Before the moon...

Capítulo 72

En la otra punta del país, el equipo de rodaje ya se encontraba en el interior de un avión que los llevaría de nuevo a la capital. Las dos horas y media que duraba el viaje permitirían a Annie recordar poco a poco lo ocurrido la noche anterior.

Después de la cena y la media docena de chupitos de sake, Poncho había propuesto visitar el club más conocido de Cancún: Coco Bongo (Show & Disco).

- ¿Pero cómo? Si existe una larga lista de espera...; pregunta Anahí desconcertada.

- Uno que tiene sus contactos...; la mira Poncho haciéndose el interesante.

- ¡Reventón!; grita la güera alegremente mientras salen del hotel en busca de un taxi, no sin antes pararse en uno de sus bares.

Los jóvenes bebieron una nueva copa en los escasos cinco minutos que duró el aventón. Habían terminado las grabaciones y el cuerpo lo notaba. Nada más bajarse del auto pudieron observar la multitud que se agolpaba en la puerta principal y la cola que aún continuaba en la calle contigua. Por suerte, ellos podían entrar por la puerta lateral que únicamente podían utilizar esos que eran conocidos como 'Very Important People'.

Algunos camarógrafos, guionistas y otros miembros del equipo de rodaje ya se encontraban en aquella Sala VIP. En la puerta ya los habían agasajado con un chupito de un color verde chillón que hacía daño a la vista. No sabían qué llevaba, parecía más bien cualquier líquido radiactivo propio de una central nuclear, pero ya daba igual, bajaba como el agua.

Tras entregarles una pulsera que les permitiese entrar de nuevo, Anahí se adueñó del centro de la pista, moviendo su cuerpo al ritmo de uno de los hits del verano de 2005, creación del que es conocido como el Mozart del Reggaetón: Daddy Yankee y su 'Gasolina'. La güera se desbocaba con cada nuevo acorde, momento que Poncho aprovechó para compartir con ella ese baile tan sexual, ofreciéndole sensuales movimientos de cadera que se acompasaban con la suya de forma espectacular. En otra Sala VIP, unos treinta universitarios españoles les gritaban, asombrados por el espectáculo que estaban vislumbrando a través de sus ojos chispeantes. No los reconocieron, la novela aún no había llegado a España, y si así fuese, el tequila que inundaba su sangre no se lo hubiera permitido. Al fin y al cabo, la consecución de un título universitario era digna de celebrar por todo lo alto.