Jesse - Capítulo 8: Idiota enamorado.

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-Me alegra que estés mejor, Kaa. -Nos encontrábamos en el sofá de su sala y comíamos palomitas. Había corrido a su casa en cuanto le dieron el alta, aunque hice una parada técnica en la pista y recogí las cosas que habíamos olvidado el día anterior. No quería que se quedara sola en casa, ya que sus padres debían ir a trabajar. Los padres de Kahli eran doctores, así que no pudieron librarse mucho tiempo de su trabajo, y ni de chiste le confiaría el cuidado de Kahli a la reina del drama. Besé su frente y me sonrió.

-Me siento bien, me duele un poco la cabeza, pero nada fuera de lo común -Le restó importancia mientras miraba su celular. Hizo una mueca.

-¿Pasa algo? -Me interesé. Negó.

-Nada muy interesante, Stear se enteró de que el número 68 de las "Lobas Negras" fue suspendido durante tres partidos por lesionarme. Quería saber si me encontraba bien. Stear es genial. -Bufé.

-Es un perro. -Solté despectivamente. Kahli se echó a reír. Solíamos llamar perros a Kyle y a sus amigos debido a que su equipo era el de Los Bulldogs.

-Eso es porque no te has dado la oportunidad de conoce... -Se detuvo y me giré para mirarla.-Joder. Vienen los vikingos. -Se puso de pie-.¡No puede ser! ¡Esto parece una pocilga! -Miró a su alrededor. Bufé.

-No está tan mal, sólo un poco desordenado. Además, ¿por qué demonios vendrán? -Ella me miró furiosa-. Ya, vale, vale, lo siento. -Me rendí. No quería pelear con ella ahora, después del susto del día anterior, haría todo por mantenerla feliz. Me sonrió.

-Son mis amigos, me alegra que se preocupen por mí y quiero verlos. -Hizo una mueca-. Aunque creo que de cualquier manera, no podré recibirlos. -Suspiró triste.

-Venga, no hagas drama, te prometo un día tranquilo. Pasaré el resto del día con Dann y podrás ser feliz con ellos. -Ofrecí-. Ésta vez me portaré bien. -Prometí.

-Gracias, pero no me refería a eso. Debo volver al hospital. -Contó. Fruncí el ceño.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso deben hacer más pruebas? -Negó.

-Debo volver por mis cosas, llegué hecha un desastre al hospital así que me quitaron el equipo y la ropa mojada, me dieron una bata espantosa y mamá me llevó ropa limpia y seca esta mañana, también le pedí que llevara una mochila para guardar mis cosas, pero la olvidé en el hospital. Papá llamó y la enfermera dijo que las dejaría en la recepción para mí. -Explicó desanimada-. Esperaba que me acompañaras. -Le sonreí.

-No te preocupes, yo iré por ellas, recibe a tus amigos. -Ella frunció el ceño.

-No Jess, no te lo pediría. -Se molestó. Me eché a reír.

-¿En serio te molestas porque quiera hacerte un favor? -La abracé-. Sé que no me lo pedirías, y es por eso que quiero hacerlo. -Tomé su barbilla y besé su frente-. No morirás por dejarte consentir un poco. Ella se sonrojó, pero asintió.

-Gracias Jess. Ayer no te agradecí por golpear a ese bastardo. -Me eché a reír.

-Ayer golpeé a dos bastardos, y en ambas ocasiones fue un placer. -Kahli intentó parecer molesta pero al final se unió a mis risas.

-Eres un tonto. -Afirmó.

-Es parte de mi encanto. ¿A qué hora llegarán los vagos? -Dio un salto y comenzó a acomodar los cojines de los sillones.

-En una hora. Debo apresurarme.

-Entonces será mejor que me vaya, traeré tus cosas después. ¿Me avisarás en cuanto se hayan ido? Podríamos ver una película esta noche.

-Suena bien, ¿yo elijo? -Bufé.

-Ya lo veremos, mocosa. -La despeiné y reímos. Nuestras miradas se cruzaron, me acerqué a ella y se sonrojó de inmediato. ¡Dios! ¿Por qué tenía que ser tan hermosa? Fácilmente podría dedicarse al modelaje y a pesar de ello, lo más excitante de ella era que prefería jugar hockey. Besé lentamente su mejilla, moría por probar sus labios, pero no quería estropearlo todo, como la vez anterior en la playa. Suspiré y me alejé-. Debo irme, llámame, ¿quieres? -Asintió y salí de la casa flotando como un idiota.

Conduje hasta el hospital suspirando como un imbécil y casi entré a la recepción saltando. Me obligué a comportarme y me acerqué a la recepcionista.

-Hola, vengo a recoger las pertenencias de Kahli Scoffield. -La chica me miró sorprendida y enseguida esbozó una enorme sonrisa. Me recordé ser amable.

-¡Claro! -Se alejó un poco y buscó detrás del mostrador. Me distraje mirando a las personas que se encontraban en el lugar: Un par de chicos, un señor, dos niños, una enfermera... Vaya, se trataba de la misma enfermera del día anterior. Se acercó al mostrador sin reparar en mí.

-Keyla, ¿tienes el expediente de la señora Anderson? -La recepcionista asintió y tomó una carpeta que le entregó.

-Aquí está. Por cierto, ¿sabes qué pasó con las pertenencias de la chica que atendiste anoche? Este lindo chico ha venido por ellas -Rodé los ojos, la regordeta enfermera me miró con curiosidad.

-A ti te recuerdo. -Me sonrió-. Pero no te hubieras molestado, cariño, pudiste haber enviado al novio de la chica. -Sugirió. Fingí una sonrisa, ese estúpido vago se había hecho pasar por su novio-. Pero, sígueme, yo tengo su mochila. -Me guió por una serie de pasillos hasta llegar a una sección de casilleros, abrió uno, sacó de éste la mochila de Kahli y me la entregó-. Aquí tienes, cariño.

-Muchas gracias. -Le sonreí dispuesto a irme.

-¡Oh! Espera un segundo, ¡Casi lo olvido! -Regresó al casillero y después se giró hacia mí con un par de hojas de papel dobladas-. Tu amiga me pidió papel y lápiz en cuanto despertó, supongo que estaba inspirada. -Soltó una risita boba-. Creo que le gustaría tener lo que escribió. -La miré confundido, pero aún así, hice lo posible por escapar cuanto antes, esta enfermera me daba miedo.

-Seguro, muchas gracias por guardarlo. -Me alejé antes de que pudiera seguir hablando y fui a mi auto. Lancé la mochila al asiento del copiloto despreocupadamente y antes de encender el motor, abrí las hojas que la señora me había dado sin prestarles demasiada atención, pero eso cambió en cuanto entendí lo que estaba escrito en ellas. Las leí una y otra vez, intentado comprender el significado de aquello. Contuve el aliento un momento, suspiré, y conduje directo a la bahía.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora