Capítulo 64: Romeo.

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-Te ves hermosa. -Marcus me dedicó la sonrisa más linda que tenía.

-Gracias, y gracias por el vestido, es hermoso y fue una sensación entre las mujeres de mi familia. -Se echó a reír.

-Me alegra que te haya gustado, fue una buena elección, pero no creo que el vestido sea lo hermoso, sino la chica que lo usa. -Me sonrojé, y presioné mi nariz contra la suya.- Vamos. -Abrió la puerta para mí, y me ayudó a subir antes de ponerse al volante. Me giré en mi asiento y puse mis piernas sobre las suyas mientras me recargaba en la puerta, era una posición un tanto rara pero nos habíamos acostumbrado a viajar así.

-Cuéntame de tu baile de graduación. -Soltó una risa ligera, pero muy varonil.

-No hay mucho que contar, no fui a mi baile de graduación. -Me incliné interesada para poder escuchar mejor.

-¿Qué? ¿Por qué no? ¿Acaso nadie te invitó? -Mi novio rompió a reír.

-Todo lo contrario, recibí tantas invitaciones que terminé por hartarme y decidí no ir. Ésa noche me escapé con Sohar. -Sohar había sido una amiga de Marcus de la que se había enamorado, pero según me contó, las cosas no habían salido nada bien.

-Entonces, es un placer para mí llevarte a tu primer baile de graduación. -Hice una solemne inclinación de cabeza.

-Dije que no había ido al mío, no que nunca había asistido a uno. -Me provocó con una ceja levantada. Fruncí el ceño y lo golpeé en el brazo antes de que soltara una carcajada-. ¡Oye! Sólo bromeaba.

-¿Sabes? Es raro que ya no sea raro verte reír tan seguido. -Le sonreí.

-Eso es porque desde que estás conmigo sólo tengo motivos para sonreír como imbécil. -Tomó mi mano y la llevó a su labios, sin despegar la vista de la carretera.

-Eres adorable. -Cambié de posición para poder besar su mejilla, intentando no distraerlo demasiado, y sin embargo, él bajó la velocidad, siempre era muy cauto al conducir, a pesar de hacerlo muy rápido. Llevé un camino de besos hasta su cuello, lo que lo hizo suspirar.

-Si vas a seguir con eso me obligarás a detenerme en la orilla del camino, y jamás llegaremos al baile. -Amenazó con voz ronca. Rompí a reír.

-Vale, me comportaré, pero no me hagas querer besarte. -Él rió, y lo besé de nuevo.

-¡Pero ésta vez no hice nada! -Ataqué de nuevo sus mejillas.

-No digas nada. -Gruñí entre besos, lo que lo hizo reír más.


Cuando me obligues a dejar de quererte...


Cuando me obligues a dejar de quererte, entonces me fijaré en otros chicos, no antes.

Esa fue la promesa que le hice a Owen, y sin embargo, me tomó un buen tiempo después de que lo hizo para que pudiera alejar mis ojos de él... y no lo hice completamente.

Después de que Jesse me encontrara en la bahía, me costó mucho trabajo salir de casa nuevamente, no tenía ganas de hablar con nadie ni de ir a ninguna parte a pesar de las insistencias de los Geckos y los Vikingos, dejé el hockey, me centré en las asesorías con Haiden, iba de mi casa a la escuela, de la escuela a su casa, y de su casa a la mía, siempre en completo silencio.

Al principio estaba en negación, quería probar que Owen realmente no se había acostado con Jenna, incluso hablé con ella, pero todo fue en vano, y mi búsqueda no dio frutos, así que me resigné y acepté la peor versión que mi mente creó, devastada. Pero los chicos jamás me dejaron sola, fue por eso que di mi mejor esfuerzo, por ellos, y poco a poco fui saliendo de mi caparazón, volví a disfrutar de las pequeñas cosas, regresé a ver a los chicos al Valhalla, y a jugar todos mis partidos con los Geckos.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora