Kahli - Capítulo 19: Rencor.

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Colgué el teléfono, sonriente, y subí las escaleras, había tenido un buen día, pero la verdad estaba confundida... y no sabía que hacer.

Gerry me esperaba en mi habitación, pusimos una película y casi hacia la mitad, se quedó dormido. Estaba adormilándome también cuando escuché la puerta abrirse.

—¡Hola, estoy en casa! —Gritó Hanna, y después, nada.

Seguramente se dio cuenta de que mis padres no estaban en casa, ella no solía dar razón de su paradero a Gerry o a mí, porque poco después escuché la puerta de su habitación abrirse. Dudé unos minutos, y me levanté. Cargué a mi hermano hasta su habitación, lo arropé teniendo cuidado de no despertarlo, besé su frente, salí y apagué las luces antes de cerrar la puerta. 

Suspiré y fui directamente a su habitación. A pesar de que la puerta estaba entreabierta, toqué suavemente con los dedos un par de veces.

—¿Kahli? —Rápidamente abrió la puerta y me miró sorprendida, tenía un zapato en una mano y el otro aún puesto.

—¿Te interrumpo? Puedo venir más tarde. —Ofrecí, aunque más bien soné huraña. Desde el incidente con Owen en el Loui's, estaba muy atenta conmigo. Casual, ¿no?

—¡No! Pasa. —Abrió la puerta del todo, y se hizo a un lado mostrando parte de su pulcra y gran habitación blanca, con detalles rosados. Negué.

—Gracias, será rápido.

—¿Está todo bien? Kahli, sobre lo del otro día... —La corté antes de que pudiera seguir.

—No te preocupes, no vine para hablar de tus coqueteos. —Ella se mostró dolida, y pude ver la culpa en sus ojos. Seguro—. Pero algo tiene que ver... Verás, yo... Bueno, hoy tuve partido. —Levantó una ceja confundida.

—¿Viniste a decirme que tuviste un partido? —preguntó incrédula.

—Sí, bueno, no. Escucha por favor —pedí. Ella me miró, ahora con curiosidad, suspiré de nuevo. Joder, esto dolía, quería a Jesse aquí y ahora—. Vale, sabes que llevé a Gerry al partido, ¿no? —Asintió. Noté cómo comenzaba a perder la paciencia—. Pues, estaba jugando y anoté un gol, uno muy bueno por cierto. —Aclaré. Ella comenzó a fruncir el ceño. ¿Desde cuando era tan difícil hablar con ella? De acuerdo, lo sabía, y debía dejar de darle rodeos al asunto—. Lamento divagar, es que sinceramente no sé cómo abordar el tema, pero al anotar el gol, me volví hacia las gradas para lanzarle un beso al enano, y entonces, en las gradas... —Sentí cómo mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, así que con un enorme nudo en la garganta, lo solté—. Vi a Lyschko, Hanna.

Los ojos de mi hermana se abrieron lentamente de par en par, y pude ver su desconcierto antes de que parpadeara, y me mirara con más control.

—¿Estás segura de que era él? —Afirmé con la cabeza. No tenía duda alguna de ello—. Bueno, no es tan extraño, era muy posible que algún día volviéramos a saber de él, pero, ¿verlo en la pista? ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Quieres hablar de ello? —Preguntó con la total seguridad de que me arrojaría a sus brazos, lloraría y le diría todo. 

Como antes. 

Fue en ese momento cuando supe que ya había cruzado demasiado la línea.

—No. —La corté—. No vine a buscar apoyo ni nada por el estilo —Farfullé fríamente. Ella me miró como si no me conociera—. Sólo pensé que deberías saberlo, quizá también te busque, aunque quizá eso te gustaría, ¿no? —Las lágrimas cayeron en cascada por sus mejillas.

—No me hables así —reclamó, pero no surtió el efecto deseado, porque su voz se quebró hacia el final de la frase.

—Como sea. —Di media vuelta, y fui directo a mi habitación. Marqué el numero de Jess mientras me desvestía, contestó casi al instante.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora