Owen - Capítulo 4: Imbécil.

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—Te dije que éstas eran las más geniales. —Me presumía la pequeña impertinente al salir de la tienda. Estaba comenzando a irritarme. 

De nuevo. 

¿Cómo demonios podía ser tan hermosa, y al mismo tiempo tener el súper poder de volverme loco tan rápido?

—Las rojas eran mejores. —Respondí enfurruñado mientras caminábamos de regreso al club, que por cierto, quedaba muy lejos, ya que ella se había negado a que fuéramos en auto.

Habíamos ido a comprar plumillas para Alex. ¡Sólo eso! ¡No me parecía algo tan complicado! ¡¿Por qué carajos debíamos competir por esto también?! Debía tranquilizarme, porque a pesar de todo, me sentía increíble. En las ultimas semanas habíamos pasado mucho tiempo juntos, y su reportaje estaba casi listo, sólo debíamos hacer mi entrevista y estaría terminado, habíamos dedicado mucho tiempo a ello, y decidimos convertirlo en una mini revista. 

Además de eso, Kahli llegaba muy temprano al club los días que teníamos citas, y se ponía a escribir canciones para los chicos antes de que nos dedicáramos a nuestros asuntos. Me las mostraba siempre un día antes de que los chicos las presentaran, y eran fantásticas. Sin saberlo, la chica tenía el don de la música además de tener el del hockey, algunas veces escribía incluso dos en el poco tiempo que estábamos ahí, eran letras cargadas de fantasía, amistad, energía y de poder. 

Pero tenía una debilidad.

El lunes pasado, Alex le pidió que escribiera una balada. Ella se negó argumentando ser mala en ello, pero terminó aceptando debido a la insistencia de los chicos. Tardó cuatro días en mostrarnos su letra, que no era mala, pero era muy básica, y ni de cerca tenía la naturalidad y pasión de sus trabajos anteriores. 

Fue ahí cuando comencé a entender de que iba todo. 

Kahli era muy extrovertida, le resultaba muy fácil ganar la atención y el corazón de las personas, mis amigos estaban locos por ella, incluso Marcus que por lo regular era muy huraño con chicas con las que no estuviera saliendo, la adoraba ya.

Sí, Kahli era muy amable y agradable con las personas, y se desenvolvía bien con ellas, pero en ciertos aspectos, era muy reservada. En especial cuando se encontraba conmigo. Hablaba con frecuencia de sus amigos o de la escuela, incluso de sus enemigos, pero me resultaba imposible saber algo de su familia, y mostraba una especial aversión cuando mencionaba a su hermana. No me permitía por ningún motivo tocarla, y si llegaba a hacerlo, se ponía rígida y malhumorada el resto del día, también estaba el hecho de que a veces se escapaba para hablar por teléfono, y tardaba siglos en regresar.

Yo demostraba mi interés por ella en cada oportunidad que tenía, a pesar de que Max decía que debía dejar de acosarla, pero desde aquel día que la llevé por primera vez al knorr, ella simplemente rodaba los ojos cuando le coqueteaba, ignoraba lo que le decía, y cambiaba de tema. Lo que por supuesto me molestaba mucho, y entonces, comenzaba la discusión del día. Algunas veces simplemente trataba de ser amable, y ella, tomándolo como coqueteo, se cerraba nuevamente. 

En momentos como aquellos, estaba casi seguro de que la atacaban recuerdos que no quería compartir, y eso era algo muy difícil de respetar cuando estábamos pasando tanto tiempo juntos, y teniendo en cuenta que yo estaba loco por ella.

—¡Owen! —La escuché gritar detrás de mí. Parpadeé un par de veces para despejarme, era obvio que me había sumido en mis pensamientos cuando no debía.

—¿Decías? —Pregunté avergonzado, casi temiendo que pudiera leer mis pensamientos. Ella no parecía molesta, sino más bien curiosa.

—¿Estás bien? —Me miró con los ojos muy abiertos, y tuve que golpearme mentalmente para no babear, ¿cómo no hacerlo? ¡Esos ojos!

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora