Capítulo 81

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Mientras Dulce María dormía plácidamente, un alborotado Christopher Uckermann timbraba incansablemente en el departamento de aquella joven que ya le abría la puerta. Sin mediar palabra se fundieron en un apasionado beso que los dirigió al cuarto de la muchacha, bien conocido por los dos desde hace años...

- Belinda, yo...; pronunciaba el chico extasiado.

- No hace falta que te justifiques. Chris, los dos sabemos la relación que mantenemos. Fuera de esta cama somos los mejores amigos, pero cuando estamos en ella tú te desahogas y yo te escucho. ¿Qué ocurre?; preguntaba la muchacha expectante.

- No sé, no sé lo que me ocurre...; suspiraba Uckermann.

- La Seño ya no puede ser. ¿En qué nuevo lío de faldas te has metido?; lo cuestionaba la chica a sabiendas de su fama de mujeriego. Al igual que Poncho, Christopher tampoco había sido el más fiel de los novios. No amaba a Anahí, si luchó por ella fue por salvaguardar su imagen de novio correcto... Y si tanto llegó a averiguar de las aventuras de su cuate era porque lo acompañaba en la mayoría de ellas. La deslealtad inundaba sus hormonas rebeldes, hasta que se sintió culpable. ¿Por qué? Ni él sabía, aunque pronto lo descubriría al darse cuenta de que todos los hombros tendidos a su compañera pelirroja no habían sido tan hipócritas como él llegó a creer. Al principio se acercó a ella por petición expresa de su cuate, con la única intención de conocer sus sospechas con respecto a las aventuras de Poncho y trasladarle la información a éste. Luego... Luego la empezó a querer.

- Es que... Es una amiga, muy guapa y con todo muy bien puesto en su lugar, pero no me gusta en ese sentido, o eso creo... Me encanta que esté conmigo, me gusta su compañía, me molesta que salga con otros. Creo que sólo intento protegerla, pero ya no estoy seguro... Al principio la utilicé, pero ahora...; explicaba Christopher visiblemente nervioso.

- ¿Dulce María?; preguntaba ella, única conocedora de las artimañas de su amigo, escondida tras una sonrisa cínica que emitía silenciosamente un «Te lo dije» que al joven lo martirizaba por dentro.

- Ya, no me veas así, bastante confundido estoy yo...; decía el muchacho echándose las manos a la cabeza.


Before the moon...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora