Capítulo 128

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Con el corazón en la mano y el otro en el suelo...

- ¿Y esto por qué?; pregunta Roberta escuetamente.

- Porque me di cuenta que me llevó mucho tiempo hacer esto. Roberta, te quiero mucho, mucho. Y fui un cobarde por no decírtelo antes...; se sinceraba Diego.

- ¿Es otra bromita tuya, o qué?; lo cuestionaba la pelirroja desconfiada.

- No, no, no. Lo del avión, era cierto. Te amo; admitía Christopher en boca de Diego, mientras unos ojos brillantes lo veían tiernamente, hasta que éstos se cerraron al enfrascarse en un tierno beso, un beso que permitía dejar la fantasía a un lado. La realidad pronto volvía para llamar a su puerta.

- Diego, no puedo. No puedo andar contigo; suspiraba Dulce en labios de Roberta.

- ¿Por qué? Si tú me dijiste que me querías...; suplicaba Diego.

- Y no tienes idea de cuánto...; exhalaba la muchacha mientras se preguntaba si de verdad lo quería o simplemente lo deseaba.

- Pero yo necesito alguien que me apoye y que me quiera todos los días, y tú no estás preparado para eso; pronunciaba Roberta mientras Dulce recordaba todos y cada uno de los escarceos del hombre que tenía enfrente.

- Roberta, no seas así por favor...; pedía Diego al borde de las lágrimas.

- Es que es así... Tú estás en el cotorreo, tú estás con tus amigos, todo te da igual, te lo tomas todo a la ligera y tú lo sabes Diego...; se explicaba ella, sin saber qué parte de ficción y realidad traían esas palabras.

- Roberta, Roberta, no pongas pretextos, por favor. Te lo juro, te quiero mucho. Siempre has luchado por lo que tú quieres, deja de pensar en todo lo demás. Déjame demostrarte que ya cambié, por favor; imploraba Uckermann agarrando el rostro que lo había conquistado. Ahora ya no era Diego el que suplicaba, lo hacía Christopher, arrepentido de todo lo ocurrido meses atrás.

Before the moon...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora