Capítulo 7: Primer encuentro.

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Hanna me lavó el cabello con mil productos diferentes, estaba segura de que éste se caería a pedazos. Jugó un rato con él y me metió en un vestido que a mi gusto, era muy ajustado, era negro y sin mangas ni tirantes, me puso unos tacones negros muy altos, me maquilló muy poco, lo que me pareció sumamente extraño, y me tomó mil fotos antes de salir. Yo sólo me dejé hacer, evitando el verme al espejo, era mejor tenerla feliz aunque fuera sólo por hoy. Subimos a su auto y fuimos por Dann al centro comercial, él nos esperaba, subió al auto y me miró con los ojos abiertos de par en par, lo que me incomodó mucho.

—¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto un vestido? —Le dije molesta, poniéndome mi chaqueta.

—Pues... No en ti, Kahl, estás... Lo que quiero decir es que te ves... Diferente —dijo mirando mis piernas.

—Se ve preciosa Dann, deja de molestar —dijo una Hanna muy animada.

—No dije que no lo estuviera. —Esperen, ¿qué?—. Es sólo que es un gran cambio, no la veía así desde hace mucho tiempo —decía sin dejar de mirarme.

—Dann, sigue mirando mis piernas y te juro que después de hoy sabrás bien lo que es el dolor. —No volvió a hacerlo en toda la noche.

Aparcamos muy cerca del club, parecía que Hanna y Dann estaban muy emocionados, ya que al bajar, prácticamente corrieron hacia la entrada del lugar. No tuvimos problema alguno para ingresar, simplemente nos dirigimos al inicio de la fila que había frente a la puerta, Hanna se acercó a un gorila con gafas oscuras y le sonrió muy feliz.

—¡Hola, Jack! —Le dijo y le guiñó un ojo.

—¡Hanna! ¡Qué gusto verte!, ¿son tres? —Le decía completamente embelesado. La verdad, Hanna parecía una modelo.

—Sí, te presento a mi hermana, Kahli, y a su amigo. —Me puso frente a él y traté de parecer lo más amigable posible.

—Hola, mucho gusto. —Le dije con la sonrisa más grande que pude.

—¡Hola! Eres tan bella como tu hermana, ya veo que es algo de familia. —Me dijo guiñándome un ojo. Eso me pareció muy molesto, Hanna lo notó y se impuso.

—Así es, espero que cuando ella venga le demuestres la misma cortesía que a mí, yo quiero mucho a mi hermanita, y si ella es feliz, yo soy feliz —dijo con su típica cara de cachorro. Todos notamos la indirecta petición de mi hermana, pero el tal Jack pareció notarlo y aceptarlo.

—¡Por supuesto que sí! Las hermanas Scoffield siempre serán bien recibidas aquí —dijo literalmente babeando—. Pasen. —Nos colamos mientras escuchábamos a las personas de la fila quejarse por la preferencia. ¿Dije ya que adoraba a mi hermana?

—¡Hanna! ¡Eso fue genial! —Aseguré mientras la abrazaba, cosa que jamás volvería a suceder.

—Espero que aprecies lo que acabo de hacer por ti, a partir de hoy tendrás acceso ilimitado al Valhalla, así que espero más de una cita con Josh, ¿estamos? —Me dijo seriamente, pero correspondió a mi abrazo.

—Encontraré como recompensarte. ¡Gracias!

—Vamos, encontremos un lugar. —Nos dirigió a una mesa que estaba muy cerca de la pista de baile, e inmediatamente encontró con quien bailar, la verdad estábamos pasando un buen rato hasta que Dann me recordó el por qué de nuestra visita.

—Vale, espera aquí, iré a echar un vistazo. —Le dije, le di mi bolso y mi chaqueta y me acerqué poco a poco al apartado, esquivando a las personas del lugar.

Me detuve lo suficientemente cerca para vislumbrar a cuatro chicos que estaban sentados en la misma mesa, que estaba separada de las otras con muros de cristal. La verdad, los chicos eran muy guapos, y charlaban, bebían y reían. Busqué la cámara digital de mamá, que había guardado en mi bolso antes de salir, pero recordé que se la había dejado a Dann, suspiré y regrese a nuestra mesa. La encontré vacía. Al mirar a la pista de baile, vi a Dann bailando con Hanna y sus amigas, salidas de no sé donde, mientras sostenía mi bolso. Genial. Sin nada que hacer, me dirigí a los sanitarios, me miré en el espejo y acomodé un poco mi cabello. 

La verdad, para ser la primera vez en tres años que usaba algo así, no me veía tan mal. El único inconveniente era que parecía una más del ejercito de Barbies de Hanna. Sacudí la cabeza y salí de ahí antes de que me arrepintiera de la idea del artículo. El pasillo estaba oscuro, y a un lado de la puerta, escuché un sollozo. Alguien estaba sentado en el piso, llorando. Bien, debía hacer algo. Me acerqué y toqué el hombro de la figura en el suelo. 

—Disculpa, ¿está todo bien? —La persona se dio la vuelta, me miró y pude reconocer a la mismísima Jenna Lebbon—. ¿Jenna? —No eramos amigas, en realidad jamas habíamos cruzado más palabras que un simple hola, pero nos habíamos visto un par de veces en la escuela.

—¿Kahli? —Me llamó bañada en lágrimas. 

—Vaya, ¿estás bien? —Le dije mientras le ayudaba a incorporarse, tenía la ropa desarreglada y todo el maquillaje corrido, parecía una tragedia de televisión.

—Sí. Sí, lo siento, es sólo que... —Miró el suelo y después se lanzó a mi cuello a llorar. Pfff, no me podía estar pasando esto a mí.

—Vamos, Jenna, no llores, dime, ¿alguien te hizo algo? —Ella negó con la cabeza y me miró.

—Sólo rompieron mi corazón. —Oh, no. Problemas de chicas, mi peor tema de conversación. ¡Rayos! Debí escapar cuando pude hacerlo. Aún así, traté de ser amable.

—¿Qué te pasó? —Le dije.

—Rompí con mi novio. —Bien, no sabía que tenía novio, seguro que eso le interesaría a Dann—. O mejor dicho, él rompió conmigo. —Ahora entendía su drama, pero no quería hablar de esos temas.

—Ya veo, pero debes calmarte, él no debe verte así. ¡Venga, Jenna! Eres una gran chica, hay muchos chicos geniales en el instituto a los que les gustaría salir contigo. —Ella se calmó un poco y arregló su ropa aún hipando.

—¿Tú crees eso? —Pfff la verdad pensaba que era una cabeza hueca, pero odiaba ver a alguien llorar, además, Jenna jamás me había hecho nada malo.

—¡Claro que sí! Ven, ya basta, deja de llorar y ve a casa a descansar. —Ella se limpió las lágrimas y me dedicó una sonrisa triste. 

—Eso haré, Kahli, Gracias. —Tomó su caro bolso de diseñador del piso y se alejó con la cabeza alta. Vaya, ¿quién me mandaba a meterme en lo que no me importaba? Suspiré.

—Debes dejar de entrometerte, Kahl. —Me dije a mí misma y sacudí la cabeza, dispuesta a irme.

—No —dijo una voz masculina detrás de mí. Giré sobresaltada al otro extremo del pasillo en busca del propietario de aquella voz, pero sólo pude ver una figura delineada entre las sombras—. No dejes de hacerlo, por favor. 

—¿Quién eres? —dije intentando parecer tranquila.

—Perdona, no quise asustarte, me pareció un buen gesto de tu parte el ayudar a esa chica —dijo desde la parte oscura del pasillo.

—Sí, bueno, ¿qué te digo? Soy un amor, pero creo que ahora debo irme —dije un tanto asustada. Él rió y se acercó unos pasos.

—Por favor, no te vayas. —Extrañamente, su voz era muy tranquila, lo que me asustó aún más. Di un paso hacia atrás, con la intención de salir corriendo a buscar a Hanna, pero entonces, él se acercó a la luz, permitiéndome verlo—. Me llamo Owen.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora