Before the moon...

Capítulo 182

Aun bajo aquel espino centenario...

- Chris, tú has tenido el valor y tú debes ser el que lo haga. Pero hazlo como Christopher la persona, no como Christopher el actor de telenovelas que se arrodilla porque eso es lo único que le han enseñado desde chiquito. Si lo miras desde afuera eso de hincarse frente a alguien se ve demasiado ridículo; reía Dulce María sin soltarse de sus manos.

- Hace tiempo una loquita te recomendó que hicieras lo que te diga el estómago en cada momento de tu vida. ¿Qué te apetece hacer ahora?; preguntaba la joven expectante.

Sobraron las palabras cuando Uckermann la tomó del cuello para enfrascarse en un largo y apasionado beso, apoyados en aquel árbol que no dejaba de presenciar su particular declaración de amor.

- Sí...; suspiraba Dulce cuando sus labios se separaron.

- Te amo; confesaba Christopher escondido tras una sonrisa sincera.

- Y yo a ti...; exhalaba la pelirroja cuando ya intercambiaban las alianzas grabadas.

- Gracias por tanto, de verdad; decía la muchacha mientras entrelazaba sus piernas a su cintura, sus brazos a su cuello y sus labios a los de él.

Sin soltarse, Uckermann caminó hacia el coche que había alquilado horas antes y posó a Dulce en el asiento del copiloto mientras él emprendía el rumbo de nuevo.

- Uf, y ahora una hora de camino hasta Santiago...; decía la joven recostándose sobre el asiento, posando sus pies en la guantera de aquel auto que ya descendía el sendero que los había llevado a aquel mirador en el que se había sellado su historia.

- ¿Y quién te dice a ti que es hora de regresar?; la cuestionaba sugerentemente el muchacho.

- ¿Has preparado algo más?; rebatía la chica realmente sorprendida.

- Ya te dije que contigo nunca era suficiente...; respondía él guiñándole un ojo.

- Y no me vas a decir a dónde vamos, ¿verdad?; preguntaba la pelirroja sin muchas esperanzas de obtener una respuesta.

- En realidad ya hemos llegado...; informaba el greñudo cuando ya aparcaba el auto en un paraje rodeado de naturaleza verde. Solamente la estancia en la que estaban a punto de entrar rompía con aquel estallido de color vegetal.