de su compañera.

Las horas pasaron, el lunes llegó. Él no la llamó, ella tampoco. En pocos minutos se encontrarían en el set de grabación...

El greñudo entró a la sala de maquillaje y deliberadamente se sentó a su lado, saludando con un tosco «Buenos días» que la dejó descolocada. Se observaban a través del espejo cuando la casualidad se puso de su parte. Sólo quedaban ellos dos en aquel salón, acompañados de unos maquilladores que saldrían en busca de los polvos de maquillaje que se le habían terminado. Al cerrar la puerta...

- ¿No vas a decir nada?; preguntaba Dulce María visiblemente nerviosa.

- ¿De qué?; respondía él serio.

- De lo de...; titubeaba la pelirroja.

- Mmmmm... No sé de qué hablas; se hacía Christopher el despistado.

- De lo que pasó sábado...; afirmaba la joven rotundamente.

- Nada pasó el sábado; la rebatía el muchacho.

- Ya, no te hagas...; imploraba la chica.

- Tú me pediste que olvidase todo; la desafiaba Uckermann serio.

- Es que...; titubeaba ella sin encontrar las palabras exactas.

- Es que nada Dulce, ya entendí todo. Eres una niña caprichosa y piensas que todo te pertenece. Cuando te apetece me quieres, cuando no me desprecias. Estoy harto, muy harto de tus niñerías...; la atacaba el greñudo, dando por zanjada la conversación cuando los trabajadores regresaban a sus puestos.