Estábamos en el knorr.
Sí.
Pensaba que el gran barco era sólo para la decoración del lugar, un adorno meramente, o algo por el estilo, ¡pero no! ¡Estos chicos no hacían nada a medias! ¡Ésta era una embarcación real! Llevaba al menos cinco minutos de aquí para acá hablando de lo genial que era, cuando Owen me dio una lata de soda.
—Le pusiste un frigobar. —Reclamé, con el ceño fruncido—. No va con el estilo.
—Lo mande a hacer. Una réplica exacta de uno real, sólo que un poco más grande. —Se jactó ignorándome, y bebiendo soda, se sentó en una de las bancas.
—Es precioso —Admiré al notar su enorme vela, era negra con un dragón blanco en el centro—. Me encantan los dragones. —Suspiré.
—En ese caso, deberías mirar el mascarón de la proa.
—¿Eh? —Soltó una risa ligera.
—La parte del frente del barco. —Señaló el extremo a mi espalda.
Tallado en madera igualmente, había un gran dragón rojo, los detalles eran impresionantes, y no pude evitar que mis dedos viajaran hacia él, recorriéndolo.
—¡Está increíble! —Exclamé, me giré para encontrar al vikingo con una caja de regalo sobre su regazo, y una sonrisa tímida en los labios. La caja estaba envuelta en papel de color azul claro y tenía un listón negro. Lo miré con curiosidad, y no pude evitar sonrojarme.
—Es parte de la sorpresa —aclaró, y me señaló la banca que estaba frente a la suya. Fui a su encuentro sin saber muy bien qué decir.
—Vaya, ¿de dónde habrá salido eso? —Reí—. ¿Es para mí? —Pregunté embobada, y me senté frente a él. Owen se sonrojó violentamente, y me miró enojado.
Esto era lo más.
—Claro que no, es un regalo para tu hermana, esperaba que pudieras hacérselo llegar. —Soltó desafiante, y fruncí el ceño. Sabía que jugaba conmigo, pero no pude dejar de sentirme mal.
—Si estas intentando ser gracioso, déjame decirte que no está funcionando. —Él se relajó visiblemente, y bajó la guardia.
—Lo siento. Era una broma, de mal gusto como pude comprobar. No quería arruinar el momento, la caja es para ti. —Me la tendió, y la tomé teniendo cuidado de no tocarlo. Respiré hondo.
—No te preocupes. ¿Te das cuenta de que cuando estamos solos es imposible tener una conversación pacífica? —Intenté sonar amable. Me sonrió.
—Lo sé, pero eso es lo que me gusta de ti. No parece haber un momento aburrido cuando estoy contigo. —Ronroneó. Fue mi turno de sonrojarme, ésto parecía ser una guerra de tomates, pero a pesar de su actitud, pude ver que era sincero. Entorné los ojos.
—Por supuesto que no, estoy llena de sorpresas, cariño —presumí, lo que lo hizo reír—. ¿Puedo abrirlo ahora?
—Espera un segundo, ¿puedo preguntar algo antes?
—Claro —Me encogí de hombros, relajada. Intentaría contestar de una manera simple, porque la curiosidad me estaba matando, y quería saber qué había en la caja.
—¿Por qué te llevas tan mal con tu hermana? —Joder. ¿Cómo demonios podía responder a eso de manera simple?
—No congeniamos —solté, tajante.
—Eso puede verse pero, ¿por qué? —Me preguntó.
Por la rana René.
—Sólo no nos parecemos, ¿vale? —Estaba comenzando a irritarme. Owen pareció ofenderse, y me arrepentí al instante—. Lo siento, es sólo que no quiero hablar de ello. —Asintió, molesto.
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Geckos y Vikingos
RomanceElla en el mundo del hockey y él, dueño de un exitoso bar. Kahli pasa el tiempo rodeada de chicos y siendo la líder de su equipo de hockey, los "Geckos", hasta que conoce al jefe vikingo, quién de alguna forma la obliga a mostrarse como realmente...