Capítulo 132

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Ese día tenían llamado nocturno, al fin y al cabo las serenatas se envían a esas horas de la madrugada. Diego y Miguel estaban dispuestos a reconquistar a sus amores, Christopher a conquistarla a ella. Su pasada de lengua no pasaría desapercibida para nadie...

Dulce María, después de su conversación con Poncho, decidió que aquel día era el mejor para que sus amigas más íntimas conociesen de una vez por todas los entramados de su complicada relación con el greñudo, buscando consejo sobre cómo guiar sus sentimientos. A las 14.15 horas la joven pelirroja ya compartía mesa con sus amigas de toda la vida. Annie, Maite y Zoraida, sus actuales compañeras de telenovela, también se encontraban en aquel restaurante cercano a los estudios de Televisa.

Su sorpresa fue mayor cuando por aquella puerta vio entrar al protagonista de sus conversaciones resguardado bajo la atenta mirada de Poncho, Christian y Jack. Se ve que ambos tuvieron la misma idea, era el momento de poner a sus cuates al corriente de todo lo sucedido y resolver cualquier rencilla que pudiese existir con el ex-novio de su futura novia. Alfonso también daría las explicaciones que considerase necesarias con respecto a lo sucedido esa misma mañana en el camerino de la pelirroja. Se saludaron entre sí con un leve e incómodo movimiento de cabeza. Por suerte, a ellos los sentaron en la parte superior de aquel restaurante, ellas se quedarían abajo. Tampoco coincidieron a la hora de salida, ya pronto se verían de nuevo en los estudios de grabación.

Las conclusiones que habían extraído de aquellas pláticas eran claras y concisas.

Dulce tenía miedo de sus propios sentimientos, de entregarlo todo y salir lastimada de nuevo. Sabía que no estaba enamorada, es un sentimiento demasiado fuerte, pero había algo en él que la volvía loca. Enloquecía con sólo pensar en lo que sentía al estar a su lado, mucho más cuando recordaba qué era estar entre sus brazos. Se dejaría llevar, su corazón siempre podía más que su razón, sin prisa y sin forzar la situación. Ahora sólo tenía un problema, ¿cómo se lo haría saber?

Christopher también tenía miedo, miedo a lo desconocido, al fin y al cabo nunca antes había sentido nada igual. No quería lastimarla, tampoco salir lastimado. Conocía su historia, lo que había sufrido, lo rápido que había entrado y salido de sus últimas relaciones. Él no buscaba algo pasajero, no quería cajetearla de nuevo. Decidió tomarlo con calma, por ella estaba dispuesto a esperar, sin agobios, conquistándola con sutiles movimientos que harían desaparecer el miedo que él sabía que ella sentía.


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