Capítulo 36: Casa sola.

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Cerré la puerta con fuerza al llegar. La casa estaba impecable, pero parecía estar vacía, así que dejé a Raksha en el suelo y fui directo a mi habitación. Lancé mi bolso sobre la cama, y entré a la ducha. Me quedé un buen rato ahí, y para cuando salí, faltaban unos minutos para las dos. Owen llegaría en dos horas, lo que me daba tiempo suficiente para arreglarme, y quizá preparar algo de comer. Me puse unos shorts de mezclilla con una ligera blusa blanca y unos tenis también blancos. Sujeté mi cabello en una coleta desarreglada, me maquillé y bajé las escaleras. Puse algo de música y fui directo al refrigerador. Hice una mueca. Mamá había dejado un tazón de ensalada, verduras hervidas y un poco de pollo. Me preguntaba, ¿a dónde se habría ido todo el mundo? Tomé el pollo y lo metí al microondas antes de comerlo, pero dejé lo demás en su lugar, y después, revisé mis provisiones. Tenía lo necesario para preparar un poco de lasaña de carne. Casualmente, Owen me había dicho la noche anterior que la lasaña le gustaba mucho. Me encogí de hombros y comencé a prepararla.

Lo mejor era que estuviera de buen humor cuando le dijera que Jesse me había besado. Joder. ¿Cómo iba a decírselo? Ni siquiera yo lo había procesado aún. Suspiré. Estúpido Jesse. Tuve ganas de golpearlo, pero no lo hice, porque además de la sorpresa del momento, no me había sentido para nada incómoda, y me sentía culpable por ello. Me había alejado al instante y Jesse se había ofendido, supongo que esperaba que le correspondiera el beso y que en ese instante comenzara la historia de amor, pero yo no estaba dispuesta a eso.

...

-¿Qué estás haciendo? -Me alejé unos pasos con el ceño fruncido. Jesse parecía sorprendido, pero en seguida se molestó.

-Intentaba besarte. ¿Qué hay de malo en ello?

-¡Quizá el hecho de que yo no quiero besarte! Acabamos de hablar de ello, y justo ahora, estás presionándome. -Abrió la boca para decir algo, y un segundo después, bufó enfurruñado-. Por eso preguntaste si había besado a Owen, ¿cierto? ¡Querías hacerlo primero! -Acusé. Él sonrió.

-No quería que tuviera esa ventaja, aunque creo que en ese aspecto me adelante mucho tiempo, ¿recuerdas? -Lo miré sorprendida. Habíamos jurado jamás hablar de eso.

-¿Cómo olvidarlo? Aún me causa pesadillas -espeté furiosa-. Te estás pasando de la raya, Jess. Última advertencia. -Él hizo una mueca.

-Vale, lo siento. -Intenté tranquilizarme.

-Llévame a casa. -Ordené.

...

Por otro lado, tampoco podía esconderlo. Owen y yo habíamos prometido ser sinceros el uno con el otro, y no me parecía justo ocultarle algo así. Bufé y recordé que se había puesto celoso cuando Jesse regresó. Estaba segura de que iba a protagonizar un gran berrinche, así que debía mentalizarme y prepararme para ello. Metí la lasaña al horno y le puse una alarma al pequeño reloj que mamá tenía en la cocina. No quería que se me olvidara sacarla a tiempo, y además de tener a un Owen molesto, tuviera a uno hambriento. Me senté en uno de los taburetes de la cocina justo cuando sonó el timbre. Sentí que el estomago se me subía a la garganta, eran las cuatro menos cuarto. Me levanté intentando tranquilizarme, y estúpidamente acomodé mi cabello antes de ir a la puerta. Rodé los ojos antes de reírme de mí misma. Estaba nerviosa, y sabía que estaba actuando como una boba, pero por ahora no tenía problemas con ello, había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había sentido así, y era una sensación realmente agradable. Escuché el timbre una vez más, y sacudí la cabeza para despejar mi mente antes de abrir la puerta.

Owen se encontraba frente a mí con un ramo de flores azules. A pesar de que me sonrojé, una sonrisa se extendió por mi rostro. Owen estaba más guapo que nunca, aunque eso pensaba cada vez que lo veía. Usaba una camiseta blanca sin mangas, jeans negros y converse también negros. Tenía una gorra gris puesta del revés y lentes oscuros que se quitó al verme. Tan embelesada estaba, que no me di cuenta de su expresión hasta que mire sus lindos ojos grises. Mi sonrisa desapareció al darme cuenta de que el vikingo me miraba con, ¿culpa? Lo miré extrañada, ¿algo estaba mal? Por supuesto que estaba el asunto de Jesse, pero Owen no podía haberlo sabido. Entonces raparé en sus labios, estaba lastimado. ¿Cómo pude no haberlo notarlo antes? ¿Se encontraba bien? ¿Qué le había pasado?

-Hola. -Saludó al fin, y sus cejas se levantaron en un gesto adorable, como el que Gerry usaba antes de que lo regañara. 

Fruncí el ceño. Algo no estaba bien.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora